sábado, 12 de marzo de 2011

PAZ CON DIOS

INTRODUCCIÓN

“Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios” (Gálatas 6:16).

SEPARACIÓN DEL SEÑOR

1. ¿Cuál fue la grave consecuencia del pecado en la relación entre Dios y los hombres? Isaías 59:2; Jeremías 5:25.

“Su transgresión produjo una espantosa separación entre el Padre y el hombre. A Adán en su inocencia se le concedió comunión directa, libre y gozosa con su Hacedor. Después de su transgresión. Dios se comunicaría con él por medio de Cristo y los ángeles” (La Historia de la Redención, pág. 53).

“Sabía que Dios no había abandonado a su pueblo, pero que sus pecados e iniquidades lo habían separado de Dios” (Testimonies for the Church, tomo 1, pág. 596).

2. Aunque el ser humano fue creado y se conserva en vida porque Dios le sostiene, ¿en qué medida se ha alejado de Él? Efesios 2:12.

“Destruyen el freno y las restricciones morales de la familia humana, y debilitan más y más la represión del vicio. El mundo no ama ni teme a Dios. Y quienes no temen ni aman a Dios pronto pierden el sentimiento del deber para con el prójimo. Están sin Dios y sin esperanza en el mundo” (Notas Biográficas de Elena G. de White, pág. 102).

“Muchos viven sin Dios y sin esperanza en el mundo. Son culpables, corrompidos y degradados, esclavizados por las trampas de Satanás. Pero éstos son los que Cristo vino para redimir. Son el objeto de la más tierna piedad, simpatía e incansable esfuerzo, porque se encuentran al borde de la ruina. Sufren de deseos no satisfechos, de pasiones desordenadas y de la conde-

nación de sus propias conciencias; son miserables en todo el sentido de la palabra, porque se están perdiendo esta vida y no tienen perspectiva de una vida futura” (El Conflicto de los Siglos, pág. 382).

PAZ CON DIOS

3. ¿Nuestra separación, enemistad y pecados han cambiado la actitud de Dios hacia los hombres? ¿Cuál es la constante invitación que nos hace? Romanos 5:8; Colosenses 2:13; Isaías

27:5.

“‘El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?’ Romanos 8:32.

“Fue un sacrificio muy costoso el que hizo el Señor del cielo. La benevolencia divina fue conmovida en su insondable profundidad; era imposible para Dios dar más. ‘De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ Juan 3:16. ¿Por qué es nuestra gratitud tan limitada? Es tan solo como una onda en la superficie, comparada con la gran marea del amor que fluye desde el Padre hacia nosotros” (Testimonies for the Church, tomo 9, págs. 59, 60).

“…el infinito sacrificio hecho por el Padre al dar a su Hijo amado por los hombres caídos … La iglesia y el mundo son llamados a contemplar y admirar un amor que así expresado supera la comprensión humana, y asombra hasta a los ángeles del cielo. Este amor es tan profundo, tan amplio y tan elevado, que el apóstol inspirado, no pudiendo hallar palabras con que describirlo, invita a la iglesia y al mundo a contemplarlo, a hacerlo un tema de meditación y admiración” (Testimonios Selectos, tomo 3, pág. 295).

2. Gracias a su atributo pacífico y al don de la justificación, ¿qué podemos alcanzar los seres humanos en nuestra relación con Él? Romanos 5:1; Isaías 32:17.

“La luz de la justificación por medio de la fe y el hecho que la justicia de Cristo se transforma en nuestra justicia, de otra manera no podemos en absoluto observar la ley de Dios, es el testimonio de todos los que predican y su fruto es paz, coraje, gozo y armonía. Hay el peligro de hacer aún de estos temas una teoría, y de no practicar la verdad expresada. Los que llevan este mensaje deben acompañarlo con un carácter puro como el de Jesucristo” (Manuscript Releases, tomo 9, págs. 332, 333).

“El pecador no puede depender de sus propias buenas obras como un medio de justificación. Debe llegar hasta el punto donde denuncia a todos sus peca- dos y acepta un grado tras otro de luz a medida que brillen sobre su sendero. Por la fe sencillamente echa mano de la provisión amplia y gratuita hecha por la sangre de Cristo. Cree en las promesas de Dios, las cuales mediante Cristo son hechas para él santificación, justificación y redención. Y si sigue a Jesús caminará humildemente en la luz, regocijándose en ésta y difundiéndola a otros. Ya justificado por la fe, marcha gozoso en su obediencia durante toda su vida. Paz con Dios es el resultado de lo que Cristo es para él. Las almas que están sujetas a Dios, que lo honran y que son hacedoras de su Palabra, recibirán iluminación divina. En la preciosa Palabra de Dios hay pureza y elevación, y también belleza que no pueden alcanzar las más elevadas facul- tades del hombre a menos que se reciba la ayuda de Dios” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 6, pág.1072).

“Cuando el Espíritu de Dios domina la mente y el corazón, el alma convertida prorrumpe en una nueva canción; porque ha reconocido que la promesa de Dios ha sido cumplida en su experiencia, que su transgresión ha sido per- donada, su pecado cubierto. Ha sentido arrepentimiento hacia Dios por la vio- lación de su divina ley, y fe hacia Cristo, quien murió por la justificación del hombre. Justificado ‘pues por la fe’ tiene ‘paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo’ (Rom. 5:1)” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 381).

NUESTRA PAZ TIENE UN GRAN PRECIO

5. ¿Podemos evaluar y apreciar correctamente el gran precio que Dios pagó para alcanzar la paz con los hombres? Isaías

53:5; Romanos 4:25; 1 Corintios 15:3.

“¡Qué tema de meditación nos resulta el sacrificio que hizo Jesús por los pecadores perdidos! ‘Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre Él; y por su llaga fuimos nosotros curados’ (Isa. 53:5). ¿Cuánto debemos estimar las bendiciones así puestas a nuestro alcance? ¿Podría Jesús haber sufrido más? ¿Podría haber comprado para nosotros más ricas bendiciones? ¿No debiera esto enternecer el corazón más duro, cuando recordamos que por nuestra causa dejó la felicidad y la gloria del cielo, y sufrió pobreza y vergüenza, cruel aflicción y una muerte terrible? Si por su muerte y resurrección Él no hubiese abierto para nosotros la puerta de la esperanza, no habríamos conocido más que los horrores de las tinieblas y las miserias de la desesperación. En nuestro estado actual, favorecidos y bendecidos como nos vemos, no podemos darnos cuenta de qué profundidades hemos sido rescatados. No podemos medir cuánto más profundas habrían sido nuestras aflicciones, cuánto mayores nuestras des- gracias, si Jesús no nos hubiese rodeado con su brazo humano de simpatía y amor, para levantarnos” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 110).

UN FRUTO VERDADERO EN NOSOTROS

6. ¿Qué tipo de fruto es la paz? ¿Qué debemos permitir en nuestra vida con el fin de recibirla? Gálatas 5:22; Romanos 14:17; Romanos 8:6.

“La paz de Cristo, esa paz que el dinero no puede comprar, que el talento no puede conseguir, que el intelecto no puede obtener, es el don de Dios. La religión de Cristo: ¿cómo podría hacer que todos comprendieran su gran perdida si dejaran de obedecer sus principios santos en su vida diaria? La mansedumbre y humildad de Cristo es el poder del cristiano. Es en realidad más precioso que todas las cosas que el genio pueda crear o la riqueza pueda adquirir. De todas las cosas que se buscan, que se anhelan y se cultivan, no hay nada tan valioso ante la vista de Dios como un corazón puro, una disposición llena de agradecimiento y de paz” (Consejos sobre la Salud, pág. 401).

“La mansedumbre y la amabilidad, la tolerancia y la longanimidad, el no sentirse fácilmente provocado y el soportarlo, esperarlo y sufrirlo todo, esas cosas son los frutos que produce el precioso árbol del amor, de crecimiento celestial. Este árbol, si se lo nutre, se mantendrá siempre verde, sus ramas no caerán ni se marchitarán sus hojas. Es inmortal, eterno, y regado de continuo por los rocíos del cielo” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 208).

7. ¿Qué garantía nos es dada de que podemos recibir este don en un mundo lleno de problemas y aflicciones? Colosenses 3:15; Romanos 15:13; Salmo 85:8.

“…la religión de Jesús da paz como un río. No extingue la luz del gozo, ni impide la jovialidad, ni oscurece el rostro alegre y sonriente” (El Camino a Cristo, pág. 123).

“El fruto del Espíritu es amor, gozo y paz. La lucha y la discordia no son sino la obra de Satanás y el fruto del pecado. Si como pueblo alguna vez hemos de disfrutar de paz y amor, debemos colocar nuestros pecados a un lado; necesitamos ponernos en armonía con Dios y así también estaremos en armonía unos con otros. Que cada uno se pregunte: ¿Poseo yo la gracia del amor? ¿He aprendido a sufrir con paciencia y a ser bondadoso? Sin este atributo celestial, los talentos, el conocimiento y la elocuencia serán atributos tan desprovistos de significado como un metal que resuena o un címbalo que retiñe. ¡Qué lástima que este precioso tesoro sea considerado con tanta liviandad y tan poco aprecio por muchos de los que profesan la fe!”(Exaltad a Jesús, pág. 308).

UNA LECCIÓN OBJETIVA PARA NOSOTROS: EL VALOR DEL VIEJO VIOLÍN

En una subasta, el subastador levantó un violín. Estaba rayado y astillado. Las cuerdas estaban sueltas y el subastador pensó que no valía la pena perder mucho tiempo con el viejo violín, pero lo levantó en alto con una son- risa. “¿Cuánto ofrecen, señores?, exclamó. “Empecemos con… 50 dólares!”

“Cincuenta y cinco”, se oyó una voz. Luego, “sesenta” dijo alguien más. “Sesenta y cinco”, agregó otro. “Setenta dólares” ofreció una cuarta persona.

Luego, desde un rincón de la sala, un señor canoso se adelantó y tomó el arco del violín. Con un pañuelo le quitó el polvo al viejo instrumento, estiró las cuerdas sueltas, lo cogió con energía y tocó una pura y dulce melodía como de un himno celestial.

Cuando cesó la música, el subastador, con voz calma y baja, dijo: “¿Cuánto me ofrecéis por este viejo violín?” Y lo levantó otra vez en alto, con el pequeño arco. “¿Quinientos? ¿Y quién ofrece dos mil dólares?” “Última oferta: ¿Quién ofrece tres mil dólares, solamente tres mil dólares?” “Vendido por tres mil”, dijo el subastador.

La gente aplaudió, pero alguien preguntó: “¿Qué fue lo que hizo que cambiara el precio del violín?”, la respuesta inmediata fue: “El toque del maestro”.

Nosotros también somos como viejos instrumentos polvorientos y baqueteados, y cargados con muchos problemas y pecados. Pero aún así tenemos valor para nuestro Señor y si permitimos que sus manos obren en nosotros, tenemos paz con Él, adquirimos más valor y nuestra vida toca una bella melodía en su honor y es de bendición para los demás.