sábado, 12 de marzo de 2011

El PRÍNCIPE DE PAZ

INTRODUCCIÓN

“Florecerá en sus días justicia, y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna” (Salmo 72:7).

PROFECÍA SOBRE EL PRÍNCIPE DE PAZ

1. ¿Qué profecía en particular fue dada para fortalecer la fe del pueblo de Dios durante los siglos? Isaías 7:14.

“‘Emmanuel, Dios con nosotros’. Esto lo es todo para nosotros. ¡Qué ancho fundamento coloca para nuestra fe! ¡Qué esperanza llena de inmortalidad pone ante el alma creyente! ¡Dios con nosotros en Cristo Jesús para acompañarnos en cada etapa del viaje al cielo! ¡El Espíritu Santo con nosotros como Consolador y Guía en nuestras perplejidades, para aliviar nuestras tristezas y escudarnos de la tentación! ‘¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!’” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 297).

“‘Y será llamado su nombre Emmanuel; ... Dios con nosotros...’ Vino a nuestro mundo para manifestar esta gloria. Vino a esta tierra obscurecida por el pecado para revelar la luz del amor de Dios, para ser ‘Dios con nosotros.’ Por lo tanto, fue profetizado de Él: ‘Y será llamado su nombre Emmanuel’...

“El maravilloso y misericordioso propósito de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual ‘desean mirar los ángeles’, y será su estudio a través de los siglos sin fin. Tanto los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarán en la cruz de Cristo su ciencia y su canción. Se verá que la gloria que resplandece en el rostro de Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario, se verá que la ley del renunciamiento por amor es la ley de la vida para la tierra y el cielo; que el amor que ‘no busca lo suyo’ tiene su fuente en el corazón de Dios; y que en el Manso y Humilde se manifiesta el carácter de Aquel que mora en la luz inaccesible al hombre” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 12).

2. ¿Qué nombre, en particular, se le dio considerando su naturaleza y misión? Isaías 9:5 (6).

“Cristo es el ‘Príncipe de paz’, y su misión es devolver al cielo y a la tierra la paz destruida por el pecado. ‘Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo’. Quien consienta en renunciar al pecado y abra el corazón al amor de Cristo participará de esta paz celestial.

“No hay otro fundamento para la paz. La gracia de Cristo, aceptada en el corazón, vence la enemistad, apacigua la lucha y llena el alma de amor. El que está en armonía con Dios y con su prójimo no sabrá lo que es la desdicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará el mal; allí no podrá existir el odio. El corazón que está de acuerdo con Dios participa de la paz del cielo y esparcirá a su alrededor una influencia bendita. El espíritu de paz se asentará como rocío sobre los corazones cansados y turbados por la lucha del mundo” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 28).

SU OBRA EN LA IGLESIA

3. Como Príncipe de paz, ¿de qué manera se presentó en Jerusalén –símbolo del pueblo de Dios? Zacarías 9:9; Mateo 21:5.

“Quinientos años antes del nacimiento de Cristo, el profeta Zacarías predijo así la venida del Rey de Israel. Esta profecía se iba a cumplir ahora. Él que siempre había rechazado los honores reales iba a entrar en Jerusalén como el prometido heredero del trono de David. …

“Toda la naturaleza parecía regocijarse. Los árboles estaban vestidos de verdor y sus flores comunicaban delicada fragancia al aire. Nueva vida y gozo animaban al pueblo. La esperanza del nuevo reino estaba resurgiendo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 524).

4. ¿Era su mensaje a los paganos, de donde provenimos nosotros, de distinta índole? Zacarías 9:10.

“La vida de cada hombre testifica acerca de la verdad de las palabras de la Escritura: ‘Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta.... No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos’. El pecado ha destruido nuestra paz. Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden ser regidas por facultad humana alguna. Somos tan impotentes en esto como los discípulos para calmar la rugiente tempestad. Pero el que calmó las olas de Galilea ha pronunciado la palabra que puede impartir paz a cada alma. Por fiera que sea la tempestad, los que claman a Jesús: ‘Señor, sálvanos’ hallarán liberación. Su

gracia, que reconcilia al alma con Dios, calma las contiendas de las pasiones humanas, y en su amor el corazón descansa. ‘Hace parar la tempestad en so- siego, y se apaciguan sus ondas. Alégranse luego porque se reposaron; y Él los guía al puerto que deseaban’. ‘Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo’. ‘Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 304, 305).

NO AL USO DE ARMAS BÉLICAS

5. Según sus enseñanzas, ¿que debía suceder con las armas mili- tares entre los que aceptarían su mensaje de paz? Isaías 2:4; Miqueas 4:3, 4.

“Dios ha provisto abundantes medios para tener éxito en la guerra contra la maldad que hay en el mundo. La Biblia es el arsenal donde podemos equiparnos para la lucha, nuestros lomos; deben estar ceñidos con la verdad. Nuestra cota debe ser la justicia. El escudo de la fe debe estar en nuestra mano, el yelmo de la salvación sobre nuestra frente, y con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, hemos de abrirnos camino a través de los obstáculos y la maraña del pecado” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 400).

6. Ya a su nacimiento, ¿qué gozoso anuncio fue dado por una multitud de huestes celestiales a los que esperaban al Mesías? Lucas 2:13, 14.

“Cuando el plan de salvación fue revelado a los ángeles, un gozo inexpresable inundó el cielo. La gloria y bendición de un mundo redimido sobrepasó aún la angustia del Príncipe de la vida. En las cortes celestiales se oyeron los primeros sonidos de ese canto que los ángeles cantaron sobre las colinas de Belén. ‘Gloria a Dios en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad’”(The Messenger, 7 de junio de 1893).

“A nadie nacido en el mundo, ni aun al más dotado de los hijos de Dios, jamás se le ha expresado tal demostración de gozo como la que saludó al recién nacido de Belén. Los ángeles de Dios entonaron sus alabanzas por las colinas y llanos de Belén. ‘¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!’ (Luc. 2:14). ¡Ojalá toda la familia humana hoy día pudiera reconocer este canto! La declaración que se hizo entonces, la nota que resonó, el himno que entonces comenzó, se ampliarán y se extenderán hasta el fin del tiempo, y resonarán hasta los confines de la tierra. Significan gloria para Dios, paz en la tierra, buena voluntad para los hombres. Cuando

el Sol de Justicia se levante trayendo salud en sus alas, el himno que comenzó en las colinas de Belén repercutirá en la voz de una gran multitud, como la voz de muchas aguas, que dirá: ‘¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todo- poderoso reina!’ (Apoc. 19: 6)” (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 294, 295).

EL MENSAJE DEL PRÍNCIPE DE PAZ

7. Según la profecía y su cumplimiento, ¿cuál era el mensaje de Jesús a los corazones humanos? Isaías 57:19; Hechos 10:36; Efesios 2:17.

“Comenzaron a comprender la naturaleza y extensión de su obra, a ver que habían de proclamar al mundo las verdades que se les habían encomendado. Los sucesos de la vida de Cristo, su muerte y resurrección, las profecías que señalaban estos sucesos, los misterios del plan de la salvación, el poder de Jesús para perdonar los pecados, de todas estas cosas habían sido testigos, y debían hacerlas conocer al mundo. Debían proclamar el Evangelio de paz y salvación mediante el arrepentimiento y el poder del Salvador” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 23).

“En su sermón, Jesús tenía presentes otros auditorios, además de la muchedumbre que estaba a orillas de Genesaret. Mirando a través de los siglos, vio a sus fieles en cárceles y tribunales, en tentación, soledad y aflicción. Cada escena de gozo, o conflicto y perplejidad, le fue presentada. En las palabras dirigidas a los que le rodeaban, decía también a aquellas otras almas las mismas palabras que les habrían de llegar como mensaje de esperanza en la prueba, de consuelo en la tristeza y de luz celestial en las tinieblas. Median- te el Espíritu Santo, esa voz que hablaba desde el barco de pesca en el mar de Galilea, sería oída e infundiría paz a los corazones humanos hasta el fin del tiempo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 213).

8. ¿Qué saludo recomendó Jesús a sus discípulos cuando visitaban las casas en su obra misionera? ¿Qué regalo les hizo apenas antes de su pasión? ¿Cuál debe ser nuestro mensaje? Mateo 10:12, 13; Juan 14:27.

“En ocasión del nacimiento de Jesús, el ángel anunció: ‘Paz en la tierra, y buena voluntad para con los hombres’. Y ahora, en la primera aparición a sus discípulos después de su resurrección, el Salvador se dirigió a ellos con las bienaventuradas palabras: ‘Paz a vosotros’. Jesús está siempre listo para impartir paz a las almas que están cargadas de dudas y temores. Espera que nosotros le abramos la puerta del corazón y le digamos: Mora con nosotros.

Dice: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 744).

“Poco antes de su crucifixión, Cristo había dejado a sus discípulos un legado de paz: ‘La paz os dejo –dijo– mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo’ (Juan 14:27). Esta paz no es la paz que proviene de la conformidad con el mundo. Cristo nunca procuró paz transigiendo con el mal. La que Cristo dejó a sus discípulos es interior más bien que exterior, y había de permanecer para siempre con sus testigos a través de las luchas y contiendas” (Los Hechos de los Apóstoles, pág.70).

UNA LECCIÓN OBJETIVA PARA NOSOTROS: CONSTRUYENDO PUENTES ENTRE LOS HOMBRES

Un día, dos hermanos que vivían en dos granjas cercanas, tuvieron una pelea. Era el primer altercado después de 40 años en que habían sido buenos vecinos, se habían intercambiado maquinaria, trabajo, productos, sin ningún compromiso. De pronto, todo se acabó como consecuencia de un amargo cambio de palabras, que fue seguido por semanas de silencio. Una mañana, alguien golpeó a la puerta del hermano mayor; era un carpintero, quien dijo: “Ando en busca de trabajo para algunas semanas, quizá usted tenga algún trabajito para mí en que le pueda ser útil”. “Si”, dijo el hermano mayor. “Tengo trabajo para usted. Ese espacio en el campo fue hecho por mi vecino, mi hermano menor. La semana pasada había un campo de flores entre las dos granjas, pero él tomó el tractor y aró el campo, dejando ese abismo tan grande entre los dos. Pero yo no lo voy a tratar mejor. Quiero que usted construya una cerca tan alta que no nos podamos ver y así él pagará por esto. “Comprendo cuál es la situación” dijo el carpintero y comenzó inmediatamente con su tra- bajo. Tomó las medidas, dispuso la madera y los clavos. A la puesta del sol, el granjero regresó, y el carpintero había terminado su trabajo, pero no había ninguna cerca. Había tan solo un puente que conectaba una parte con la otra.

¡Una obra maestra! El hermano menor estaba justamente cruzando el puente con los brazos abiertos mientras decía: “¡Tuviste el coraje de construir este puente después de todo lo que te dije e hice!” El otro hermano avanzó hasta el medio del puente y allí cayeron el uno en los brazos del otro.

Luego se volvieron y vieron al carpintero que estaba recogiendo las herramientas para irse. “No se vaya, espere” “Quédese aquí unos días más, tengo más trabajo para usted” –le dijo el hermano mayor al carpintero. “Me gustaría quedarme”, dijo el carpintero, “pero tengo que construir muchos otros puentes”.

El que construyó el puente sobre el abismo es Jesucristo. Él desea ese encuentro con Dios y con los hermanos. ¿Qué haremos? ¿Usamos nuestro tiempo para construir cercas o puentes?