sábado, 12 de marzo de 2011

EL CORDERO DE DIOS

NTRODUCCIÓN

“El pasaje de la Escritura que leía era este: ‘Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca’” (Hechos 8:32).

COMO UN CORDERO OBTUVO LA VICTORIA CONTRA EL PECADO

1. ¿Qué obra debe llevar a cabo la semilla de la mujer según la profecía evangélica? ¿Qué debía sufrir el Cordero para cumplir con esa gran obra? Génesis 3:15; 1 Pedro 1:19, 20; Apocalipsis 13:8.

“La primera indicación que el hombre tuvo acerca de su redención la oyó en la sentencia pronunciada contra Satanás; en el huerto. El Señor declaró: ‘Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar’ (Gén. 3: 15). Esta sentencia, pronunciada en presencia de nuestros primeros padres, fue una promesa para ellos. Mientras predecía la lucha entre el hombre y Satanás, declaraba que el poder del gran adversario sería finalmente destruido. Adán y Eva estaban como criminales ante el justo Juez, y aguardaban la sentencia que merecía su transgresión; pero antes de oír hablar de la vida de trabajo y angustia que seria su destino, o del decreto que determinaba que volverían al polvo, escucharon palabras que no podían menos que infundirles esperanza. Aunque habrían de padecer por efecto del poder de su gran enemigo, podrían esperar una victoria final” (Patriarcas y Profetas, pág. 52).

“A través de los largos siglos de ‘tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia’(Isa. 8:22) que distinguieron la historia de la humanidad, desde el momento en que nuestros primeros padres perdieron su hogar edénico hasta el tiempo en que apareció el Hijo de Dios como Salvador de los pecadores, la esperanza de la raza caída se concentró en la venida de un Libertador para librar a hombres y mujeres de la servidumbre del pecado y del sepulcro.

“La primera insinuación de una esperanza tal fue hecha a Adán y Eva en la sentencia pronunciada contra la serpiente en el Edén, cuando el Señor

declaró a Satanás en oídos de ellos: ‘Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar’ (Gén. 3:15)” (Profetas y Reyes, pág. 503).

2. ¿Qué era necesario que se sacrificara sobre el altar en los siglos anteriores a la venida de Jesús? Génesis 22:7,8; Éxodo 12:3, 6.

“Cada mañana y cada tarde, se ofrecía sobre el altar un cordero de un año, con las oblaciones apropiadas de presentes, para simbolizar la consagración diaria a Dios de toda la nación y su constante dependencia de la sangre expiatoria de Cristo. Dios les indicó expresamente que toda ofrenda presentada para el servicio del santuario debía ser ‘sin defecto’ Éxodo 12:5” (Patriarcas y Profetas, pág. 366).

“En los tiempos patriarcales, el ofrecimiento de sacrificios relacionados con el culto divino recordaba perpetuamente el advenimiento de un Salvador; y lo mismo sucedía durante toda la historia de Israel con el ritual de los servicios en el santuario. En el ministerio del tabernáculo, y más tarde en el del templo que lo reemplazó, mediante figuras y sombras se enseñaban diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la venida de Cristo como Redentor, Sacerdote y Rey; y una vez al año se le inducía a contemplar los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, que eliminarán del universo el pecado y los pecadores” (Profetas y Reyes, págs. 504, 505).

SIN DECIR UNA PALABRA

3. ¿Qué carácter divino debía tener y manifestar el Cordero de Dios aún en medio de la peor oposición y amenazas? Isaías 53:7; Éxodo 12:5.

“Ni una palabra contestó Jesús a todo esto. [burlas]. Mientras se hundían los clavos en sus manos, y grandes gotas de sudor agónico brotaban de sus poros, los labios pálidos y temblorosos del Doliente inocente exhalaron una oración de amor perdonador en favor de sus homicidas: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Luc. 23:34). Todo el cielo contemplaba la escena con profundo interés. El glorioso Redentor del mundo perdido sufría la penalidad que merecía la transgresión de la ley del Padre, que había cometido el hombre. Estaba por redimir a su pueblo con su propia sangre. Estaba pagando lo que con justicia exigía la santa ley de Dios. Tal era el medio por el cual se había de acabar finalmente con el pecado, Satanás y su hueste” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 226).

4. A pesar de las acusaciones falsas y la cruel tortura, ¿cómo debía ser su comportamiento? ¿Cómo fue en realidad? Isaías 53:5, 9; 1 Pedro 1:19, 21-23.

“Satanás lo atacó [a Cristo] en todo su sentido, sin embargo Cristo no pecó en pensamiento, palabra y acción. No hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Mientras caminaba en medio del pecado era santo, inocente e incontaminado. Fue acusado injustamente, sin embargo no abrió la boca para justificarte.

¿Cuántos hay ahora que cuando son acusados de algo de que no son culpables, creen que llega un momento cuando la paciencia deja de ser una virtud, y perdonando el control propio, pronuncia palabras que contristan al Espíritu Santo?” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 4, pág. 1170). “Cristo, se dio a sí mismo como sacrificio expiatorio, para salvar a un mundo perdido. Fue tratado como merecemos ser tratados nosotros, a fin de que pudiésemos ser tratados como Él merece serlo. Fue condenado por nuestros pecados, en los cuales no tuvo parte, a fin de que pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no participábamos nosotros. Sufrió la muerte que nos correspondía, a fin de que pudiésemos recibir su vida. ‘Por su llaga fuimos nosotros curados’ (Isa. 53:5)” (Joyas de los Testimonios, tomo 1,pág. 234).

“Cristo fue tentado en todo como nosotros por aquel que una vez estuvo fielmente a su lado en las cortes celestiales. Mirad al Hijo de Dios en el de- sierto de la tentación, en el momento de mayor debilidad, atacado por la más fiera tentación. Miradlo en los años de su ministerio, atacado por todas partes por las fuerzas del mal. Miradlo en su agonía en la cruz. Todo esto lo sufrió por nosotros” (Testimonies for the Church, tomo 8, págs. 208, 209).

EL EVANGELIO DE LA PAZ

5. ¿Qué testimonio dio Juan el Bautista sobre Jesús cuando lo vio venir hacia él? Juan 1:29, 36.

“Juan había quedado profundamente conmovido al ver a Jesús postrarse como suplicante para pedir con lágrimas la aprobación del Padre. Al rodearle la gloria de Dios y oírse la voz del cielo, Juan reconoció la señal que Dios le había prometido. Sabía que era al Redentor del mundo a quien había bautizado. El Espíritu Santo descendió sobre él, y extendiendo la mano, señaló a Jesús y exclamó: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’.

“Nadie de entre los oyentes, ni aun el que las pronunció, discernió el ver- dadero significado de estas palabras, ‘el Cordero de Dios’. Sobre el monte Moria, Abrahán había oído la pregunta de su hijo: ‘Padre mío.... ¿Dónde está el cordero para el holocausto?’ El padre contestó ‘Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío’. Y en el carnero divinamente provisto en lugar de Isaac, Abrahán vio un símbolo de Aquel que había de morir por los pecados de los hombres” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 87).

6. ¿Qué maravillosa obra había hecho en favor de los seres humanos? Isaías 53:11; 1 Pedro 2:24.

“Los que andan como Cristo anduvo, los que son pacientes, amables, bondadosos, mansos y humildes de corazón, los que llevan el yugo con Cristo y las cargas de Él, los que suspiran por las almas como Él suspiró por ellas, éstos entrarán en el gozo de su Señor. Verán con Cristo el trabajo del alma del Redentor, y serán satisfechos. Triunfará el cielo, pues los puestos vacantes dejados en el cielo por la caída de Satanás y sus ángeles, serán llenados por los redimidos del Señor” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7, pág. 961).

“Cristo anhela extender su dominio sobre toda mente humana. Él anhela imprimir su imagen y carácter en cada alma. Cuando estuvo en la tierra sintió hambre de simpatía y cooperación, a fin de que su reino se extendiese y abar- case al mundo entero. Esta tierra es su heredad comprada, y Él quiere que los hombres sean libres, puros y santos. ‘Habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza’. Su peregrinaje terrenal fue alegrado por el pensamiento de que su trabajo no sería en vano, sino que haría volver al hombre a la lealtad a Dios. Y hay todavía triunfos que alcanzar por la sangre derramada para el mundo, triunfos que reportarán gloria eterna a Dios y al Cordero. Los gentiles le serán dados por heredad, y los cabos de la tierra por posesión. Cristo verá el trabajo de su alma, y será satisfecho” (Obreros Evángelicos, pág. 29).

MUERTO Y VIVO, PRIMERO Y ÚLTIMO

7. ¿Cómo se presenta en distintas ocasiones, para darnos espe- ranza y consuelo? Apocalipsis 1:10,11, 17, 18; 2:8; 22:13.

“Todas las grandes verdades de las Escrituras se centralizan en Cristo; debidamente comprendidas todas conducen a Él. Preséntese a Cristo como el alfa y la omega, el principio y el fin del gran plan de redención. Presentad a la gente temas tales que fortalezcan su confianza en Dios y en su Palabra y la induzcan a investigar sus enseñanzas por sí misma. Y a medida que los hom- bres avancen paso a paso en el estudio de la Biblia, estarán mejor preparados para apreciar la hermosura y la armonía de estas preciosas verdades” (El Evangelismo, pág. 354).

8. ¿Cómo se le llama varias veces en Apocalipsis? ¿Por qué recibe este nombre? Apocalipsis 5:6; 7:10; 1:5.

“El Cordero de Dios es representado delante de nosotros como si estuviera en medio del trono de Dios. El es la gran ofrenda ritual por medio de la cual el hombre y Dios están unidos y en comunión. De esa manera se presenta a los seres humanos como sentados en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Este es el lugar escogido para la reunión entre Dios y la humanidad” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7, pág. 979).

“El Salvador se presenta ante Juan bajo los símbolos del ‘león de la tribu de Judá’ y de ‘un Cordero como inmolado’ (Apoc. 5:5, 6). Dichos símbolos re- presentan la unión del poder omnipotente con el abnegado sacrificio de amor. El león de Judá, tan terrible para los que rechazan su gracia, es el Cordero de Dios para el obediente y fiel. La columna de fuego que anuncia terror e ira al transgresor de la ley de Dios, es una señal de misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos. El brazo que es fuerte para herir a los rebeldes, será fuerte para librar a los leales. Todo el que sea fiel será salvo” (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 471, 472).

UNA LECCIÓN OBJETIVA PARA NOSOTROS: EL CÍRCULO DE LA ALEGRÍA

Un día, un agricultor fue a una casa y llamó a la puerta enérgicamente. Cuando su amigo abrió la pesada puerta de roble, el agricultor, sonriente, le ofreció un hermoso racimo de uvas.

“Amigo”, le dijo “¿sabes a quién quiero ofrecerle este racimo de uvas que es el mejor de mi viña?” “Quizá a alguien que vive en esta casa”. “No”, fue la respuesta, “quiero ofrecértelo a ti”. “¿A mí?” contestó el amigo ruborizándose de gozo. “¿Quieres dármelo justamente a mí?” “Si, porque tú siempre has sido muy buen amigo y me has ayudado cada vez que te lo he pedido. Quiero que este racimo de uvas sea motivo de alegría”.

El amigo tomó el racimo, lo colocó delante de su vista y lo admiró toda la mañana. Era realmente estupendo y en un cierto momento tuvo una idea: “¿Por qué no le doy este racimo a otra persona que vive en esta casa para darle una alegría también a ella?” Tomó el racimo y se lo llevó a esa persona, quien se sintió sinceramente feliz, pero que recordó que había una persona anciana y enferma en el edificio y pensó: “Le llevaré el racimo de uvas y así se sentirá mejor”. De esta manera el racimo comenzó a circular de una persona a otra. Pero no permaneció mucho tiempo en la habitación del enfermo, pues éste pensó que podría darle una alegría a una persona que trabajaba todo el día y también le ayudaba a él. En pocas palabras, el racimo pasó de una persona a otra de las que vivían en esa casa y por último fue dado al primer amigo que lo había recibido. El pasaje de una mano a otra había sido un hermoso círculo de alegría.

No penséis que son los otros los que deben comenzar a transmitir espe- ranza y amor. Comenzad hoy ese círculo de la alegría. Jesús dio el primer paso sin esperar la respuesta de los seres humanos y su amor ha llenado el mundo de un amor que no puede ser apagado, “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” 1 Juan 4:10. ¿Haréis algo diferente a lo que hizo Él?