sábado, 12 de marzo de 2011

LA GUERRA Y LAS PROMESAS DE PAZ

INTRODUCCIÓN

“Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Salmo118:6). “En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Salmo 56:4).

EL ATAQUE DEL ENEMIGO Y LA PROTECCIÓN DE DIOS

1. ¿Cuál fue la gran promesa de Dios a su pueblo en caso de ataque del enemigo con propósito bélicos? Isaías 41:12; 54:17.

2. ¿Tenemos ejemplos en la historia de Israel de que algo portentoso como esto haya realmente sucedido? ¿Fue necesario en esos casos que las personas se defendieran personalmente haciendo uso de su fuerza humana? Éxodo 14:13, 14, 25, 30, 31. Para este estudio, se puede leer, también, 2 Reyes 6:18-22; 7:6;19:35.

“En su providencia Dios mandó a los hebreos que se detuvieran frente a la montaña junto al mar, a fin de manifestar su poder al liberarlos y humillar señaladamente el orgullo de sus opresores. Hubiera podido salvarlos de cualquier otra forma, pero escogió este procedimiento para acrisolar la fe del pueblo y fortalecer su confianza en Él. El pueblo estaba cansado y atemorizado; sin embargo, si hubieran retrocedido cuando Moisés les ordenó avanzar, Dios no les habría abierto el camino. Fue por la fe cómo ‘pasaron el mar Bermejo como por tierra seca’ (Heb. 11:29). Al avanzar hasta el agua misma, demostraron creer la palabra de Dios dicha por Moisés. Hicieron todo lo que estaba a su alcance, y entonces el Poderoso de Israel dividió la mar para abrir sendero para sus pies” (Patriarcas y Profetas, pág. 295).

CONSIDERANDO LAS PROMESAS DE DIOS

3. ¿Crees que tales promesas sean absolutas o condicionales?

Deuteronomio 28:1, 2, 7. Para este estudio, se puede leer, también, Isaías 1:19,20; Salmo 81:13,14; 1 Samuel 12:24, 25.

“Debiera recordarse que las promesas y las amenazas de Dios son igual- mente condicionales” (El Evangelismo, pág. 504).

“Las promesas de Dios son condicionales. Para que sea posible recibir su bendición, nosotros debemos hacer nuestra parte. No podemos esperar que todas sus bendiciones vengan en forma natural, si cruzamos los brazos y quedamos inactivos. Debemos ser colaboradores de Dios” (Peter’s Counsels to Parents, pág. 25).

“Jamás les había mandado el Señor que subieran y pelearan. No quería Él que obtuvieran posesión de la tierra por la guerra, sino mediante la obediencia estricta a sus mandamientos” (Patriarcas y Profetas, pág. 414).

“Dios había prometido a su pueblo que si le obedecía y oía su voz, iría delante de él y pelearía por él; y que también enviaría avispones para ahuyentar a los habitantes de la tierra” (Patriarcas y Profetas, pág. 465).

“En la tierra de Canaán, el pueblo de Dios debía tener un lugar general para sus convocaciones donde, tres veces cada año, todos pudieran reunirse para adorar a Dios. Recibirían las bendiciones divinas en proporción a su obediencia a Dios. El Señor no aniquiló a las naciones idólatras; les dio la oportunidad de llegar a familiarizarse con Él por medio de su iglesia. La experiencia de su pueblo durante los cuarenta años de su peregrinación por el desierto debía ser tema de estudio para esas naciones. Las leyes de Dios y de su reino debían extenderse por todo el territorio, y su pueblo debía ser conocido como el pueblo del Dios viviente” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 2, pág. 993).

4. ¿Qué otra promesa de paz, justicia y bendiciones tiene el mismo carácter? Isaías 48:18; Deuteronomio 5:29.

“El que anda en el camino de los mandamientos de Dios, anda en compañía de Cristo, y en su amor el corazón descansa.… Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan su alma a su custodia, y su vida para que Él la ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna cosa del mundo puede entristecerlos cuando Jesús los alegra con su presencia. En la perfecta aquiescencia hay descanso perfecto. El Señor dice: ‘Tú guardarás en completa paz, aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado’. Nuestra vida puede parecer enredada, pero al confiarnos al sabio Artífice Maestro,

Él desentrañará el modelo de vida y carácter que sea para su propia gloria. Y ese carácter que expresa la gloria –o carácter– de Cristo, será recibido en el Paraíso de Dios. Los miembros de una raza renovada andarán con Él en vestiduras blancas porque son dignos” (El Deseado de Todas las Gentes, pág.

299).

CONSECUENCIAS DEL FRACASO HUMANO

5. ¿Actuó el pueblo, en todos los tiempos de acuerdo con el ideal de Dios y sus requisitos y gozó con su presencia? En tales casos, ¿se encontraba el Señor con ellos y los defendía de sus enemigos sin que ellos intervinieran? Deuteronomio 1:30, 32; Josué 7:12; Salmo 60:10; Deuteronomio 1:42.

“Un lingote de oro y un manto babilónico escondidos ocasionaron problemas a todo el campamento. El pecado de un solo hombre trajo la desaprobación de Dios sobre todo el pueblo. Miles fueron muertos en el campo de batalla porque Dios no bendeciría ni haría prosperar a un pueblo en el cual había un pecador, alguien que desobedecía su palabra. Este pecador no ocupaba un cargo sagrado, sin embargo, un Dios celoso no podía ir a la batalla con los ejércitos de Israel mientras estas cosas estaban escondidas en el campamento” (Testimonies for the Church, tomo 3, pág. 239).

“¿Abandona Dios a su pueblo por esta razón? No; le dice a Josué que hay algo que él debe hacer antes que su oración sea escuchada. ‘Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres’. Declara: ‘Ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros’” (Testimonies for the Church, tomo 3, pág. 520).

6. A menudo, ¿en qué se transformaba la guerra para el pueblo de Dios, debido a su desobediencia, rebelión y apostasía? 1

Samuel 12:9-11; Lucas 21:20-22. Para este estudio, se puede leer, también, 1 Reyes 8:44-46; Isaías 42:24, 25.

“Los judíos habían forjado sus propias cadenas; habían colmado la copa de la venganza. En la destrucción absoluta de que fueron víctimas como nación y en todas las desgracias que les persiguieron en la dispersión, no hacían sino cosechar lo que habían sembrado con sus propias manos. Dice el profeta:

‘¡Es tu destrucción, oh Israel, el que estés contra mí; . . . porque has caído por tu iniquidad!’ (Oseas 13:9; 14:1, V.M.) Los padecimientos de los judíos son

muchas veces representados como castigo que cayó sobre ellos por decreto del Altísimo. Así es como el gran engañador procura ocultar su propia obra. Por la tenacidad con que rechazaron el amor y la misericordia de Dios, los judíos le hicieron retirar su protección, y Satanás pudo regirlos como quiso. Las horrorosas crueldades perpetradas durante la destrucción de Jerusalén demuestran el poder con que se ensaña Satanás sobre aquellos que ceden a su influencia” (El Conflicto de los Siglos, pág. 39).

“No podemos saber cuánto debemos a Cristo por la paz y la protección de que disfrutamos. Es el poder restrictivo de Dios lo que impide que el hombre caiga completamente bajo el dominio de Satanás. Los desobedientes e ingratos deberían hallar un poderoso motivo de agradecimiento a Dios en el hecho de que su misericordia y clemencia hayan coartado el poder maléfico del diablo. Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella protección que le libraba del mal. Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron sus propias manos. Todo rayo de luz que se desprecia, toda admonición que se desoye y rechaza, toda pasión malsana que se abriga, toda transgresión de la ley de Dios, son semillas que darán infaliblemente su cosecha” (El Conflicto de los Siglos, págs. 40, 41).

CONFIANZA EN EL SEÑOR Y SU RESPUESTA

7. Por el contrario, ¿qué puede suceder cuando nuestros caminos placen al Señor? Proverbios 16:7; Génesis 31:24. Para este estudio, se puede leer, también, 2 Crónicas 17:10; Romanos 8:31.

“Se me ha instruido que os diga: ‘Avanzad atentamente’, haciendo lo que el Señor ordena. Avanzad valientemente, seguros que el Señor estará con aquellos que lo aman y le sirven. Obrará a favor de su pueblo que observa el pacto. No permitirá que sean un reproche… Os aseguro que si trabajáis de la manera justa, Dios hará que vuestros enemigos tengan paz con vosotros.

‘El os sostendrá y fortalecerá. Haced un pacto con Dios que estaréis atentos a vuestras palabras” (Testimonies for the Church, tomo 7, págs. 242, 243).

“Hay mucho beneficio en la obediencia a la ley de Dios. En la conformidad con los requerimientos divinos hay un poder transformador que imparte paz y buena voluntad entre los hombres. Si las enseñanzas de la palabra de Dios ejercieran una influencia dominadora en la vida de cada hombre y mujer, y los corazones y las mentes fuesen sometidos a su poder refrenador, los males que ahora existen en la vida nacional y social no hallarían cabida. De todo hogar emanaría una influencia que haría a los hombres y mujeres fuertes en percepción espiritual y en poder moral, y así naciones e individuos serían colocados en un terreno ventajoso” (Profetas y Reyes, pág. 143).

8. En lugar de estar confundidos y cometer errores, ¿de qué manera debemos afrontar los problemas, la oposición y las dificultades? ¿Qué es posible por medio de la fe en el Señor? Hebreos 11:33; 11:30. Para este estudio, se puede leer, también, Jueces 7:20-22.

“Mientras el mundo progresa en la impiedad, ninguno de nosotros necesita hacerse la ilusión de que no tendrá dificultades. Pero son esas mismas dificultades las que nos llevan a la cámara de audiencias del Altísimo. Podemos pedir consejo a Aquel que es infinito en sabiduría.

“Él nos invita a presentarle lo que nos tiene perplejos y lo que hemos menester, y nuestra necesidad de la ayuda divina. Nos aconseja ser constantes en la oración. Tan pronto como las dificultades surgen, debemos dirigirle nuestras sinceras y fervientes peticiones. Nuestras oraciones importunas evidencian nuestra vigorosa confianza en Dios. El sentimiento de nuestra necesidad nos induce a orar con fervor, y nuestro Padre celestial es movido por nuestras súplicas” (Las Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 136).

UNA LECCIÓN OBJETIVA PARA NOSOTROS: ¿ES POSIBLE TENER PAZ EN MEDIO DE LOS RUMORES DE GUERRA?

Una vez, se realizó un concurso de pintura con el significativo tema. “La Paz” y se presentaron distintos cuadros. Uno representaba una mañana apacible, otro un silencioso atardecer y otros motivos similares. Sin embargo, el premio lo ganó un cuadro que representaba una furiosa catarata que se precipitaba desde un acantilado levantando una nube de espuma y vapor, pero un petirrojo había construido su nido en la rama de un árbol que se doblaba sobre la hirviente catarata, y gorjeaba alegremente.

Ciertamente el mejor concepto de paz es poder obtener y gozar de ésta no sólo en circunstancias favorables, sino en el rumor de la tormenta. El petirrojo estaba sobre la rama que tenía sus raíces en la roca que se extendía sobre la hirviente nube de vapor de la catarata. En ese lugar tan alto gozaba de una maravillosa paz y seguridad. ¿Debe ser diferente la paz de aquellos que se encuentran en medio de problemas, peligros y luchas, pero confían plenamente en el Señor del cielo?