sábado, 12 de marzo de 2011

USANDO INSTRUMENTOS DE PAZ

INTRODUCCIÓN

“…antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios… En palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra” (2 Corintios 6:4,7).

INVOLUCRADOS EN UNA BATALLA ESPIRITUAL

1. Con el fin de poder afrontar el tenebroso poder del diablo y obtener la victoria, ¿qué se requiere de nosotros? Efesios 6:10,11; Romanos 13:12.

“Si resistimos las pruebas y logramos triunfar sobre las tentaciones de Satanás, entonces soportaremos la prueba de nuestra fe, la cual es más preciosa que el oro, y quedaremos más fuertes y mejor preparados para sobrellevar pruebas ulteriores. Pero si nos acobardamos y cedemos a las tentaciones de Satanás, nos volveremos más débiles, no recibiremos recompensa por la prueba, y no estaremos tan bien preparados para resistir lo que nos sobre- venga después. Así nos iremos debilitando cada vez más, hasta que Satanás nos lleve cautivos a su voluntad. Debemos llevar puesta la completa arma- dura de Dios, y estar listos en todo momento para sostener el conflicto con las potestades de las tinieblas. Cuando nos asalten las tentaciones y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con Él en oración. No dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y gracia para vencer y quebrantar

el poderío del enemigo. ¡Ojalá que todos viesen estas cosas en su verdadera luz y soportasen las fatigas como buenos soldados de Jesús! Entonces Israel podría seguir adelante, confortado en el Señor y en la potencia de su fortaleza” (Primeros Escritos, pág. 47).

2. Como hijos de Dios, ¿entramos en guerra con una o la otra nación? ¿Qué tipo de lucha es la nuestra? Efesios 6:12; 2 Corintios 10:3, 4.

“La vida del cristiano es una lucha. Pero ‘no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes’. En este conflicto de la justicia contra la injusticia, sólo podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda nuestra, y cada conquista tenderá a la recuperación de la posesión comprada por Dios, a la restauración de su imagen en el alma” (Mensajes para los Jóvenes, pág. 53).

“No obstante, aun en este caso, como en muchos otros, se comprobó la veracidad de la afirmación de Pablo; que las armas de nuestra milicia son

‘poderosas en Dios para la destrucción de fortaleza’ (2 Cor. 10:4) Aun en la misma casa de Nerón fueron ganados trofeos para la cruz. De entre los viles siervos de un rey aun más vil, se ganaron conversos que llegaron a ser hijos de Dios. No eran cristianos secretos, sino que profesaban su fe abiertamente y no se avergonzaban” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 370).

“Sabía [Pablo] que a cada paso del camino cristiano se les opondría la sinagoga de Satanás, y que tendrían que empeñarse diariamente en conflictos. Tendrían que guardarse contra el acercamiento furtivo del enemigo, rechazar los viejos hábitos e inclinaciones naturales, y velar siempre en oración. Pablo sabía que las más valiosas conquistas cristianas pueden obtenerse solamente mediante mucha oración y constante vigilancia, y trató de inculcar esto en sus mentes. Pero sabía también que en Cristo crucificado se les ofrecía un poder suficiente para convertir el alma y divinamente adaptado para permitirles resistir todas las tentaciones al mal. Con la fe en Dios como su armadura, y con su Palabra como su arma de guerra, serían provistos de un poder interior que los capacitaría para desviar los ataques del enemigo” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 248).

USANDO LAS ARMAS DADAS POR DIOS

3. Considerando que nuestra lucha es espiritual, ¿que arma- dura especial debemos llevar para poder resistir los ataques del diablo? Efesios 6:13; Santiago 4:7.

“En cada alma luchan activamente dos poderes en procura de la victoria. La incredulidad ordena sus fuerzas, guiada por Satanás, para separarnos de la Fuente de nuestra fortaleza. La fe ordena las suyas, dirigidas por Cristo, el Autor y Consumador de nuestra fe. El conflicto continúa hora a hora ante la vista del universo celestial. Esta es una batalla cuerpo a cuerpo, y el gran interrogante es: ¿Quién obtendrá el dominio? Cada uno debe decidir por sí mismo este asunto. Todos deben tomar parte en esta lucha, peleando en un bando o en el otro. En este conflicto no hay tregua... Se nos urge a prepararnos para esta acción. ‘Confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo’. La advertencia se repite: ‘Por lo tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes’” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 331).

EL CINTO Y LA CORAZA DE DIOS

4. ¿Qué necesitamos básicamente como un cinto fuerte?

¿Podemos sentirnos seguros, si como lo hizo Saúl, consultamos las enseñanzas y forma de pensar humanas? Efesios 6:14 (última parte); Isaías 11:5.

“Aferrémonos a la veracidad con mano firme, y sea ella parte de nuestra vida. Practicar el disimulo y jugar al tira y afloja con la verdad, para acomodar los planes egoístas de uno, significa provocar el naufragio de la fe. ‘Estad pues firmes, ceñidos vuestros lomos de verdad’ (Efe. 6:14.) El que declara falsedades, vende su alma a bajo precio. Sus mentiras pueden parecerle útiles en casos de apuro; de esta manera le parecerá que adelanta en sus negocios como no podría hacerlo mediante un proceder correcto, pero llega finalmente al punto en que no puede confiar en nadie. Al ser él mismo un falsario, no tiene confianza en la palabra de otros” (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 63, 64).

“Continuamente se esgrimirán teorías para apartar la mente y desarraigar la fe. Los que participaron en el desarrollo de las profecías, han llegado a ser lo que son actualmente, adventistas del séptimo día, mediante esas profecías. Deben permanecer firmes, con sus lomos ceñidos con la verdad, y revestidos con toda la armadura. Los que no han tenido esta experiencia, tienen el privilegio de retener con la misma confianza el mensaje de la verdad. La verdad que Dios se ha complacido en dar a su pueblo no debilitará su con- fianza en la senda por la que Él los ha conducido en el pasado, sino que los fortalecerá para permanecer firmes en la fe. Debemos mantener firme hasta el fin aquello que constituyó el comienzo de nuestra confianza” (Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 132).

5. ¿Qué tipo de don divino necesitamos para afrontar el pecado en todas sus formas? Según el contexto, ¿cuál es la función de la justicia de Dios que nos es imputada? Efesios 6:14 (segunda parte), 1 Tesalonicenses 5:8 (primera parte); Isaías 59:17; 2 Corintios 6:7.

“Estamos empeñados en una guerra, no contra carne ni sangre, sino contra principados y potestades, y contra malicias espirituales en lo alto. En el conflicto de la vida, debemos hacer frente a los agentes malos que se han desplegado contra la justicia. Nuestra esperanza no se concentra en el hombre, sino en el Dios vivo. Con la plena seguridad de la fe, podemos contar con que Él unirá su omnipotencia a los esfuerzos de los instrumentos humanos, para gloria de su nombre. Revestidos de la armadura de su justicia, podemos obtener la victoria contra todo enemigo” (Profetas y Reyes, págs. 82, 83).

“Revestida de la armadura de la justicia de Cristo, la iglesia entrará en su conflicto final. ‘Hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden’ (Cant. 6:10), ha de salir a todo el mundo, vencedora y para vencer.

“La hora más sombría de la lucha que sostiene la iglesia con las potencias del mal, es la que precede inmediatamente al día de su liberación final. Pero nadie que confíe en Dios necesita temer; porque si bien ‘el ímpetu de los vio- lentos es como turbión contra frontispicio’, Dios será para su iglesia ‘amparo contra el turbión’ (Isa. 25: 4)” (Patriarcas y Profetas, pág. 536).

CALZADO Y ESCUDO RECIBIDOS DE DIOS

6. ¿Podemos prepararnos de la manera que queremos o nuestra preparación debe coincidir absolutamente con la palabra inspirada? ¿Qué tipo de mensaje y experiencia es esta? Efesios 6:15; Isaías 52:7; Hechos 10:36.

“La verdad puesta a prueba en este tiempo no es fabricación de la mente humana, sino que es de Dios. Es genuina filosofía para los que se posesionan de ella. Cristo se encarnó para que nosotros, por creer la verdad, podamos ser santificados y redimidos. Que aquellos que tienen la verdad en justicia se levanten y avancen, calzados con el apresto del evangelio de la paz, para proclamar la verdad a aquellos que no la conocen. Que hagan senderos rectos para sus pies para que los cojos no se salgan del camino” (Testimonies for the Church, tomo 8, págs. 211, 212).

“Hermanos y hermanas, ¿os pondréis la armadura cristiana? ‘Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz’, estaréis preparados para ir de una casa a otra, llevando la verdad a la gente. A veces encontraréis que es penoso hacer esta clase de obra; pero si salís con fe, el Señor irá delante de vosotros, y hará que su luz brille sobre vuestro sendero. Entrando en los hogares de vuestros vecinos para vender o para dar nuestras publicaciones y con humildad enseñarles la verdad, os veréis acompañados por la luz del cielo, que permanecerá luego en estos hogares” (El Evangelismo, pág. 89).

7. ¿Qué debemos tomar para salir victoriosos en cada batalla espiritual y ser como los héroes en Hebreos 11? Efesios 6:16; 1 Pedro 5:8, 9; 1 Juan 5:4.

“Pregunté al ángel por qué no había más fe y poder en Israel. Me respondió:

‘Soltáis demasiado pronto el brazo del Señor. Asediad el trono con peticiones, y persistid en ellas con firme fe. Las promesas son seguras. Creed que vais a recibir lo que pidáis y lo recibiréis’. Se me presentó entonces el caso de Elías, quien estaba sujeto a las mismas pasiones que nosotros y oraba fervorosa- mente. Su fe soportó la prueba. Siete veces oró al Señor y por fin vió la nube- cilla. Vi que habíamos dudado de las promesas seguras y ofendido al Salvador con nuestra falta de fe. El ángel dijo: ‘Cíñete la armadura, y, sobre todo, toma el escudo de la fe que guardará tu corazón, tu misma vida, de los dardos de fuego que lancen los malvados’” (Primeros Escritos, pág. 74).

“Satanás está ocupado en todo momento, yendo de aquí para allá en la tierra, buscando a quien devorar. Pero la ferviente oración de fe frustrará sus esfuerzos más arduos. Embrazad, pues, hermanos, ‘el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno’ (Efe. 6: 16)” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 107).

EL YELMO, LA ESPADA Y LA VICTORIA ESPIRITUAL

8. ¿Hay otros instrumentos defensivos y cortantes que necesitamos usar en nuestra batalla espiritual para obtener la victoria? Efesios 6:17, 18; 1 Tesalonicenses 5:8 (segunda parte); Hebreos 4:12.

“Cuando los siervos de Cristo tornan el escudo de la fe para defenderse, y la espada del Espíritu para la guerra, hay peligro en el campamento del enemigo” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 158, 159).

“Es verdad que nuestra guerra es agresiva, pero nuestras armas deben basarse en un claro ‘Así dice Jehová’. Nuestra obra consiste en preparar un pueblo que subsista en el gran día de Dios. No debemos desviarnos y entrar en cosas que estimularán la controversia, ni despertar antagonismo en los que no son de nuestra fe” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 46).

“Temo que no exista la fe que es esencial. ¿No nos fortaleceremos contra los chascos y la tentación a desanimarnos? Dios es misericordioso, y con la verdad que despierta regocijo y que purifica y ennoblece la vida, podemos hacer una obra buena y sólida para Dios. La oración y la fe harán maravillas. La Palabra debe ser nuestra arma de combate. Pueden obrarse milagros por medio de la Palabra; porque es provechosa para todas las cosas” (El Evagelismo, pág. 358).

9. ¿Qué confianza debemos tener si afrontamos nuestra batalla de la fe con estos instrumentos? 2 Timoteo 4:7, 8.

“Casi veinte siglos han pasado desde el momento cuando el anciano Pablo derramó su sangre para ser testigo de la Palabra de Dios y del verdadero testimonio de Cristo.... Como sonido de trompeta ha resonado su voz a través de las edades, infundiendo su propio valor a miles de testigos de Cristo, y despertando a miles de corazones angustiados con el eco de su propio clamor de triunfo: ‘Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida’ (2 Tim. 4:6-8)” (La Historia de la Redención, págs. 335, 336).

UNA LECCIÓN OBJETIVA PARA NOSOTROS: AYUDANDO A LOS DEMÁS

Un día, un predicador dijo que había sido testigo de la salvación del sobreviviente de un naufragio, quien fue arrastrado por la corriente de un río. Finalmente, el hombre pudo aferrarse a una frágil rama que apenas lo podía sostener. Cuando vino su salvador y le arrojó una cuerda a la cual se podía aferrar, el hombre temió abandonar la rama que hasta entonces lo había sostenido. Por esta razón le gritaron: “Deja la rama y toma la cuerda que es suficientemente fuerte para sacarte nadando”. Finalmente, el hombre, temblando, abandonó la rama y para su sorpresa vio que en lugar de ahogarse, la cuerda, que era tirada por brazos vigorosos, no sólo lo mantuvo nadando, sino que lo acercó al lugar donde estaban sus salvadores, quienes estaban procurando ofrecerle toda la ayuda que necesitase.

Como Jesús ha sido el poderoso Salvador para todos nosotros, en este caso, la rama, las manos, los brazos, y la cuerda fueron los instrumentos usados para la salvación del sobreviviente. Jesús desea lo mismo para nosotros. Seamos pues instrumentos de paz y de esta manera seremos una gran bendición para el prójimo.