sábado, 12 de marzo de 2011

DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ

Texto para memorizar: “Otra vez Jesús les dijo: Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

OBJETIVOS

1. Identificar la luz que disipa las tinieblas por medio de sus dos naturalezas.

2. Descubrir el poder de la luz por sus efectos en el alma.

INTRODUCCIÓN

“Ahora que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Cuando Jesús terminó de hablar, se fue, y se escondió de ellos” (Juan 12:36). “Cuando pasa la Luz del mundo, se descubre un privilegio en las dificultades, orden en la confusión, éxito en el aparente fracaso. Se ven en las calamidades bendiciones disfrazadas, en los dolores, misericordias. Los obreros provenientes del pueblo común, que comparten las penas de sus semejantes como su Maestro compartió las de toda la especie humana, lo verán,

por medio de la fe, trabajar junto a ellos” (La Educación, pág. 270).

JESUCRISTO ES UNA LUZ BIFOCAL EN LAS TINIEBLAS.

1. ¿Cómo brillan las dos naturalezas de Cristo en medio de las tinieblas? Juan 8:12; 1 Timoteo 3:16.

“Esta verdad ha sido para muchos una causa de duda e incredulidad. Cuando Cristo vino al mundo como Hijo de Dios e Hijo del hombre no fue comprendido por la gente de su tiempo. Cristo se rebajó hasta revestirse de la naturaleza humana, a fin de alcanzar a la especie caída y elevarla. Pero la mente de los hombres había sido obscurecida por el pecado..., de manera que no podían discernir su carácter divino debajo del manto de la humanidad...” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 344).

2. ¿Por qué son tan importantes las dos naturalezas de Cristo para este mundo de tinieblas? Juan 1:14; Hebreos 2:16, 17.

“La naturaleza humana del Hijo de María, ¿fue cambiada en la naturaleza divina del Hijo de Dios? No. Las dos naturalezas se mezclaron misteriosamente en una sola persona: el hombre Cristo Jesús. En Él moraba toda la plenitud de la Deidad corporalmente. Cuando Cristo fue crucificado, su naturaleza humana fue la que murió. La Deidad no disminuyó ni murió; esto habría sido imposible. Cristo, el inmaculado, salvará a cada hijo e hija de Adán que acepte la salvación que se le ofrece, que consienta en convertirse en hijo o hija de Dios. El Salvador ha comprado a la raza caída con su propia sangre” (Exaltad a Jesús, pág. 70).

“El cielo sabía que el hombre necesitaba un maestro divino. La compasión y simpatía de Dios se despertaron en favor de los seres humanos, caídos y atados al carro de Satanás; y cuando llegó la plenitud del tiempo, Él envió a su Hijo. El que había sido señalado en los concilios del cielo, vino a esta tierra como instructor del hombre. La rica benevolencia de Dios lo dio a nuestro mundo; y para satisfacer las necesidades de la naturaleza humana, se revistió de humanidad. Para asombro de la hueste celestial, el Verbo eterno vino a este mundo como un niño impotente. Plenamente preparado, dejó los atrios celestiales y se alió misteriosamente con los seres humanos caídos. ‘Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’ (Juan 1:14)” (Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, pág. 246).

3. Si la sangre de Cristo representa su naturaleza humana, ¿por qué es tan importante en el cielo? Efesios 1:7; Hebreos 9:12.

“Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión arrepentida del pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como un incienso hasta el santuario celestial; pero al pasar por los corruptos canales de la humanidad, quedan tan contaminados que a menos que sean purificados con sangre, nunca pueden ser de valor ante Dios. No ascienden con pureza impecable, y no son aceptables a Dios a menos que el Intercesor que está a la diestra de Dios los presente y purifique con su justicia. Todo el incienso de los tabernáculos terrenales debe estar humedecido con las purificadoras gotas de la sangre de Cristo. Él sostiene delante del Padre el incensario de sus propios méritos en el cual no hay mancha de corrupción terrenal. Reúne en este incensario las oraciones, las alabanzas y las confesiones de su pueblo y añade su propia justicia inmaculada. Entonces, perfumado con los méritos de la propiciación de Cristo, asciende el incienso delante de Dios plena y entera- mente aceptable. Así se obtienen respuestas benignas” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 404).

4. ¿Qué valor estamos dando a la obra de Cristo en el trono celes- tial? Hebreos 10:19, 20.

“Estamos en el gran día de la expiación, y la sagrada obra de Cristo en favor del pueblo de Dios que se está llevando a cabo ahora [1882] en el santuario celestial, debería ser motivo de nuestro constante estudio” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7-A, p. 479).

“¡Oh, si todos pudieran considerar a nuestro precioso Salvador según lo que es: un Salvador! Permitamos que su mano descorra el velo que oculta su gloria de nuestra vista. Lo muestra en un lugar elevado y santo. ¿Qué vemos? A nuestro Salvador, no en un ambiente silencioso e inactivo. Está rodeado de inteligencias celestiales: querubines y serafines, y ángeles por decenas y más decenas de millares. Todos estos seres celestiales tienen un propósito que está por encima de todos los demás, en el cual tienen un profundo interés: la iglesia en medio de un mundo corrompido (Carta 89 c, 1897)” (Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7-A, pág. 479).

EL PODER DE LA LUZ EN LAS CÁMARAS DE LA MENTE

5. ¿Cómo llega la luz divina a iluminar el alma? Ezequiel 11:19; Hebreos 8:10.

“Mas cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la con- ciencia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra.

‘La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo’ (Juan

1:9), ilumina las cámaras secretas del alma y se manifiestan las cosas ocultas. La convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador tiene entonces conciencia de la justicia de Jehová y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser purificado y restituido a la comunión del cielo” (El Camino a Cristo, págs. 22, 23).

6. ¿Cómo descubrir que la luz ha hecho efecto en nosotros? 2 Corintios

5:17; 1 Juan 5:2-4.

“Y si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir, el servicio y la lealtad de amor, es la verdadera prueba del discipulado. Siendo así, la Escritura dice: ‘Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos’

“‘El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, es mentiroso, y no hay verdad en él’ (1 S. Juan 5:3; 2:4). En vez de que la fe exima al hombre de la obediencia, es la fe, y sólo ella, la que lo hace participante de la gracia de Cristo y lo capacita para obedecerlo” (El Camino a Cristo, pág. 60).

“La obediencia a estos mandamientos es la única evidencia en el hombre de que posee un conocimiento genuino y salvador de Dios. El amor a Dios se demuestra por el amor a aquellos por quienes murió Cristo” (A Fin de Cono- cerle, pág. 11).

7. ¿Cuán poderosos son los rayos de luz para alcanzar al pecador? Romanos 7:12.

“La Ley de Dios, tal como se presenta en las Escrituras, es amplia en sus requerimientos. Cada principio es santo, justo y bueno. La ley impone a los hombres obligaciones frente a Dios. Alcanza hasta los pensamientos y sentimientos, y producirá una convicción de pecado en todo el que esté persuadido de haber transgredido sus requerimientos. Si la ley abarcara sólo la conducta externa, los hombres no serían culpables de sus pensamientos, deseos y designios erróneos. Pero la ley requiere que el alma misma sea pura y la mente santa, que los pensamientos y sentimientos estén de acuerdo con la norma de amor y justicia” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 248).

8. ¿Qué cuidado debemos tener para no corrompernos? Mateo

5:28; Hebreos 12:12-15.

“Muchos jóvenes buscan ansiosamente libros. Leen todo lo que pueden obtener. Los relatos de amor provocativos y las láminas impuras tienen una influencia corruptora. ...El corazón se corrompe por la imaginación. La mente se complace en contemplar escenas que despiertan las más bajas y viles pasiones, corrompen la moral y preparan a los seres engañados e infatuados para que den rienda suelta a las pasiones concupiscentes...” (Maranata, pág. 141).

9. ¿Cómo podemos permanecer bajo los efectos de la luz divina?

Juan 5:21; 15:4; 1 Tesalonisenses 5:23.

“Un poder motivador obra interiormente para transformar el carácter. Una influencia que impulsa, recibida del cielo, obra como la levadura escondida en la masa. El amor de Jesús se introduce en el corazón con su poder redentor para controlar todo el ser: el alma, el cuerpo y el espíritu (Manuscrito 82, 26 de junio de 1898, ‘La levadura de la verdad’)” (Cada día con Dios, pág. 186).

“Es el carácter, no la colocación de nuestros nombres en los libros de la iglesia, lo que nos hace cristianos...” (Alza tus Ojos, pág. 26).

10. ¿Cuáles son los resultados de haber pasado de las tinieblas a la luz? 1 Tesalonicences 5:23; Efesios 4:13.

“La verdad, la preciosa verdad, es santificante en su influencia. La santificación del alma por la operación del Espíritu Santo es la implantación de la vida de Cristo en la humanidad, es la gracia de nuestro Señor Jesucristo revelada en el carácter y la gracia de Cristo traducida en un ejercicio activo de buenas obras. Así el carácter se transforma más y más perfectamente a la imagen de Cristo en justicia y santidad de verdad. Hay amplios requisitos en la verdad divina, los cuales consisten en una línea tras otra de buenas obras. Las verdades del Evangelio no están inconexas; unidas, forman una cadena de gemas celestiales, como se observan en la obra personal de Cristo; y como hebras de oro, corren por la totalidad de la obra y la experiencia cristiana” (Mensajes Selectos, tomo 3, págs. 225, 226).