sábado, 19 de mayo de 2012

LOS PRIMEROS DISCÍPULOS

“La pregunta que Cristo había dirigido a Pedro era significativa. Men­cionó sólo una condición para ser discípulo y servir. ‘¿Me amas?’ dijo. Esta es la cualidad esencial. Aunque Pedro poseyese todas las demás, sin el amor de Cristo no podía ser pastor fiel sobre el rebaño del Señor. El conocimiento, la benevolencia, la elocuencia, la gratitud y el celo son todos valiosos auxiliares en la buena obra; pero sin el amor de Jesús en el corazón, la obra del ministro cristiano fracasará seguramente” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 753).

“Morar en Cristo es elegir únicamente el carácter de Cristo, de modo que los intereses de Él se identifiquen con los tuyos. Mora en Él para ser y hacer sólo lo que Él quiere. Estas son las condiciones del discipulado, y a menos que las cumplas, nunca podrás hallar descanso. El descanso está en Cristo. No puede existir lejos de Él” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 130).

ANDRÉS Y JUAN

1. Después de haber oído el testimonio de Juan el Bautista, ¿quién decidió seguir a Jesús? Juan 1:35-37.

“Juan volvió a ver a Jesús entre el pueblo. Otra vez se iluminó el rostro del profeta con la gloria del Invisible, mientras exclamaba: ‘He aquí el Cordero de Dios’. Las palabras conmovieron el corazón de los discípulos. Ellos no las comprendían plenamente. ¿Qué significaba el nombre que Juan le había dado: ‘Cordero de Dios’?” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 112).

2. ¿Cómo llamaron a Jesús y qué sincero interés se revelaba en sus preguntas? Juan 1:38-40.

“Dejando a Juan, se fueron en pos de Jesús. Uno de ellos era Andrés, hermano de Simón; el otro Juan, el que iba a ser el evangelista. Éstos fueron los primeros discípulos de Cristo. Movidos por un impulso irresistible, siguieron a Jesús, ansiosos de hablar con Él, aunque asombrados y en silencio, abrumados por el significado del pensamiento: ‘¿Es éste el Mesías?’

“Jesús sabía que los discípulos le seguían. Eran las primicias de su ministerio, y había gozo en el corazón del Maestro divino al ver a estas almas responder a su gracia... Ellos eran conscientes de un solo propósito. La presencia de Cristo llenaba su pensamiento. Exclamaron: ‘Rabbí,... ¿dónde moras?’ En una breve entrevista, a orillas del camino, no podían recibir lo que anhelaban. Deseaban estar a solas con Jesús, sentarse a sus pies, y oír sus palabras” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 112).

SIMÓN Y FELIPE

3. Gozosos de haber encontrado al Mesías, ¿qué hizo inmediatamente Andrés? Juan 1:41, 42.

“Andrés trató de impartir el gozo que llenaba su corazón. Yendo en busca de su hermano Simón, exclamó: ‘Hemos hallado al Mesías’. Simón no se hizo llamar dos veces. Él también había oído la predicación de Juan el Bautista, y se apresuró a ir al Salvador. Los ojos de Jesús se posaron sobre él, leyendo su carácter y su historia. Su naturaleza impulsiva, su corazón amante y lleno de simpatía, su ambición y confianza en sí mismo, la historia de su caída, su arrepentimiento, sus labores y su martirio: el Salvador lo leyó todo, y dijo: ‘Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás lla­mado Cefas (que quiere decir, Piedra)’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 113).

4. ¿Cómo fue Felipe llevado a Jesús? Juan 1:43, 44.

“Fue por medio del contacto y la asociación personales cómo Jesús preparó a sus discípulos. A veces les enseñaba, sentado entre ellos en la ladera de la montaña; a veces a la orilla del mar, o andando con ellos en el camino, les revelaba los misterios del reino de Dios. No sermoneaba, como hacen los hom­bres hoy. Dondequiera que hubiese corazones abiertos para recibir el mensaje divino, revelaba las verdades del camino de salvación. No ordenaba a sus discípulos que hiciesen esto o aquello, sino que decía: ‘Seguid en pos de mí’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 127).

“Los que ocupan puestos elevados pueden desviar a otros. Aun los más sabios se equivocan; los más fuertes pueden vacilar y tropezar. Es necesario que la luz del cielo se derrame constantemente sobre nuestro sendero. Nues­tra única seguridad estriba en confiar implícitamente nuestro camino a Aquel que dijo: ‘Sígueme’” (Patriarcas y Profetas, pág. 599).

EL LLAMADO DEL MAESTRO A NATANAEL

5. En su entusiasmo, ¿a quién le habló Felipe acerca de Jesús? ¿Crees que esta manera de compartir al Salvador con otros es efectiva aún hoy? Juan1:45.

6. Aunque Natanael al principio expresó prejuicios, ¿de qué forma maravillosa Jesús le habló al corazón? Juan 1:46-48.

“Nadie será jamás llamado a perfeccionar un carácter cristiano bajo cir­cunstancias más desfavorables que las que rodearon a nuestro Salvador. El hecho de que Cristo viviera treinta años en Nazaret, lugar del cual muchos consideraban una maravilla que saliese algo bueno, es un reproche para los jóvenes que piensan que su carácter religioso debe conformarse a las circunstancias. Si el ambiente de los jóvenes es desagradable y positivamente malo, muchos hacen de esto una excusa para no perfeccionar un carácter cristiano. El ejemplo de Cristo sería un reproche para la idea de que sus seguidores han de depender del lugar, la fortuna o la prosperidad para vivir vidas sin culpa. Cristo les enseñaría que su fidelidad haría honorable cualquier puesto, por humilde que sea, al cual los haya llamado la providencia de Dios” (Mensajes para los Jóvenes, pág. 77).

7. ¿Qué confesión hizo Natanael desde lo más profundo de su corazón cuando vio que Jesús comprendía su anhelo más íntimo? Juan 1:49-51.

“Pero los dones de Jesús son siempre frescos y nuevos. El banquete que Él provee para el alma no deja nunca de dar satisfacción y gozo. Cada nuevo don aumenta la capacidad del receptor para apreciar y gozar las bendiciones del Señor. Da gracia sobre gracia. No puede agotarse la pro­visión. Si moramos en Él, el recibimiento de un rico don hoy, nos ase­gura la recepción de un don más rico mañana. Las palabras de Jesús a Natanael expresan la ley de Dios al tratar con los hijos de la fe. A cada nueva revelación de su amor, declara al corazón dispuesto a recibirle: ‘¿Crees? cosas mayores que éstas verás’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 122).

MEDITACIÓN

“Podéis elevaros hasta las alturas a las cuales os invita el Espíritu Santo. La verdadera religión significa vivir la Palabra en vuestra vida práctica. Vuestra profesión no tiene ningún valor sin la práctica realización de la Palabra. ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame’. Esta es la condición para ser discípulo” (Testimonios para Ministros, pág. 125).

“Este amor es la evidencia de su discipulado. ‘En esto conocerán todos que sois mis discípulos –dijo Jesús,– si tuviereis amor los unos con los otros’. Cuando los hombres no están vinculados por la fuerza o los intere­ses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una influencia que está por encima de toda influencia humana. Donde existe esta unidad, constituye una evidencia de que la imagen de Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido implantado un nuevo principio de vida. Muestra que hay poder en la naturaleza divina para resistir a los agentes sobrenaturales del mal, y que la gracia de Dios subyuga el egoísmo inherente en el corazón natural” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 633).