sábado, 19 de mayo de 2012

El VERBO SE HIZO HOMBRE

“Jesús, el gran Comandante del cielo, dejó las cortes celestiales para venir a este mundo abrasado y manchado por la maldición. Tomó sobre sí nuestra naturaleza para que con su brazo humano pudiera abarcar a la humanidad, mientras que con su brazo divino podía aferrarse del trono del Omnipotente y de esa manera unir al hombre finito con el Dios infinito. Nuestro Redentor vino al mundo para mostrar cómo debía vivir el hombre para asegurarse la vida inmortal. Nuestro Padre celestial hizo un sacrificio infinito al dar a su Hijo a que muriera por el hombre caído. El precio pagado por nuestra redención debería darnos una visión exal­tada de lo que podemos llegar a ser por medio de Cristo” (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 563).

LA ENCARNACIÓN DEL VERBO

1. ¿Qué gran cambio tuvo lugar en la Persona del Verbo cuando vino al mundo? Juan 1:14; 1 Timoteo 3:16 (primera parte); 1 Juan 4:3.

“La doctrina de la encarnación de Cristo en carne humana es un mis­terio, ‘el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades’ (Col. 1: 26). Es el grande y profundo misterio de la piedad. ‘Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’ (Juan 1: 14). Cristo tomó sobre sí la naturaleza humana, una naturaleza inferior a su naturaleza celestial. No hay nada que demuestre tanto como esto la maravillosa condescendencia de Dios. ‘De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo uni­génito’ (Juan 3: 16). Juan presenta este admirable tema con tal sencillez que todos pueden captar las ideas expuestas y ser iluminados” (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 290, 291).

2. ¿Qué posición tomó la gloriosa Palabra cuando vino al mundo como ser humano? Filipenses 2:7, 8; Hebreos 2:9.

“El que había sido señalado en los concilios del cielo, vino a esta tierra como instructor. No era menos que el Creador del mundo, el Hijo del Dios infinito. La rica benevolencia de Dios lo dio a nuestro mundo; y para satis­facer las necesidades de la naturaleza humana, se revistió de humanidad. Para asombro de la hueste celestial, anduvo en esta tierra como la Pala-bra Eterna. Completamente preparado, abandonó las cortes reales para venir a este mundo manchado y contaminado por el pecado. Misteriosa­mente se alió a la naturaleza humana. ‘Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’. La extrema bondad, benevolencia y amor de Dios eran una sorpresa para el mundo, de la gracia que se puede experimen­tar, pero no contar” (Fundamentals of Christian Education, pág. 400).

EL TIEMPO DE LA ENCARNACIÓN

3. De acuerdo a la profecía, ¿cuándo debía ocurrir su encar­nación? Daniel 9:25.

“La venida del Salvador había sido predicha en el Edén. Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese pronto. Dieron gozosamente la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador... Desde los días de Enoc, la promesa fue repetida por medio de los patriarcas y los profetas, manteniendo viva la esperanza de su aparición, y sin embargo no había venido. La profecía de Daniel revelaba el tiempo de su advenimiento, pero no todos interpretaban correctamente el mensaje” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 24).

4. ¿Cómo se cumplió la profecía sobre el Mesías? Gálatas 4:4.

“Pero, como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora... Así también fue determinada en el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén.

“‘Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo’. La Providencia había dirigido los movimientos de las naciones, así como el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a tal punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador. Las naciones estaban unidas bajo un mismo gobierno. Un idioma se hablaba extensamente y era reconocido por doquiera como la lengua literaria. De todos los países, los judíos dispersos acudían a Jerusalén para asistir a las fiestas anuales, y al volver adonde residían, podían difundir por el mundo las nuevas de la llegada del Mesías” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 24, 25).

5. Cuando se hubo cumplido el tiempo, ¿qué asombroso mensaje fue dado a una joven? Lucas 1:30-33.

LA MISIÓN DE LA PALABRA ENCARNADA

6. ¿Cuál fue la gran misión de la Palabra encarnada en este mundo? Mateo 1:21, 23; Lucas 2:30-32.

“Antes de que se establecieran los fundamentos del mundo, Cristo, el Unigénito de Dios, se comprometió a convertirse en el Redentor de la raza humana, si pecaba Adán. Adán cayó, y Aquel que era participante de la gloria del Padre antes de que el mundo fuese, puso a un lado su manto real y su corona regia, y descendió de su elevada autoridad a fin de llegar a ser una criatura en Belén para que pudiera redimir a los seres humanos caídos pasando por el terreno donde tropezó y cayó Adán” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 266).

7. ¿Hasta qué punto llegó con el fin de salvar a la humanidad caída? Romanos 8:3; Hebreos 2:14.

“Hay misterios en el plan de la redención: la humillación del Hijo de Dios, para que fuese hallado como hombre, el admirable amor y la condescenden­cia del Padre al entregar a su Hijo; y esos misterios constituyen temas de continuo asombro para los ángeles celestiales. El apóstol Pedro, hablando de la revelación dada a los profetas en cuanto a ‘las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de ellas’, dice que son cosas ‘en las cuales desean mirar los ángeles’ (1 Ped. 1: 11, 12)” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 308).

MEDITACIÓN

“La encarnación de Cristo fue un acto de abnegación; su vida representó una continua negación de sí mismo. La gloria más elevada del amor de Dios por el hombre se manifestó en el sacrificio de su Hijo unigénito, que era la imagen misma de su sustancia. Este es el gran misterio de la piedad. Es privi­legio y deber de cada cristiano profeso tener la mente de Cristo. No podemos ser discípulos suyos sin manifestar abnegación y sin llevar la cruz” (Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 212).