sábado, 19 de mayo de 2012

EL PRIMER MILAGRO DE JESÚS

“Aquí hay una lección para los discípulos de Cristo de todos los tiempos. No deben excluirse a sí mismos de la sociedad, renunciar a toda comunión social o buscar una estricta reclusión de su prójimo. Para poder alcanzar a todas las clases, debemos acercarnos a ellas allí donde se encuentran, ya que rara vez ellos nos buscarán a nosotros por su propia iniciativa. No solamente desde el púlpito son tocados los corazones de los hombres y las mujeres por la verdad divina. Cristo despertó su interés andando entre ellos como alguien que deseaba hacerles bien. Los buscó en sus activi­dades diarias y manifestó un interés genuino en sus asuntos temporales. Llevó sus instrucciones al hogar de la gente colocando a familias enteras, en sus propios hogares, bajo la influencia de su divina presencia...” (My Life Today, pág. 186).

UN PROBLEMA EN UNA BODA

1. Después de haber llamado a los primeros discípulos en Judea y Galilea, ¿adónde fue Jesús? Juan 2:1, 2.

“Los participantes eran parientes de José y de María. Cristo sabía de esa reunión de familia y que allí se congregarían muchas personas influyen­tes; así que decidió ir a Caná en compañía de sus discípulos que acababa de llamar...” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, pág. 1107).

“Se unió a la asamblea mixta de una reunión festiva y mientras que nin­guna sombra de frivolidad mundana contaminaba su conducta, aprobó la reunión social con su presencia” (My Life Today, pág. 186).

2. ¿Qué situación inesperada se presentó durante la cele­bración? ¿Por qué crees que su madre le informó? Juan 2:3.

“Al oír María el testimonio de los discípulos acerca de Jesús, la alegró la seguridad de que las esperanzas que alimentara durante tanto tiempo no eran vanas. Sin embargo, ella habría sido más que humana si no se hubiese mezclado con su santo gozo un vestigio del orgullo natural de una madre amante. Al ver cómo las miradas se dirigían a Jesús, ella anheló verle probar a todos que era realmente el honrado de Dios. Esperaba que hubiese oportunidad de realizar un milagro delante de todos...

“María había ayudado en los arreglos hechos para la fiesta, y ahora se dirigió a Jesús diciendo: ‘Vino no tienen’. Estas palabras eran una su-gestión de que Él podría suplir la necesidad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 120).

LA RESPUESTA DE JESÚS

3. ¿Cómo contestó Jesús al requerimiento implícito de su madre? ¿Qué manifiesta la respuesta de Jesús a tal solici­tud, ya sea implícita o explícitamente? Juan 2:4.

“Esta respuesta, por brusca que nos parezca, no expresaba frialdad ni falta de cortesía. La forma en que se dirigió el Salvador a su madre estaba de acuerdo con la costumbre oriental. Se empleaba con las personas a quienes se deseaba demostrar respeto. Todo acto de la vida terrenal de Cristo estuvo en armonía con el precepto que Él mismo había dado: ‘Honra a tu padre y a tu madre’. En la cruz, en su último acto de ternura hacia su madre, Jesús volvió a dirigirse a ella de la misma manera al confiarla al cuidado de su discípulo más amado. Tanto en la fiesta de bodas como sobre la cruz, el amor expresado en su tono, mirada y modales, interpretó sus palabras.

“Las palabras: ‘Aun no ha venido mi hora’, indican que todo acto de la vida terrenal de Cristo se realizaba en cumplimiento del plan trazado desde la eternidad. Antes de venir a la tierra, el plan estuvo delante de Él, perfecto en todos sus detalles. Pero mientras andaba entre los hom­bres, era guiado, paso a paso, por la voluntad del Padre. En el momento señalado, no vacilaba en obrar. Con la misma sumisión, esperaba hasta que llegase la ocasión” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 120, 121).

4. ¿Cómo se debe comprender la respuesta dada a su madre? Considerando que durante el ministerio de Jesús, Él respondió a las peticiones de diferentes personas, ¿qué podemos esperar en este caso? Juan 2:5.

“Al decir a María que su hora no había llegado todavía, Jesús contestaba al pensamiento que ella no había expresado, la expectativa que acariciaba en común con su pueblo. Esperaba que se revelase como Mesías, y asumiese el trono de Israel. Pero el tiempo no había llegado. Jesús había aceptado la suerte de la humanidad, no como Rey, sino como Varón de dolores, familiarizado con el pesar.

“Pero aunque María no tenía una concepción correcta de la misión de Cristo, confiaba implícitamente en Él. Y Jesús respondió a esta fe. El primer milagro fue realizado para honrar la confianza de María y fortalecer la fe de los discípulos. Éstos iban a encontrar muchas y grandes tentaciones a dudar... Los primeros milagros del Salvador fortalecieron a los discípulos para que se mantuviesen firmes frente a esta oposición” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 121).

COMO OBRA DIOS

5. ¿Qué instrucciones dio Jesús a los siervos? ¿Cuál era el sig­nificado de este milagro? Juan 2:6, 7.

“El don de Cristo en el festín de bodas fue un símbolo. El agua represen­taba el bautismo en su muerte; el vino, el derramamiento de su sangre por los pecados del mundo. El agua con que llenaron las tinajas fue traída por manos humanas, pero sólo la palabra de Cristo podía impartirle la virtud de dar vida. Así sucedería con los ritos que iban a señalar la muerte del Salvador. Únicamente por el poder de Cristo, obrando por la fe, es como tienen eficacia para alimentar el alma...

“En el primer banquete al cual asistió con sus discípulos, Jesús les dio la copa que simbolizaba su obra en favor de su salvación. En la última cena se la volvió a dar, en la institución de aquel rito sagrado por el cual su muerte había de ser conmemorada hasta que volviera” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 123).

6. ¿Explicó Jesús el milagro que había hecho o llamó la atención al respecto? ¿Cuál crees que haya sido la razón? Juan 2:8-10.

“El vino que Jesús proveyó para la fiesta, y que dio a los discípulos como símbolo de su propia sangre, fue el jugo puro de uva. A esto se refiere el pro­feta Isaías cuando habla del ‘mosto en un racimo’, y dice: ‘No lo desperdicies, que bendición hay en él’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 123).

“Fue Cristo quien dio en el Antiguo Testamento la advertencia a Israel: ‘El vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; y cualquiera que por ello errare, no será sabio’. Y Él mismo no proveyó bebida tal. Satanás tienta a los hombres a ser intemperantes para que se enturbie su razón y se emboten sus percepciones espirituales, pero Cristo nos enseña a man­tener sujeta la naturaleza inferior. Toda su vida fue un ejemplo de renun­ciamiento propio. A fin de dominar el poder del apetito, sufrió en nuestro favor la prueba más severa que la humanidad pudiese soportar. Cristo fue quien indicó que Juan el Bautista no debía beber ni vino ni bebida alcohólica. Él fue quien ordenó abstinencia similar a la esposa de Manoa. Y Él pronunció una maldición sobre el hombre que ofreciese la copa a los labios de su prójimo. Cristo no contradice su propia enseñanza. El vino sin fermentar que Él proveyó a los huéspedes de la boda era una bebida sana y refrigerante. Su efecto consistía en poner al gusto en armonía con el apetito sano” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 123).

RAZONES PARA LOS MILAGROS DE JESÚS

7. ¿Cómo se puede explicar que Jesús se haya negado a trans­formar las piedras en pan en el desierto, mientras que aquí cambió el agua en vino? Juan 2:11.

“Jesús no empezó su ministerio haciendo alguna gran obra delante del Sanedrín de Jerusalén. Su poder se manifestó en una reunión familiar, celebrada en una pequeña aldea de Galilea, para aumentar el placer de una fiesta de bodas. Así demostró su simpatía por los hombres y su deseo de contribuir a su felicidad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 118).

“Las nuevas del milagro se difundieron por toda aquella región, y lle­garon hasta Jerusalén. Con nuevo interés, los sacerdotes y ancianos escu­driñaron las profecías relativas a la venida de Cristo. Existía un ávido deseo de descubrir la misión de este nuevo maestro que de manera tan modesta aparecía entre la gente” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 124).

MEDITACIÓN

“El ejemplo de Cristo, al vincularse con los intereses de la humani­dad, debe ser seguido por todos los que predican su Palabra y por todos los que han recibido el Evangelio de su gracia. No hemos de renunciar a la comunión social. No debemos apartarnos de los demás. A fin de alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde se encuentren. Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No sólo desde el púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos por la verdad divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los humildes y en la mansión de los encumbrados; junto a la mesa hospitalaria, y en las reuniones de inocente placer social” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 126).

“Jesús condenaba la complacencia propia en todas sus formas; sin embargo, era de naturaleza sociable. Aceptaba la hospitalidad de todas las clases, visitaba los hogares de los ricos y de los pobres, de los sabios y de los ignorantes,... No autorizaba la disipación, y ni una sombra de livi­andad mundanal manchó su conducta; sin embargo, hallaba placer en las escenas de felicidad inocente, y con su presencia sancionaba las reuniones sociales. Una boda entre los judíos era una ocasión impresionante, y el gozo que se manifestaba en ella no desagradaba al Hijo del hombre” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 125).

“Como discípulos de Cristo, no nos mezclaremos con el mundo simple­mente por amor al placer, o para participar de sus locuras. Un trato tal no puede sino traer perjuicios. Nunca debemos sancionar el pecado por nuestras palabras o nuestros hechos, nuestro silencio o nuestra presen­cia. Dondequiera que vayamos, debemos llevar a Jesús con nosotros, y revelar a otros cuan precioso es nuestro Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 126).