sábado, 19 de mayo de 2012

SÍGUEME

“El que más ame a Cristo hará la mayor suma de bien. No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, deja obrar al Espíritu Santo en su corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios. Con tal que los hombres estén dispuestos a soportar la disciplina necesaria, sin quejarse ni desmayar por el camino, Dios les enseñará hora por hora, día tras día. El anhela revelar su gracia. Con tal que los suyos quieran quitar los obstáculos, Él derramará las aguas de salvación en raudales abundantes mediante los conductos humanos. Si los hombres de vida humilde fuesen estimulados a hacer todo el bien que podrían hacer, y ninguna mano refrenadora reprimiese su celo, habría cien personas trabajando para Cristo donde hay actualmente una sola” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 216).

EXPERIENCIAS ANTES DEL LLAMADO

1. ¿Qué se sabe de los hombres a quienes Jesús llamó, esta­ban ociosos o activos? Mateo 4:18; Lucas 5:1, 2.

“Amanecía sobre el mar de Galilea. Los discípulos, cansados por una noche infructuosa, estaban todavía en sus barcos pesqueros bogando sobre el lago. Jesús volvía de pasar una hora tranquila a orillas del agua. Había esperado hallarse, durante unos cortos momentos de la madru­gada, aliviado de la multitud que le seguía día tras día. Pero pronto la gente empezó a reunirse alrededor de Él” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 211).

2. Después que el Señor usó el bote de Simón para predi­car, ¿qué le pidió que hiciera? ¿Fueron ellos los únicos a quienes el Señor dijo que dejaran sus redes? Lucas 5:3, 4.

“Hay quienes piensan que su deber consiste en predicar la verdad, pero no se atreven a aventurarse lejos de la playa, y por lo tanto no pescan ningún pez. Prefieren ir entre las iglesias y recorrer una y otra vez el mismo terreno. Informan que pasaron momentos agradables y que realizaron una visita placentera, pero buscamos en vano las almas que han sido convertidas a la verdad por medio de sus esfuerzos. Estos ministros navegan demasiado cerca de la costa. Deben ir a las aguas profundas y arrojar sus redes en el lugar donde se encuentran los peces. No hay falta de trabajo. Podrían haber cientos de obreros empleados en la viña del Señor donde ahora hay un solo (The True Missionary, 1 de Febrero, 1874)” (El Evangelismo, pág. 48).

EL RESULTADO DE LA CONFIANZA Y LA OBEDIENCIA

3. A pesar que durante la noche terminaron su trabajo sin tener éxito, ¿estaba Simón dispuesto a seguir la sugerencia de Jesús? ¿Qué haríamos nosotros después de una experiencia similar? Lucas 5:5.

“Terminado el discurso, Jesús se volvió a Pedro y le ordenó que se diri­giese mar adentro y echase la red. Pero Pedro estaba descorazonado. En toda la noche no había pescado nada... Aun su propia ocupación le había fallado; y mientras miraba sus redes vacías, el futuro le parecía obscuro. Dijo: ‘Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado, mas en tu palabra echaré la red’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 211).

4. ¿Cuál fue el resultado inesperado de esta confianza y obediencia? Lucas 5:6-8.

“La noche era el único tiempo favorable para pescar con redes en las claras aguas del lago. Después de trabajar toda la noche sin éxito, parecía una empresa desesperada echar la red de día. Pero Jesús había dado la orden, y el amor a su Maestro indujo a los discípulos a obedecerle. Juntos, Simón y su hermano, dejaron caer la red. Al intentar sacarla, era tan grande la cantidad de peces que encerraba que empezó a romperse. Se vieron obligados a llamar a Santiago y Juan en su ayuda. Cuando hubieron asegurado la pesca, ambos barcos estaban tan cargados que corrían peligro de hundirse.

“Pero Pedro ya no pensaba en los barcos ni en su carga. Este milagro, más que cualquier otro que hubiese presenciado era para él una mani­festación del poder divino. En Jesús vio a Aquel que tenía sujeta toda la naturaleza bajo su dominio. La presencia de la divinidad revelaba su propia falta de santidad. Le vencieron el amor a su Maestro, la vergüenza por su propia incredulidad, la gratitud por la condescendencia de Cristo, y sobre todo el sentimiento de su impureza frente a la pureza infinita. Mientras sus compañeros estaban guardando el contenido de la red, Pedro cayó a los pies del Salvador, exclamando: ‘Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 212, 213).

LLAMADOS A SER PESCADORES DE HOMBRES

5. ¿Qué llamado sagrado siguió a esta experiencia? ¿Qué promesa les hizo ahora el Señor? Mateo 4:18; Marcos 1:16, 17.

“El Salvador contestó: ‘No temas: desde ahora pescarás hombres’. Fue después que Isaías hubo contemplado la santidad de Dios y su propia indignidad, cuando le fue confiado el mensaje divino. Después que Pedro fuera inducido a negarse a sí mismo y a confiar en el poder divino fue cuando se le llamó a trabajar para Cristo.

“Hasta entonces, ninguno de los discípulos se había unido completa­mente a Jesús como colaborador suyo. Habían presenciado muchos de sus milagros, y habían escuchado su enseñanza; pero no habían abandonado totalmente su empleo anterior. El encarcelamiento de Juan el Bautista había sido para todos ellos una amarga desilusión. Si tal había de ser el resultado de la misión de Juan, no podían tener mucha esperanza respecto a su Maestro, contra el cual estaban combinados todos los dirigentes reli­giosos. En esas circunstancias, les había sido un alivio volver por un corto tiempo a su pesca. Pero ahora Jesús los llamaba a abandonar su vida anterior, y a unir sus intereses con los suyos. Pedro había aceptado el llamamiento. Llegando a la orilla, Jesús invitó a los otros tres discípulos diciéndoles: ‘Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 213, 214).

6. ¿Titubearon ante la invitación o le siguieron inmediata­mente? Mateo 4:20.

“Otro tanto había sucedido con los discípulos llamados anteriormente. Cuando Jesús invitó a Pedro y a sus compañeros a que le siguieran, en el acto dejaron todos ellos sus barcos y sus redes. Algunos de estos discípu­los tenían deudos a quienes mantener; pero cuando oyeron la invitación del Salvador, sin vacilación ni reparo acerca de la vida material propia y de sus familias, obedecieron al llamamiento. Cuando, en una ocasión ulterior, Jesús les preguntó: ‘Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?’ contestaron: ‘Nada’ (S. Lucas 22:35).

“El Salvador nos llama hoy a su obra, como llamó a Mateo, a Juan y a Pedro. Si su amor mueve nuestro corazón, el asunto de la compensación no será el que predomine en nuestro ánimo. Nos gozaremos en ser colaboradores con Cristo, y sin temor nos confiaremos a su cuidado. Si hacemos de Dios nuestra fuerza, tendremos claras percepciones de nuestro deber y aspiraciones altruistas; el móvil de nuestra vida será un propósito noble que nos elevará por encima de toda preocupación sórdida” (El Ministerio de Curación, pág. 381).

7. ¿Quién más abandonó todo voluntariamente y siguió a Jesús sin objeción alguna? ¿Haríamos nosotros lo mismo? Mateo 4: 21, 22.

LLAMADOS A GANAR ALMAS

“Cualquiera sea la vocación de uno en la vida, su primer interés debe ser ganar almas para Cristo. Tal vez no pueda hablar a las congregaciones, pero puede trabajar para los individuos. Puede comunicarles la instruc­ción recibida de su Señor. El ministerio no consiste sólo en la predicación. Ministran aquellos que alivian a los enfermos y dolientes, que ayudan a los menesterosos, que dirigen palabras de consuelo a los abatidos y a los de poca fe” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 761, 762).