sábado, 19 de mayo de 2012

HABLANDO CON PODER

“El medio por el cual se puede vencer al maligno, es aquel por el cual Cristo venció: el poder de la Palabra. Dios no domina nuestra mente sin nuestro consentimiento; pero si deseamos conocer y hacer su voluntad, se nos dirige su promesa: ‘Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’. ‘Si alguno quisiere hacer su voluntad, conocerá de mi enseñanza’. Apoyándose en estas promesas, cada uno puede quedar libre de las trampas del error y del dominio del pecado” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 223, 224).

ACTIVO DURANTE EL SÁBADO

1. ¿Qué hacía Jesús los sábados mientras iba de un pueblo a otro? Lucas 4:31.

2. ¿Predicaba como los escribas y ancianos? ¿Notaba el pueblo la diferencia? Lucas 4:32; Mateo 7:28, 29.

“La enseñanza de los escribas y ancianos era fría y formalista, como una lección aprendida de memoria. Para ellos, la Palabra de Dios no tenía poder vital. Habían substituido sus enseñanzas por sus propias ideas y tradiciones. En la rutina de las ceremonias profesaban explicar la ley, pero ninguna inspi­ración de Dios conmovía su corazón ni el de sus oyentes”

“Jesús se encontraba con la gente en su propio terreno, como quien está familiarizado con sus perplejidades. Hacía hermosa la verdad presentándola de la manera más directa y sencilla. Su lenguaje era puro, refinado y claro como un arroyo cristalino. Su hablar era como música para los que habían escuchado las voces monótonas de los rabinos. Pero aunque su enseñanza era sencilla, hablaba como persona investida de autoridad. Esta característica ponía su enseñanza en contraste con la de todos los demás. Los rabinos habla­ban con duda y vacilación, como si se pudiese entender que las Escrituras tenían un significado u otro exactamente opuesto. Los oyentes estaban dia­riamente envueltos en mayor incertidumbre. Pero al enseñar, Jesús presen­taba las Escrituras como autoridad indudable. Cualquiera que fuese su tema, lo exponía con poder, con palabras incontrovertibles” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 218).

INTERRUPCIÓN Y OPOSICIÓN

3. ¿Quién estaba presente entre el público de la sinagoga dis­puesto a interrumpir? Lucas 4:33.

“Mientras estaba Jesús en la sinagoga, hablando del reino que había venido a establecer y de su misión de libertar a los cautivos de Satanás, fue interrumpido por un grito de terror. Un loco se lanzó hacia adelante de entre la gente, clamando... Todo quedó entonces en confusión y alarma. La atención se desvió de Cristo, y la gente ya no oyó sus palabras. Tal era el propósito de Satanás al conducir a su víctima a la sinagoga” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 220).

4. ¿Qué gritó el hombre poseído por el demonio contra Jesús y su mensaje? Lucas 4:34.

“La mente de este pobre doliente había sido obscurecida por Satanás, pero en presencia del Salvador un rayo de luz había atravesado las tinieblas. Se sintió incitado a desear estar libre del dominio de Satanás; pero el demonio resistió al poder de Cristo. Cuando el hombre trató de pedir auxilio a Jesús, el mal espíritu puso en su boca las palabras, y el endemoniado clamó con la agonía del temor. Comprendía parcialmente que se hallaba en presencia de Uno que podía librarle; pero cuando trató de ponerse al alcance de esa mano poderosa, otra voluntad le retuvo; las palabras de otro fueron pronunciadas por su medio. Era terrible el conflicto entre el poder de Satanás y su propio deseo de libertad”

“Así sucederá en el gran conflicto final de la lucha entre la justicia y el pecado. Mientras bajan de lo alto nueva vida, luz y poder sobre los discípu­los de Cristo, una nueva vida surge de abajo y da energía a los agentes de Satanás. Cierta intensidad se está apoderando de todos los elementos terrenos. Con una sutileza adquirida durante siglos de conflicto, el príncipe del mal obra disfrazado. Viene como ángel de luz, y las multitudes escuchan ‘a espíritus de error y a doctrinas de demonios’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 220, 221).

CONFRONTACIÓN Y VICTORIA

5. ¿Sabía Jesús con quién debía confrontarse en este conflicto? ¿Cómo ganó la victoria? Lucas 4:35.

“Aquel que había vencido a Satanás en el desierto de la tentación, se volvía a encontrar frente a frente con su enemigo. El diablo ejercía todo su poder para conservar el dominio sobre su víctima. Perder terreno, sería dar una victoria a Jesús. Parecía que el torturado iba a fallecer en la lucha con el enemigo que había arruinado su virilidad. Pero el Salvador habló con auto­ridad, y libertó al cautivo. El hombre que había sido poseído permanecía de-lante de la gente admirada, feliz en la libertad de su dominio propio. Aun el demonio había testificado del poder divino del Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 221).

“El período del ministerio personal de Cristo entre los hombres fue el tiempo de mayor actividad para las fuerzas del reino de las tinieblas. Durante siglos, Satanás y sus malos ángeles habían procurado dominar los cuerpos y las almas de los hombres, imponiéndoles el pecado y el sufrimiento; y acusando luego a Dios de causar toda esa miseria. Jesús estaba revelando a los hombres el carácter de Dios. Estaba quebrantando el poder de Satanás y libertando sus cautivos. Una nueva vida y el amor y poder del cielo estaban obrando en los corazones de los hombres y el príncipe del mal se había levan­tado para contender por la supremacía de su reino. Satanás había reunido todas sus fuerzas y a cada paso se oponía a la obra de Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 222).

6. ¿Qué reconocieron todos los que estaban presentes en esta confrontación y victoria? Lucas 4:36.

“Las Escrituras encierran otros ejemplos semejantes. La hija de la mujer siro-fenicia estaba atormentada de un demonio al que Jesús echó fuera por su palabra. (S. Marcos 7:26-30.) ‘Un endemoniado, ciego y mudo’ (S. Mateo 12: 22), un joven que tenía un espíritu mudo, que a menudo le arrojaba ‘en el fuego y en aguas, para matarle’ (S. Marcos 9: 17-27), el maníaco que, atormen­tado por el ‘espíritu de un demonio inmundo’ (S. Lucas 4:33-36), perturbaba la tranquilidad del sábado en la sinagoga de Capernaúm; todos ellos fueron curados por el compasivo Salvador. En casi todos los casos Cristo se dirigía al demonio como a un ser inteligente, ordenándole salir de su víctima y no ator­mentarla más. Al ver su gran poder, los adoradores reunidos en Capernaúm se asombraron, ‘y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta que con autoridad y potencia manda a los espíritus inmundos, y salen?’ (S. Lucas 4: 36)” (El Conflicto de los Siglos, págs. 569, 570).

7. ¿Crees que una victoria tal fue olvidada rápidamente o que su conocimiento fue limitado a pocas personas? ¿Qué tipo de testimonio fue éste para Jesús? Lucas 4: 37.

“Las noticias de la obra de Cristo cundieron rápidamente por todo Capernaúm. Por temor a los rabinos, el pueblo no se atrevía a buscar curación durante el sábado; pero apenas hubo desaparecido el sol en el horizonte, se produjo una gran conmoción. De las casas, los talleres y las plazas, los habi­tantes de la ciudad se dirigieron hacia la humilde morada que albergaba a Jesús. Los enfermos eran traídos en sus camas; venían apoyándose en bas­tones o sostenidos por amigos; y se acercaban tambaleantes y débiles a la presencia del Salvador.

“Durante horas y horas, llegaban y se iban; porque nadie sabía si al día siguiente encontrarían al Médico todavía entre ellos. Nunca antes había presenciado Capernaúm un día como ése. Llenaban el aire las voces de triunfo y de liberación. El Salvador se regocijaba por la alegría que había despertado. Mientras presenciaba los sufrimientos de aquellos que habían acudido a Él, su corazón se conmovía de simpatía y se regocijaba en su poder de devolverles la salud y la felicidad” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 224, 225).

UNA PROMESA DE LIBERACIÓN PARA NOSOTROS

“Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él... Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no serán abando­nados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invi­tados por el Salvador: ‘Echen mano... de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!’ Los espíritus de las tinieblas contenderán por el alma que una vez estuvo bajo su dominio. Pero los ángeles de Dios lucharán por esa alma con una potencia que prevalecerá. El Señor dice: ‘¿Será quitada la presa al valiente? o ¿se libertará la cautividad legítima? Así empero dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé, y yo salvaré a tus hijos’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 224).