sábado, 19 de mayo de 2012

LA NIÑEZ Y JUVENTUD DE JESÚS

“Los primeros años de la vida del Salvador son más que un ejemplo para la juventud. Son una lección, y deberían alentar a todos los padres. Los deberes para con la familia y para con los vecinos constituyen el primer campo de acción de los que quieran empeñarse en la elevación moral de sus semejantes. No hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar. Ninguna obra encomendada a seres humanos entraña consecuencias tan trascendentales como la de los padres y madres” (El Ministerio de Curación, pág. 270).

SUS PRIMEROS AÑOS

1. ¿Qué maravilloso informe se da acerca del crecimiento de Jesús como niño? ¿En qué modo ha sido nuestra niñez o la de nuestros hijos semejante a la del Salvador? Lucas 2:39, 40.

“Durante todos esos años de retiro, la vida del Señor fluyó en raudales de simpatía y servicio. Su desprendimiento y su paciencia, su valor y su fidelidad, su resistencia a la tentación, su paz inagotable y su dulce gozo eran una inspiración continua. Traía consigo al hogar un ambiente puro y dulce, y su vida fue como levadura activa entre los elementos de la socie­dad. Nadie decía que había hecho un milagro; y sin embargo emanaba de Él virtud: el poder restaurador y vivificante del amor que fluía hacia los tentados, los enfermos y los desalentados. Desde tierna edad, servía directamente a los demás, de modo que cuando inició su ministerio público, muchos le oyeron gozosos” (El Ministerio de Curación, págs. 270, 271).

2. ¿Qué esfuerzos especiales hicieron Jesús y sus padres para asistir a las festividades espirituales? Lucas 2:41, 42.

“Entre los judíos, el año duodécimo era la línea de demarcación entre la niñez y la adolescencia. Al cumplir ese año, el niño hebreo era llamado hijo de la ley y también hijo de Dios. Se le daban oportunidades especiales para instruirse en la religión, y se esperaba que participase en sus fies­tas y ritos sagrados. De acuerdo con esta costumbre, Jesús hizo en su niñez una visita de Pascua a Jerusalén. Como todos los israelitas devotos, José y María subían cada año para asistir a la Pascua; y cuando Jesús tuvo la edad requerida, le llevaron consigo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 55).

VISITA AL TEMPLO

3. ¿Qué compañía buscó Jesús? ¿Qué reveló su conversación con los doctores de la ley? ¿Qué tenían de especial los intereses de este niño de doce años? Lucas 2:43-47.

“Por primera vez, el niño Jesús miraba el templo. Veía a los sacerdotes de albos vestidos cumplir su solemne ministerio. Contemplaba la sangrante víc­tima sobre el altar del sacrificio. Juntamente con los adoradores, se inclinaba en oración mientras que la nube de incienso ascendía delante de Dios. Presen-ciaba los impresionantes ritos del servicio pascual.

“Arrobado en la contemplación de estas escenas, no permaneció al lado de sus padres. Buscó la soledad. Cuando terminaron los servicios pascuales, se demoró en los atrios del templo; y cuando los adoradores salieron de Jerusalén, Él fue dejado atrás” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 57, 58).

4. ¿Qué demuestra su respuesta a las preguntas de sus padres? Lucas 2:48-50.

“Día tras día, veía más claramente su significado. Todo acto parecía ligado con su propia vida. Se despertaban nuevos impulsos en Él. Silencioso y absorto, parecía estar estudiando un gran problema. El misterio de su misión se estaba revelando al Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 58).

“Jesús declaró ser hijo del Eterno... Su primera visita al templo despertó en Él nuevos impulsos. Todas las obligaciones terrenales fueron perdidas de vista momentáneamente; debido al conocimiento de su misión divina, y a su comunión con Dios, no resistió a la autoridad de sus padres. A su pedido regresó con ellos como un hijo fiel y obediente, y les ayudó en los trabajos de la vida. Sepultó en su propio corazón el secreto de su misión futura, aguardando sumisamente hasta que comenzara el período de su ministerio público, antes de anunciar al mundo que era el Mesías” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 132).

LA ACTITUD DE JESÚS HACIA SUS PADRES

5. ¿Cómo se puede comparar la relación de Jesús con sus padres terrenales con la relación entre padres e hijos en la sociedad cristiana de hoy? Lucas 2:51.

“Jesús no ignoraba su relación con sus padres terrenales. Desde Jerusalén volvió a casa con ellos, y les ayudó en su vida de trabajo. Ocultó en su corazón el misterio de su misión, esperando sumiso el momento señalado en que debía emprender su labor. Durante dieciocho años después de haber aseverado ser Hijo de Dios, reconoció el vínculo que le unía a la familia de Nazaret, y cumplió los deberes de hijo, hermano, amigo y ciudadano” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 61).

6. ¿Qué noble testimonio está registrado en las Escrituras sobre la juventud de Jesús –los años más críticos de un ser humano? Lucas 2:52.

“La importancia y las oportunidades de la vida del hogar resaltan en la vida de Jesús. El que vino del cielo para ser nuestro ejemplo y maestro pasó treinta años formando parte de una familia en Nazaret. Poco dice la Biblia acerca de esos treinta años. Durante ellos no hubo milagros notables que llamaran la atención del pueblo. No hubo muchedumbres que siguieran con ansia los pasos del Señor o que prestaran oídos a sus palabras. Y no obstante, durante todos esos años el Señor desempeñaba su misión divina. Vivía como uno de nosotros, compartiendo la vida del hogar a cuya disciplina se sometía, cumpliendo los deberes domésticos y cargando con su parte de responsabili­dad. Al amparo del humilde hogar, participando de las experiencias de nues­tra suerte común, ‘Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres’ (Lucas 2:52)” (El Ministerio de Curación, pág. 270).

“Pero en cada etapa de su desarrollo fue perfecto, con la gracia sencilla y natural de una vida sin pecado. El relato sagrado dice de su infancia lo siguiente: ‘Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre Él’. Y acerca de su juventud tenemos registrado: ‘Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los ahombres’ (Luc. 2: 40, 52)” (La Conducción del Niño, pág. 190).

7. ¿De quién dan las Escrituras un testimonio semejante? ¿Qué consejo había ya dado el Señor en el pasado, de modo que los jóvenes progresaran, crecieran y tuvieran gracia para con Dios y los hombres? 1 Samuel 2:26; Lucas 1:13, 80; Proverbios 3:1-4.

“Permitid a Jesús que tome posesión de vuestra mente, vuestro corazón y vuestros afectos; obrad como obró Cristo, ejecutando concien­zudamente los deberes domésticos, los pequeños actos de abnegación así como las acciones bondadosas, aprovechando los momentos con diligen­cia, manteniéndoos en guardia cuidadosa contra los pecados menudos y conservando gratitud en vuestro corazón por las pequeñas bendiciones, y mereceréis al fin un testimonio como el que se dio acerca de Juan y Samuel, y especialmente de Cristo: ‘Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres’” (Los Hechos de los Após­toles, págs. 268, 269).

MEDITACIÓN

“Los jóvenes y niños de la actualidad determinan el porvenir de la sociedad, y lo que estos jóvenes y estos niños serán depende del hogar. A la falta de buena educación doméstica se puede achacar la mayor parte de las enfermedades, así como de la miseria y criminalidad que son la maldi­ción de la humanidad. Si la vida doméstica fuera pura y verdadera, si los hijos que salen del hogar estuvieran debidamente preparados para hacer frente a las responsabilidades de la vida y a sus peligros, ¡qué cambio experimentaría el mundo!” (El Hogar Cristiano, pág. 162).