sábado, 19 de mayo de 2012

TENTACIÓN Y VICTORIA

“‘Viene el príncipe de este mundo –dice Jesús– mas no tiene nada en mí’. No había en Él nada que respondiera a los sofismas de Satanás. Él no consintió en pecar. Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros... Mientras estemos unidos con Él por la fe, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 99).

TENTADO COMO NOSOTROS

1. Después de la gloriosa escena del bautismo de Jesús en el Jordán, ¿hacia dónde fue guiado? ¿Por qué? Lucas 4:1; Mateo 4:1, 2.

“Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el Espíritu de Dios. Él no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero Satanás sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que ésa era la mejor ocasión para atacarle” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 90).

“Cuando Jesús entró en el desierto, fue rodeado por la gloria del Padre. Absorto en la comunión con Dios, se sintió elevado por encima de las debilidades humanas. Pero la gloria se apartó de Él, y quedó solo para luchar con la tentación. Ésta le apremiaba en todo momento. Su naturaleza humana rehuía el conflicto que le aguardaba” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 220).

2. Después de haber ayunado cuarenta días, ¿qué tentación debió afrontar? Lucas 4:2, Mateo 4:3.

“Durante cuarenta días ayunó y oró. Débil y demacrado por el hambre, macilento y agotado por la agonía mental, ‘desfigurado era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de Adán’. Entonces vio Satanás su oportunidad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 93).

“Fue en el tiempo de la mayor debilidad cuando Cristo fue asaltado por las tentaciones más fieras. Así Satanás pensaba prevalecer. Por este método había obtenido la victoria sobre los hombres. Cuando faltaba la fuerza y la voluntad se debilitaba, y la fe dejaba de reposar en Dios, enton­ces los que habían luchado valientemente por lo recto durante mucho tiempo, eran vencidos... Así se había aprovechado Satanás de la debi­lidad de la humanidad. Y aun hoy sigue obrando de la misma manera. Siempre que una persona esté rodeada de nubes, se halle perpleja por las circunstancias, o afligida por la pobreza y angustia, Satanás está listo para tentarla y molestarla. Ataca los puntos débiles de nuestro carácter. Trata de destruir nuestra confianza en Dios porque Él permite que exista tal estado de cosas. Nos vemos tentados a desconfiar de Dios y a poner en duda su amor... Si nosotros le hiciéramos frente como lo hizo Jesús, evitaríamos muchas derrotas” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 95, 96).

LA PRIMERA TENTACIÓN

3. Aunque Jesús estaba hambriento y débil en extremo, ¿cuál fue su respuesta a la tentación del diablo a usar su poder divino para satisfacer sus necesidades? Marcos 4:4.

“Jesús hizo frente a Satanás con las palabras de la Escritura. ‘Escrito está’, dijo. En toda tentación, el arma de su lucha era la Palabra de Dios. Satanás exigía de Cristo un milagro como señal de su divinidad. Pero aquello que es mayor que todos los milagros, una firme confianza en un ‘así dice Jehová’, era una señal que no podía ser controvertida. Mientras Cristo se mantuviese en esa posición, el tentador no podría obtener ventaja alguna.

“Muchas veces el que sigue a Cristo se ve colocado donde no puede servir a Dios y llevar adelante sus empresas mundanales. Tal vez le parezca que la obediencia a un claro requerimiento de Dios le privará de sus medios de sostén... pero lo único en que podemos confiar en este mundo es la palabra de Dios... Aun en esta vida, no puede beneficiarnos el apartarnos de la voluntad de nuestro Padre celestial. Cuando aprendamos a conocer el poder de su palabra no seguiremos las sugestiones de Satanás para obtener alimento o sal­varnos la vida. Lo único que preguntaremos será: ¿Cuál es la orden de Dios, y cuál es su promesa?” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 95, 96).

EL SEGUNDO ATAQUE

4. En su segunda tentación, ¿qué le pidió Satanás a Jesús que demostrara? Mateo 4:5, 6.

5. ¿Cómo respondió Jesús a este desafío? ¿Cuál fue el resultado? Mateo 4:7.

“Recordad que solamente Dios puede argumentar con Satanás (Letter 206, 1906)” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, pág. 1083).

“Jesús no se iba a colocar en peligro para complacer al diablo. ¿Pero cuán­tos hoy día pueden resistir un reto? (Manuscripts 17, 1893)” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, pág. 1059).

“Jesús declaró a Satanás: ‘Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios’…

“Muchas veces, cuando Satanás no logra excitar la desconfianza, nos induce a la presunción. Si puede hacernos entrar innecesariamente en el camino de la tentación, sabe que la victoria es suya. Dios guardará a todos los que anden en la senda de la obediencia; pero el apartarse de ella es aven­turarse en terreno de Satanás... El Salvador nos ha ordenado: ‘Velad y orad, para que no entréis en tentación’. La meditación y la oración nos impedirían precipitarnos, sin orden alguna, al peligro...” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 102).

LA TERCERA TENTACIÓN

6. ¿Qué engañoso ofrecimiento hizo luego Satanás al Reden­tor? Mateo 4:8, 9.

“La misión de Cristo podía cumplirse únicamente por medio de padecimientos. Le esperaba una vida de tristeza, penurias y conflicto, y una muerte ignominiosa. Debía llevar los pecados del mundo entero. Debía soportar la separación del amor de su Padre. El tentador le ofrecía la entrega del poder que había usurpado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 103).

7. ¿Cómo respondió Jesús a este ofrecimiento seductor y engañador? ¿Qué demuestra su clara y firme respuesta? ¿Qué seguridad nos da la victoria de Cristo sobre ésta y toda otra tentación? Mateo 4:10, 11; Hebreos 4:5; Hebreos 2:18.

“Satanás se acerca a los hombres con la misma tentación, y tiene más éxito con ellos” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 105).

“Satanás no tuvo poder para resistir la orden... se vio obligado a reti­rarse de la presencia del Redentor del mundo. La victoria de Cristo fue tan completa como lo había sido el fracaso de Adán” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 104).

“Así podemos nosotros resistir la tentación y obligar a Satanás a ale­jarse. Jesús venció por la sumisión a Dios y la fe en Él, y mediante el apóstol nos dice: ‘Someteos pues a Dios; resistid al diablo, y de vosotros huirá. Allegaos a Dios, y Él se allegará a vosotros’. No podemos salvarnos a nosotros mismos del poder del tentador; él venció a la humanidad, y cuando nosotros tratamos de resistirle con nuestra propia fuerza caemos víctimas de sus designios; pero ‘torre fuerte es el nombre de Jehová: a Él correrá el justo, y será levantado’ Proverbios 18:10. Satanás tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en ese nombre poderoso” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 105).

MEDITACIÓN

“Muchos consideran este conflicto entre Cristo y Satanás como si no tuviese importancia para su propia vida; y para ellos tiene poco interés. Pero esta controversia se repite en el dominio de todo corazón humano. Nunca sale uno de las filas del mal para entrar en el servicio de Dios, sin arrostrar los asaltos de Satanás. Las seducciones que Cristo resistió son las mismas que nosotros encontramos tan difíciles de resistir. Le fueron infligidas en un grado tanto mayor cuanto más elevado es su carácter que el nuestro” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 91).