sábado, 19 de mayo de 2012

EN LA CASA DE DIOS

“En la purificación del templo, Jesús anunció su misión como Mesías y comenzó su obra. Aquel templo, erigido para morada de la presencia divina, estaba destinado a ser una lección objetiva para Israel y para el mundo. Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa del pecado, la humanidad había dejado de ser templo de Dios. Ensombrecido y contami­nado por el pecado, el corazón del hombre no revelaba la gloria del Ser divino. Pero por la encarnación del Hijo de Dios, se cumple el propósito del Cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón del hombre vuelve a ser su templo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 132).

LA CASA DE DIOS PROFANADA

1. ¿Qué encontró Jesús cuando entró en el templo durante la semana de Pascua? ¿Por qué fue tan extraño y doloroso para Él? Juan 2:13, 14.

“Allí, durante la semana de Pascua, se congregaban grandes muchedum­bres que venían de todas partes de Palestina, y aun de países lejanos. Los atrios del templo se llenaban de una multitud promiscua. Muchos no podían traer consigo los sacrificios que habían de ser ofrecidos en representación del gran Sacrificio. Para comodidad de los tales, se compraban y vendían ani­males en el atrio exterior del templo. Allí se congregaban todas las clases del pueblo para comprar sus ofrendas. Allí se cambiaba el dinero extranjero por la moneda del santuario.

“Y era necesario que toda moneda extranjera fuese cambiada por otra que se llamaba el siclo del templo, que era aceptado para el servicio del san­tuario. El cambio de dinero daba oportunidad al fraude y la extorsión, y se había transformado en un vergonzoso tráfico, que era fuente de renta para los sacerdotes.

“Los negociantes pedían precios exorbitantes por los animales que vendían, y compartían sus ganancias con los sacerdotes y gobernantes... Así se podía obtener un precio elevado por los animales, porque después de haber venido de tan lejos, la gente no quería volver a sus hogares sin cumplir el acto de devoción para el cual había venido” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 128, 129).

LA LECCIÓN DE JESÚS EN LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO

2. ¿Cómo reaccionó para rectificar la situación? Juan 2:15.

“En ocasión de la Pascua, se ofrecía gran número de sacrificios, y las ventas realizadas en el templo eran muy cuantiosas. La confusión consiguiente daba la impresión de una ruidosa feria de ganado, más bien que del sagrado templo de Dios.… La confusión era tanta que perturbaba a los adoradores, y las pala-bras dirigidas al Altísimo quedaban ahogadas por el tumulto que invadía el templo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 129).

“Con mirada escrutadora, Cristo abarcó la escena que se extendía delante de Él mientras estaba de pie sobre las gradas del atrio del templo.... Vio cómo los sacerdotes y gobernantes privarían a los menesterosos de su derecho, y prohibirían que el Evangelio se predicase a los pobres. Vio cómo el amor de Dios sería ocultado de los pecadores, y los hombres traficarían con su gracia. Y al contemplar la escena, la indignación, la autoridad y el poder se expresa­ron en su semblante” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 131).

3. ¿Qué mensaje claro y conmovedor transmitieron sus palabras a los vendedores de palomas? Juan 2:16.

“Descendiendo lentamente de las gradas y alzando el látigo de cuerdas que había recogido al entrar en el recinto, ordenó a la hueste de traficantes que se apartase de las dependencias del templo. Con un celo y una severidad que nunca manifestó antes, derribó las mesas de los cambiadores. Las monedas cayeron, y dejaron oír su sonido metálico en el pavimento de mármol. Nadie pretendió poner en duda su autoridad. Nadie se atrevió a detenerse para reco­ger las ganancias ilícitas. Jesús no los hirió con el látigo de cuerdas, pero en su mano el sencillo látigo parecía ser una flamígera espada. Los oficiales del templo, los sacerdotes especuladores, los cambiadores y los negociantes en ganado, huyeron del lugar con sus ovejas y bueyes, dominados por un solo pensamiento: el de escapar a la condenación de su presencia” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 131, 132).

DIVERSAS REACCIONES

4. ¿Qué pensaron los discípulos cuando vieron su interés y celo por la casa de Dios? Juan 2:17.

“Al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar el corazón de la contaminación del pecado de los deseos terrenales, de las concupiscencias egoístas, de los malos hábitos, que corrompen el alma. ‘Vendrá a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? o ¿quién podrá estar cuando Él se mostrará? Porque Él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: porque limpiará los hijos de Leví, los afi­nará como a oro y como a plata’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 133).

5. En lugar de reconocer su grave pecado al haber profanado la casa santa de Dios, ¿qué le dijeron los judíos a Jesús? ¿Qué debe caracterizar a todos los que sirven y adoran en la casa de Dios? Juan 2:18.

“Los judíos eran excesivamente orgullosos de su piedad. Se regocija-ban de su templo, y consideraban como blasfemia cualquier palabra pro­nunciada contra él; eran muy rigurosos en el cumplimiento de las ceremo­nias relacionadas con él; pero el amor al dinero había prevalecido sobre sus escrúpulos. Apenas se daban cuenta de cuán lejos se habían apartado del propósito original del servicio instituido por Dios mismo.

“Los sacerdotes y gobernantes eran llamados a ser representantes de Dios ante la nación. Debieran haber corregido los abusos que se cometían en el atrio del templo. Debieran haber dado a la gente un ejemplo de integridad y compasión. En vez de buscar sus propias ganancias, debie-ran haber considerado la situación y las necesidades de los adoradores, y debieran haber estado dispuestos a ayudar a aquellos que no podían comprar los sacrificios requeridos. Pero no obraban así. La avaricia había endurecido sus corazones” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 129, 130).

PURIFICADOR Y RECONSTRUCTOR

6. Explica el significado de la respuesta de Jesús a los judíos. ¿Quiénes le pidieron una señal de su autoridad para puri­ficar el templo? Juan 2:19-21.

“Jesús les había mostrado una señal. Al hacer penetrar la luz en su corazón y al ejecutar delante de ellos las obras que el Mesías debía efec­tuar, les había dado evidencia convincente de su carácter. Cuando le pi-dieron una señal, les contestó con una parábola y demostró así que dis­cernía su malicia y veía hasta dónde los conduciría. ‘Destruid este templo –dijo,–y en tres días lo levantaré’

“El sentido de estas palabras era doble. Jesús aludía no sólo a la destrucción del templo y del culto judaico, sino a su propia muerte: la destrucción del templo de su cuerpo...

“Estas palabras de Cristo fueron pronunciadas por causa de aquellos que iban a creer en Él. Sabía que serían repetidas. Siendo pronunciadas en ocasión de la Pascua, llegarían a los oídos de millares de personas y serían llevadas a todas partes del mundo. Después que hubiese resu­citado de los muertos, su significado quedaría aclarado. Para muchos, serían evidencia concluyente de su divinidad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 137).

7. Desde la perspectiva de una reforma espiritual, ¿cuál fue el propósito de su venida a la tierra y el resultado final de la obra de Jesús? Juan 2:22, 23.

“Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. ‘Despojando los principados y las potestades, sacólos a la vergüenza en público, triun­fando de ellos en sí mismo’. En virtud de su muerte y resurrección, pasó a ser ‘ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre’. Los hombres habían construido el tabernáculo, y luego el templo de los judíos; pero el santuario celestial, del cual el terre-nal era una figura, no fue construido por arquitecto humano. ‘He aquí el varón cuyo nombre es Vástago: [V.M.]... Él edificará el templo de Jehová, y Él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y será sacerdote en su solio’.

“Mientras Jesús ministra en el santuario celestial, es siempre por su Espíritu el ministro de la iglesia en la tierra. Está oculto a la vista, pero se cumple la promesa que hiciera al partir: ‘He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo’ Mateo 28:20” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 138).

MEDITACIÓN

“Ningún hombre puede de por sí echar las malas huestes que se han posesionado del corazón. Sólo Cristo puede purificar el templo del alma. Pero no forzará la entrada. No viene a los corazones como antaño a su templo, sino que dice: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él’. Él vendrá, no solamente por un día; porque dice: ‘Habitaré y andaré en ellos;... y ellos serán mi pueblo’. ‘El sujetará nuestras iniquidades, y echará en los profundos de la mar todos nuestros pecados’. Su presencia limpiará y santificará el alma, de manera que pueda ser un templo santo para el Señor, y una ‘morada de Dios, en virtud del Espíritu’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 133).