lunes, 13 de diciembre de 2010

Una visión de la gloria

“La fe de los discípulos fue grandemente fortalecida en ocasión de la transiguración, cuando se les permitió contemplar la gloria de Cristo y oír la voz del cielo atestiguando su carácter divino. Dios decidió dar a los seguidores de Jesús una prueba categórica de que era el Mesías  prometido, para que en su acerbo pesar y chasco por su crucifixión, no perdiesen completamente su confianza. En ocasión de la transiguración el Señor envió a Moisés y a Elías para que hablasen con Jesús acerca de su sufrimiento y su muerte. En vez de elegir ángeles para que conversasen con su Hijo, Dios escogió a quienes habían experimentado ellos mismos las pruebas de la tierra” (Primeros Escritos, pág. 162).

UN LUGAR PRIVADO DE ORACIÓN

1. ¿Adónde fue Jesús un día con sus tres discípulos más íntimos, y con qué propósito? Mateo 17:1; Lucas 9:28.

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto. Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.

“Los discípulos no se atrevían a preguntarle a Cristo adónde iba ni con qué fin. Con frecuencia Él había pasado noches enteras orando en las montañas. Aquel cuya mano había formado los montes y valles se encontraba en casa con la naturaleza, y disfrutaba su quietud. Los discípulos siguieron a Cristo adonde los llevaba, aunque preguntándose por qué su Maestro los conducía a esa penosa ascensión cuando ya estaban cansados y cuando Él también necesitaba reposo.

“Finalmente, Cristo les dice que no han de ir más lejos. Apartándose un poco de ellos, el Varón de dolores derrama sus súplicas con fuerte clamor y lágrimas. Implora fuerzas para soportar la prueba en favor de la humanidad. Él mismo debe establecer nueva comunión con la Omnipotencia, porque únicamente así puede contemplar lo futuro” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 388).

TRANSFIGURADO EN UN MOMENTO

2. Mientras oraba, ¿qué cambio se dio en Él? ¿Quiénes se unieron a Él? Mateo 17:2, 3.

Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz, Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

“Su oración es oída. Mientras está postrado humildemente sobre el suelo pedregoso, los cielos se abren de repente, las áureas puertas de la ciudad de Dios quedan abiertas de par en par, y una irradiación santa desciende sobre el monte, rodeando la figura del Salvador. Su divinidad interna refulge a través de la humanidad, y va al encuentro de la gloria que viene de lo alto. Levantándose de su posición postrada, Cristo se destaca con majestad divina. Ha desaparecido la agonía de su alma. Su rostro brilla ahora ‘como el sol’ y sus vestiduras son ‘blancas como la luz.’

“Los discípulos, despertándose, contemplan los raudales de gloria que iluminan el monte. Con temor y asombro, miran el cuerpo radiante de su Maestro. Y al ser habilitados para soportar la luz maravillosa, ven que Jesús no está solo…

“Quince siglos antes, sobre el monte Pisga, Moisés había contemplado la tierra prometida. Pero a causa de su pecado en Meriba, no le fue dado entrar en ella… Moisés pasó bajo el dominio de la muerte, pero no permaneció en la tumba. Cristo mismo le devolvió la vida…

“En el monte de la transiguración, Moisés atestiguaba la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte” (D.T.G., págs. 389, 390).

3. ¿Sobre qué hablaron Moisés y Elías con Jesús? ¿Por qué no fueron capaces los discípulos de oir la conversación? Lucas 9:31, 32.

Quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él. 

“Y vuelca los anhelos de su corazón en favor de sus discípulos, para que en la hora del poder de las tinieblas no les falte la fe. El rocío cae sobre su cuerpo postrado, pero Él no le presta atención. Las espesas sombras de la noche le rodean, pero Él no considera su lobreguez. Y así las horas pasan lentamente. Al principio, los discípulos unen sus oraciones a las suyas con sincera devoción; pero después de un tiempo los vence el cansancio y, a pesar de que procuran sostener su interés en la escena…

“Vencidos por el sueño, los discípulos oyeron poco de lo que sucedió entre Cristo y los mensajeros celestiales. Por haber dejado de velar y orar, no habían recibido lo que Dios deseaba darles: un conocimiento de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que había de seguirlos. Perdieron la bendición que podrían haber obtenido compartiendo su abnegación. Estos discípulos eran lentos para creer y apreciaban poco el tesoro con que el Cielo trataba de enriquecerlos” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 388, 389, 392).

LA VOZ DE APROBACIÓN

4. Una vez que se despertaron y vieron la gloriosa escena, ¿qué propuso Pedro? Mateo 17:4; Lucas 9:33. ¿Qué corriente de pensamiento seguían?

Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía. 

“Los discípulos no comprenden todavía la escena; pero se regocijan de que el paciente Maestro, el manso y humilde, que ha peregrinado de acá para allá como extranjero sin ayuda, ha sido honrado por los favorecidos del cielo. Creen que Elías ha venido para anunciar el reinado del Mesías, y que el reino de Cristo está por establecerse en la tierra. Quieren desterrar para siempre el recuerdo de su temor y desaliento. Desean permanecer allí donde la gloria de Dios se revela. Pedro exclama: ‘Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro.’ Los discípulos confían en que Moisés y Elías han sido enviados para proteger a su Maestro y establecer su autoridad real” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 391, 392).

5. ¿Qué sucedió mientras Pedro hablaba? ¿Qué oyeron los discípulos? Mateo 17:5; Marcos 9:7.

Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. 

“Sin embargo, recibieron gran luz. Se les aseguró que todo el cielo conocía el pecado de la nación judía al rechazar a Cristo. Se les dio una percepción más clara de la obra del Redentor. Vieron con sus ojos y oyeron con sus oídos cosas que superaban la comprensión humana. Fueron ‘testigos oculares de su majestad,’ y comprendieron que Jesús era de veras el Mesías, de quien los patriarcas y profetas habían dado testimonio, y que era reconocido como tal por el universo celestial” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 392).

6. ¿Qué impresión tuvo esto sobre ellos? ¿Cómo los confortó Jesús después que desapareció la nube y el sonido se disipó?  Mateo 17:6-8.

Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.

“Mientras estaban aún mirando la escena sobre el monte, ‘he aquí una nube de luz que los cubrió; y he aquí una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo contentamiento: a Él oíd.’ Mientras contemplaban la nube de gloria, más resplandeciente que la que  iba delante de las tribus de Israel en el desierto; mientras oían la voz de Dios que hablaba en la pavorosa majestad que hizo temblar la montaña, los discípulos cayeron abrumados al suelo. Permanecieron postrados, con los rostros ocultos, hasta que Jesús se les acercó, y  tocándolos, disipó sus temores con su voz bien conocida: ‘Levantaos, y no temáis.’ Aventurándose a alzar los ojos, vieron que la gloria celestial se había desvanecido y que Moisés y Elías habían desaparecido. Estaban sobre el monte, solos con Jesús” (D.T.G., pág. 392).

EL CUMPLIMIENTO DE UNA PROMESA

7. ¿Qué promesa de Jesús se cumplió por medio de la transiguración y el glorioso reino celestial presentado en miniatura? Mateo 16:28; Marcos 9:1.

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino. También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder.

“Jesús les ha hablado de sus sufrimientos; los trajo consigo esta noche para que pudiesen orar con Él; aun ahora está orando por ellos. El Salvador ha visto la tristeza de sus discípulos, y ha deseado aliviar su pesar dándoles la seguridad de que su fe no ha sido inútil. No todos, aun entre los doce, pueden recibir la revelación que desea impartirles. Sólo los tres que han de presenciar su angustia en el Getsemaní han sido elegidos para estar con Él en el monte. Ahora, su principal petición es que les sea dada una manifestación de la gloria que tuvo con el Padre antes que el mundo fuese, que su reino sea revelado a  los ojos humanos, y que sus discípulos sean fortalecidos para contemplarlo. Ruega que ellos puedan presenciar una manifestación de su divinidad que los consuele en la hora de su agonía suprema, con el conocimiento de que Él es seguramente el Hijo de Dios, y que su muerte ignominiosa es parte del plan de la redención…

“Jesús estaba vestido por la luz del cielo, como aparecerá cuando venga ‘la segunda vez, sin pecado… para salud.’ Porque Él vendrá ‘en la gloria de su Padre con los santos ángeles.’ La promesa que hizo el Salvador a los discípulos quedó cumplida. Sobre el monte, el futuro reino de gloria fue representado en miniatura: Cristo el Rey, Moisés el representante de los santos resucitados, y Elías de los que serán trasladados” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 389, 390).

MEDITACIÓN

“El unigénito Hijo de Dios, revistió su divinidad con humanidad, y vino a este mundo como un Maestro, un instructor a revelar la verdad en contraste con el error. Verdad, la verdad salvadora, nunca faltó en su lengua, nunca sufrió en sus manos, pero se destacó por su sencillez y claridad definidas en medio de la oscuridad moral que prevalecía en nuestro mundo. Para esta obra dejó las cortes celestiales. Él dijo de sí mismo ‘para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad.’ La verdad salió de sus labios con frescura y poder, como una nueva revelación. Él era el camino, la verdad y la vida. Su vida, dada por este mundo pecaminoso, estaba llena de celo y resultados importantes; porque su obra era para con las almas perdidas. Él vino para ser la Luz Verdadera, brillando entre la oscuridad moral de la superstición y el error, y fue anunciada por una voz del cielo, diciendo, ‘Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.’ Y en su transiguración esta voz del cielo fue nuevamente escuchada, ‘Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a Él oíd’” (Fundamentals of Christian Education, pág. 405).

ESTUDIO ADICIONAL: Primeros Escritos, págs. 163-165; El Deseado de Todas las Gentes, págs. 389-393.