lunes, 13 de diciembre de 2010

Caminando sobre las aguas

“Día tras día, Dios instruye a sus hijos. Por las circunstancias de la vida diaria, los está preparando para desempeñar su parte en aquel escenario más amplio que su providencia les ha designado. Es el resultado de la prueba diaria lo que determina su victoria o su derrota en la gran crisis de la vida” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 345).

UN LUGAR SOLITARIO DE ORACIÓN

1. Después que Jesús hubo alimentado milagrosamente a la multitud, ¿qué querían hacer algunas personas e incluso sus discípulos?  ¿Cuál fue la respuesta del Maestro? Juan 6:14, 15.

Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.

“Durante todo el día esta convicción se había fortalecido. Ese acto culminante les aseguraba que entre ellos se encontraba el Libertador durante tanto tiempo esperado. Las esperanzas de la gente iban aumentando cada vez más. Él sería quien haría de Judea un paraíso  terrenal, una tierra que luyese leche y miel. Podía satisfacer todo deseo. Podía quebrantar el poder de los odiados romanos. Podía librar a Judá y Jerusalén. Podía curar a los soldados heridos en la batalla. Podía proporcionar alimento a ejércitos enteros. Podía conquistar las naciones y dar a Israel el dominio que deseaba desde hacía mucho tiempo.

“En su entusiasmo, la gente estaba lista para coronarle rey en seguida. Se veía que Él no hacía ningún esfuerzo para llamar la atención a sí mismo, ni para atraerse honores. En esto era esencialmente diferente de los sacerdotes y los príncipes, y los presentes temían que nunca haría valer su derecho al trono de David. Consultando entre sí, convinieron en tomarle por fuerza y proclamarle rey de Israel. Los discípulos se unieron a la muchedumbre para declarar que el trono de David era herencia legítima del Maestro. Dijeron que era la modestia de Cristo lo que le hacía rechazar tal honor. Exalte el pueblo a su Libertador, pensaban. Véanse los arrogantes sacerdotes y príncipes obligados a honrar a Aquel que viene revestido con la autoridad de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 340, 341).

2. ¿Qué más hizo? Mateo 14:22, 23. ¿Por qué?

En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.

“Con avidez decidieron llevar a cabo su propósito; pero Jesús vio lo que se estaba tramando y comprendió, como no podían hacerlo ellos, cuál sería el resultado de un movimiento tal… Llamando a sus discípulos, Jesús les ordenó que tomasen el bote y volviesen en seguida a Capernaum, dejándole a Él despedir a la gente.

“Nunca antes había parecido tan imposible cumplir una orden de Cristo. Los discípulos habían esperado durante largo tiempo un movimiento popular que pusiese a Jesús en el trono; no podían soportar el pensamiento de que todo ese entusiasmo fuera reducido a la nada. Las multitudes que se estaban congregando para observar la Pascua anhelaban ver al nuevo Profeta. Para sus seguidores, ésta parecía la oportunidad áurea de establecer a su amado Maestro sobre el trono de Israel. En el calor de esta nueva ambición, les era difícil irse solos y dejar a Jesús en aquella orilla desolada…

“Cuando fue dejado solo, Jesús ‘subió al monte apartado a orar.’ Durante horas continuó intercediendo ante Dios. Oraba no por sí mismo sino por los hombres. Pidió poder para revelarles el carácter divino de su misión, para que Satanás no cegase su entendimiento y pervirtiese su juicio” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 341, 342).

COMBATIENDO CON LAS OLAS

3. Al caer la noche, ¿qué pasó con los discípulos en el mar? Mateo 14:24; Marcos 6:47. ¿Qué lección tenían que aprender? 

Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 

“Si de la abundancia de su corazón hubiesen estado conversando respecto a estas cosas, no habrían entrado en tentación. Pero su desilusión absorbía sus pensamientos…

Estaban en medio de aguas agitadas. Sus pensamientos eran tumultuosos e irrazonables, y el Señor les dio entonces otra cosa para afligir sus almas y ocupar sus mentes. Dios hace con frecuencia esto cuando los hombres se crean cargas y dificultades…

“Olvidaron su desafecto, su incredulidad, su impaciencia. Cada uno se puso a trabajar para impedir que el barco se hundiese… Hasta la cuarta vela de la noche lucharon con los remos. Entonces los hombres cansados se dieron por perdidos. En la tempestad y las tinieblas, el mar les había enseñado cuán desamparados estaban, y anhelaban la presencia de su Maestro.

“Jesús no los había olvidado. El que velaba en la orilla vio a aquellos hombres que llenos de temor luchaban con la tempestad. Ni por un momento perdió de vista a sus discípulos. Con la más profunda solicitud, sus ojos siguieron al barco agitado por la tormenta con su preciosa carga; porque estos hombres habían de ser la luz del mundo. Como una madre vigila con tierno amor a su hijo, el compasivo Maestro vigilaba a sus discípulos” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 343, 344).

4. Después de haber remado veinticinco o treinta estadios contra las olas, ¿quién se les acercó caminando sobre el mar? Juan 6:19; Mateo 14:25; Marcos 6:48

Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles. 

“Cuando sus corazones estuvieron subyugados, apagada su ambición profana y en humildad oraron pidiendo ayuda, les fue concedida.

“En el momento en que ellos se creyeron perdidos, un rayo de luz reveló una figura misteriosa que se acercaba a ellos sobre el agua. Pero no sabían que era Jesús” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 344).

VIENDO AL SALVADOR

5. ¿Qué vieron los discípulos que les asustó?  ¿Qué aquietó sus temores? Mateo 14:26, 27; Marcos 6:49.

Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!. Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron.

“Tuvieron por enemigo al que venía en su ayuda. El terror se apoderó de ellos. Las manos que habían asido los remos con músculos de hierro, los soltaron. El barco se mecía al impulso de las olas, todos los ojos estaban fijos en esta visión de un hombre que andaba sobre las espumosas olas de un mar agitado. Ellos pensaban que era un fantasma que presagiaba su destrucción y gritaron atemorizados. Jesús siguió avanzando, como si quisiese pasar más allá de donde estaban ellos, pero le reconocieron, y clamaron a Él pidiéndole ayuda. Su amado Maestro se volvió entonces, y su voz aquietó su  temor: ‘Alentaos; yo soy, no  temáis”. (El Deseado de Todas  las Gentes, pág. 344).

CAMINANDO SOBRE EL AGUA

6. ¿Qué solicitó Pedro inmediatamente? ¿Qué convirtió su audacia en temor?  Mateo 14:28-31.

Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

“Mirando a Jesús, Pedro andaba con seguridad; pero cuando con satisfacción propia, miró hacia atrás, a sus compañeros que estaban en el barco, sus ojos se apartaron del Salvador. El viento era  borrascoso. Las olas se elevaban a gran altura, directamente entre él y el Maestro; y Pedro sintió miedo. Durante un instante, Cristo quedó oculto de su vista, y su fe le abandonó. Empezó a hundirse. Pero mientras las ondas hablaban con la muerte, Pedro elevó sus ojos de las airadas aguas y fijándolos en Jesús, exclamó: ‘Señor, sálvame.’ Inmediatamente Jesús asió la mano extendida, diciéndole: ‘Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?’

“Andando lado a lado, y teniendo Pedro su mano en la de su Maestro, entraron juntos en el barco. Pero Pedro estaba ahora subyugado y callado. No tenía motivos para alabarse más que sus compañeros, porque por la incredulidad y el ensalzamiento propio, casi había perdido la vida. Cuando apartó sus ojos de Jesús, perdió pie y se hundía en medio de las ondas.

“Cuando la dificultad nos sobreviene, con cuánta frecuencia somos como Pedro. Miramos las olas en vez de mantener nuestros ojos fijos en el Salvador…

“En medio de las tormentas de la tentación, podía andar seguramente tan sólo si, desconfiando totalmente de sí mismo, fiaba en el Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 344, 345).

7. ¿Qué sucedió enseguida que Jesús y Pedro subieron en el barco? Mateo 14:32, 33; Marcos 6:51; Juan 6:21.

Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adónde iban.

“Los que dejan de sentir que dependen constantemente de Dios, serán vencidos por la tentación. Podemos suponer ahora que nuestros pies están seguros y que nunca seremos movidos. Podemos decir con confianza: Yo sé a quién he creído; nada quebrantará mi fe en Dios y su Palabra. Pero Satanás está proyectando aprovecharse de nuestras características heredadas y cultivadas, y cegar nuestros ojos acerca de nuestras propias necesidades y defectos. Únicamente comprendiendo nuestra propia debilidad y mirando fijamente a Jesús, podemos estar seguros” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 345, 346).

MEDITACIÓN

“… ha sido el propósito determinado de Satanás el de eclipsar la visión de Jesús, e inducir a los hombres a mirar al hombre, a confiar en el hombre, y ser educados para esperar ayuda del hombre.  Durante siglos la iglesia ha estado mirando al hombre, y esperando mucho del hombre, pero no mirando a Jesús, en el cual están centradas nuestras esperanzas de vida eterna… ‘El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él’” (Testimonios para los Ministros, págs. 90, 91).

ESTUDIO ADICIONAL: Mateo 14:22-33; Marcos 6:45-52; Juan 6:14-21; Deseado de Todas las  Gentes,   págs. 341-347; La Educación, págs. 85, 86.