lunes, 13 de diciembre de 2010

El que da paz

“Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros” 1 Pedro 5:7.

“Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan su alma a su custodia, y su vida para que Él la ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna cosa del mundo puede entristecerlos cuando Jesús los alegra con su presencia. En la perfecta aquiescencia hay descanso perfecto. El Señor dice: Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado’” (DTG pág. 298).

MISERIA, PREOCUPACIÓN Y AFLICCIÓN

1. ¿Qué ha caracterizado la existencia de la humanidad desde la caída en el pecado? Job 14:1; 5:6, 7; Salmo 102:3.

El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores. Porque la aflicción no sale del polvo,  Ni la molestia brota de la tierra. Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, Así el hombre nace para la aflicción. Porque mis días se han consumido como humo, y mis huesos cual tizón están quemados. 

“Sépanlo o no, todos están cansados y cargados. Todos están agobiados con cargas que únicamente Cristo puede suprimir. La carga más pesada que llevamos es la del pecado. Si se nos deja solos para llevarla, nos aplastará. Pero el Ser sin pecado tomó nuestro lugar. ‘Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros.’ Él llevó la carga de nuestra culpabilidad. Él sacará la carga de nuestros hombros cansados. Nos dará reposo. Llevará también la carga de congoja y pesar. Nos invita a confiarle todos nuestros cuidados, porque nos lleva sobre su corazón” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 295).

2. ¿Qué hace la gente para obviar las cargas cotidianas?  Isaías 55:2; Jeremías 2:13.

¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. 

“Dios sabe que si fuéramos dejados para seguir nuestras propias inclinaciones, para ir sólo donde nos lleve nuestra voluntad, caeríamos en las trampas de Satanás y nos convertiríamos en poseedores de sus atributos. Por lo tanto, la ley de Dios nos restringe a la voluntad de Aquel que es alto, noble y elevador. Él desea que paciente y sabiamente asumamos los deberes del servicio. Es para nuestro bien presente y eterno hacer las obras de Dios. Si su voluntad es aceptada con alegría y agradecimiento, los resultados se verán en el servicio ofrecido y en el carácter desarrollado” (Señales de los Tiempos, 22 de julio, 1897).

UNO QUE MERECE CONFIANZA

3. ¿En quién no se ha de confiar? Salmo 146:3, 4; Jeremías 17:5.

No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.

“Aferraos del brazo de Dios y decid: ‘Yo soy nada y Tú eres todo.  Tú has dicho: Separados de mí nada podéis hacer. Ahora bien, Señor, debo tenerte a ti morando en mí, para que yo pueda morar en ti’. Luego avanzad paso tras paso mediante una fe viviente, morando en Jesucristo. Esto es llevar su yugo, el yugo de la obediencia (MS 859, 1901)” (Comentario Bíblico Adventista, Tomo 5, pág. 1067).

4. ¿A quién se le prometió felicidad en el Antiguo Testamento? ¿Con qué promesa confirmó Jesús esta verdad? Salmos 146:5; 147:3; Mateo 11:28.

A todos los que pongamos esperanza en Dios. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios. El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.

“‘Venid a mí,’ es su invitación. Cualesquiera que sean nuestras ansiedades y pruebas, presentemos nuestro caso ante el Señor. Nuestro espíritu  será  fortalecido para poder resistir. Se nos abrirá el camino para librarnos de estorbos y dificultades.

Cuanto más débiles e impotentes nos reconozcamos, tanto más fuertes llegaremos a ser en su fortaleza. Cuanto más pesadas nuestras cargas, más bienaventurado el descanso que hallaremos al echarlas sobre el que las puede llevar. El descanso que Cristo ofrece depende de ciertas condiciones, pero éstas están claramente especificadas. Son tales que todos pueden cumplirlas. Él nos dice exactamente cómo se ha de hallar su descanso” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 296).

5. ¿Qué otras promesas revelan el gran amor atrayente de Dios?  Juan 6:37; 10:9.

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 

“El Hermano Mayor de nuestra familia humana está al lado del trono eterno. Mira a toda alma que se vuelve hacia Él como al Salvador. Sabe por experiencia cuáles son las debilidades de la humanidad, cuáles son nuestras necesidades, y en qué reside  la fuerza de nuestras  tentaciones, porque fue tentado en todo punto, así como nosotros, aunque sin pecar. Él vela sobre ti, tembloroso hijo de Dios. ¿Estás tentado? Él te librará. ¿Eres débil? Él te fortalecerá. ¿Eres ignorante? Te iluminará.

¿Estás herido? Te sanará. El Señor ‘cuenta el número de las estrellas;’ y sin embargo, ‘sana a los quebrantados de corazón, y liga sus heridas’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 295, 296).

GRANDES BENDICIONES SIGUEN AL SOMETIMIENTO A ÉL

6. ¿Qué respuestas al llamado de amor de Dios resultarán en el alivio de la carga del pecado? ¿Cómo son descritas la paz y la bendición derivadas de esto?  Mateo 11:29; Isaías 55:3; 48:18.

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar. 

“‘Aprended de mí –dice Jesús,– que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso.’ Debemos entrar en la escuela de Cristo, aprender de su mansedumbre y humildad. La redención es aquel proceso por el cual el alma se prepara para el cielo. Esa preparación significa conocer a Cristo. Significa emanciparse de ideas, costumbres y prácticas que se adquirieron en la escuela del príncipe de las tinieblas. El alma debe ser librada de todo lo que se opone a la lealtad a Dios.

“En el corazón de Cristo, donde reinaba perfecta armonía con Dios, había perfecta paz. Nunca le halagaban los aplausos, ni le deprimían las censuras o el chasco. En medio de la mayor oposición o el trato más cruel, seguía de buen ánimo. Pero muchos de los que profesan seguirle tienen un corazón ansioso y angustiado porque temen confiarse a Dios.

No se entregan completamente a Él, porque rehúyen las consecuencias que una entrega tal puede significar. A menos que se rindan así a Él, no podrán hallar paz” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 297, 298).

7. ¿Qué enorme diferencia hay entre nuestro yugo de pecado y su yugo?  Mateo 11:30; 1 Juan 5:3; Isaías 55:1.

Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. 

“Hay una condición para el descanso y la paz que aquí nos ofrece Cristo: es la de unirnos al yugo de Él. Todos los que acepten esta condición encontrarán que el yugo de Cristo los ayudará a llevar cada carga que necesitan llevar. Si Cristo no está a nuestro lado para llevar la parte más pesada de la carga, ciertamente diremos que es pesada. Pero unidos con Él al carro del deber, todas las cargas de la vida pueden ser fácilmente llevadas. Y en la proporción en que una persona procede con obediencia voluntaria ante los requerimientos de Dios, recibirá paz en su mente. Él dará evidencia de un juicio claro y un carácter determinado en cooperar con Dios para redimirse a sí mismo por medio de la fe en Cristo”

“Para el seguidor fiel de Cristo hay placer en hacer las cosas que Cristo ha hecho a su favor. No tendrá los requisitos de Dios como una exacción arbitraria sino como una descripción clara de su única salvaguarda de los avances del enemigo astuto, el cual siempre está buscando cómo enredar sus pies y hacer su camino dificultoso” (Señales de los Tiempos, 22 de julio, 1897).

MEDITACIÓN

“La mansedumbre y la humildad caracterizarán a todos los que sean obedientes a la ley de Dios, a todos los que lleven el yugo de Cristo con mansedumbre. Y esas gracias proporcionarán el deseable resultado de la paz en el servicio de Cristo. Al aprender de la mansedumbre y humildad de Cristo someteremos el ser entero a su control. Entonces la gracia transformadora de Cristo obrará en el corazón y carácter, haciendo a seres humanos, caídos en pecado, completos en Él” (Señales de los Tiempos, 22 de julio, 1897).

ESTUDIO ADICIONAL: Isaías 26:3; 48:17; El Deseado de Todas las Gentes, págs. 296-300.