lunes, 13 de diciembre de 2010

La fe de una mujer pagana

“No hay peligro de que el Señor descuide las oraciones de sus hijos. El peligro es que, en la tentación y la prueba, se descorazonen, y dejen de perseverar en oración.

“El Salvador manifestó compasión divina hacia la mujer sirofenicia. Su corazón fue conmovido al contemplar su aflicción. Anhelaba darle una seguridad inmediata de que su oración había sido escuchada; pero quería enseñar una lección a sus discípulos, y por un momento pareció desatender el clamor de su corazón torturado. Cuando la fe de la mujer se hubo manifestado, le dirigió palabras de encomio, y la envió con la preciosa bendición que había pedido. Los discípulos nunca olvidaron esta lección, y fue registrada para demostrar el resultado de la oración perseverante” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 138, 139).

EN LA FRONTERA FENICIA

1. Continuando su misión, ¿a qué región viajó Jesús con sus discípulos? Mateo 15:21; Marcos 7:24

Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, no quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 

“Después de su encuentro con los fariseos, Jesús se retiró de Capernaum, y cruzando Galilea, se fue a la región montañosa de los  confines de Fenicia. Mirando hacia el occidente, podía ver dispersas por la llanura que se extendía abajo las antiguas ciudades de Tiro y Sidón, con sus templos paganos, sus magníficos palacios y emporios de comercio, y los puertos llenos de embarcaciones cargadas. Más allá, se encontraba  la expansión azul del Mediterráneo, por el cual los mensajeros del Evangelio iban a llevar las buenas nuevas hasta los centros del gran imperio mundial.

Pero el tiempo no había llegado todavía. La obra que le esperaba ahora consistía en preparar a sus discípulos para su misión. Al venir a esa región, esperaba encontrar el retraimiento (retiro) que no había podido conseguir en Betsaida. Sin embargo, éste no era su único propósito al hacer el viaje” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 365).

2. ¿Quién vino a Él para pedirle ayuda para su hija mentalmente enferma? ¿De qué nación era? Mateo 15:22; Marcos 7:25, 26.

Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. La mujer era griega, y sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 

“‘He aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi  hija es malamente atormentada del demonio.’ Los habitantes de esta región pertenecían a la antigua raza cananea. Eran idólatras,  despreciados y odiados por los judíos. A esta clase pertenecía la mujer que ahora había venido a Jesús. Era pagana, y por lo tanto estaba excluida de las ventajas que los judíos disfrutaban diariamente. Había muchos judíos que vivían entre los fenicios, y las noticias de la obra de Cristo habían penetrado hasta esa región. Algunos de los habitantes habían escuchado sus palabras, y habían presenciado sus obras maravillosas. Esta mujer había oído hablar del profeta, quien, según se decía, sanaba toda clase de enfermedades. Al oír hablar de su poder,  la esperanza había nacido en su corazón. Inspirada por su amor maternal, resolvió presentarle el caso de su hija. Había resuelto llevar su aflicción a Jesús. Él debía sanar a su hija. Ella había buscado ayuda en los dioses paganos, pero no la había obtenido. Y a veces se sentía tentada a pensar: ¿Qué puede hacer por mí este maestro judío? Pero había llegado esta nueva: Sana toda clase de enfermedades, sean pobres o ricos los que a Él acudan por auxilio. Y decidió no perder su única esperanza” (Deseado Todas las Gentes, págs. 365, 366).

LA RESERVA DE JESÚS

3. A veces Jesús preguntaba a la gente cuál era su petición, pero en este caso, ¿cómo respondió? ¿Cuál fue la actitud de los discípulos?  Mateo 15:23.

Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 

“Cristo conocía la situación de esta mujer. Él sabía que ella anhelaba verle, y se colocó en su camino. Ayudándola en su aflicción, Él podía dar una representación viva de la lección que quería enseñar. Para esto había traído a sus discípulos.

Deseaba que ellos viesen la ignorancia existente en las ciudades y aldeas cercanas a la tierra de Israel. El pueblo al cual había sido dada toda oportunidad de comprender la verdad no conocía las necesidades de aquellos que le rodeaban. No hacía ningún esfuerzo para ayudar a las almas que estaban en tinieblas. El muro de separación que el orgullo judío había erigido impedía hasta a los discípulos sentir simpatía por el mundo pagano. Pero las barreras debían ser derribadas” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 366).

4. Cuando Jesús mandó a los discípulos por primera vez, ¿qué instrucción les dio? Mateo 10:6. Ahora ¿qué dice a sus discípulos sobre esta mujer? Mateo 15:24. ¿Por qué lo hizo?

Id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

“Cristo no respondió inmediatamente a la petición de la mujer. Recibió a esta representante de una raza despreciada como la habrían recibido los judíos. Con ello quería que sus discípulos notasen la manera fría y despiadada con que los judíos tratarían un caso tal evidenciándola en su recepción de la mujer, y la manera compasiva con que quería que ellos tratasen una angustia tal, según la manifestó en  la subsiguiente concesión de lo pedido por ella.

“Pero aunque Jesús no respondió, la mujer no perdió su fe. Mientras Él obraba como si no la hubiese oído, ella le siguió y continuó suplicándole. Molestados por su importunidad, los discípulos pidieron a Jesús que la despidiera. Veían que su Maestro la trataba con indiferencia y, por lo tanto, suponían que le agradaba el prejuicio de los judíos contra los cananeos. Mas era a un Salvador compasivo a quien la mujer dirigía su súplica, y en respuesta a la petición de los discípulos, Jesús dijo: ‘No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.’ Aunque esta respuesta parecía estar de acuerdo con el prejuicio de los judíos, era una reprensión implícita para los discípulos, quienes la entendieron más tarde como destinada a recordarles lo que Él les había dicho con frecuencia, a saber, que había venido al mundo para salvar a todos los que querían aceptarle” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 366, 367).

PERSEVERANCIA

5. ¿Desistió la mujer cuando Jesús no respondió en forma positiva a su requerimiento? Mateo 15:25, 26; Marcos 7:27.

NO. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.

“La mujer presentaba su caso con instancia y creciente fervor, postrándose a los pies de Cristo y clamando: ‘Señor, socórreme.’ Jesús, aparentando todavía rechazar sus súplicas, según el prejuicio despiadado de los judíos, contestó: ‘No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos.’ Esto era virtualmente aseverar que no era justo conceder a los extranjeros y enemigos de Israel las bendiciones  traídas al pueblo favorecido de Dios. Esta respuesta habría desanimado completamente a una suplicante menos ferviente. Pero la mujer vio que había llegado su oportunidad.

Bajo la aparente negativa de Jesús, vio una compasión que Él no podía ocultar. ‘Sí, Señor –contestó; – más los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.’ Mientras que los hijos de la casa comen en la mesa del padre, los perros mismos no quedan sin alimento. Tienen derecho a las migajas que caen de la mesa abundantemente surtida. Así que mientras muchas bendiciones se daban a Israel, ¿no había también alguna para ella? Si era considerada como perro, ¿no tenía, como tal, derecho a una migaja de su gracia?” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 367).

6. ¿Qué reveló su respuesta y su ansiosa perseverancia? Mateo  15:27; Marcos 7:28.

Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 

“En este caso, Cristo se encuentra con un miembro de una raza infortunada y despreciada, que no había sido favorecida por la luz de la Palabra de Dios; y sin embargo esa persona se entrega en seguida a la divina influencia de Cristo y tiene fe implícita en su capacidad de concederle el favor pedido. Ruega que se le den las migajas que caen de la mesa del Maestro. Si puede tener el privilegio de un perro, está dispuesta a ser considerada como tal. No tiene prejuicio nacional ni religioso, ni orgullo alguno que influya en su conducta, y reconoce inmediatamente a Jesús como el Redentor y como capaz de hacer todo lo que ella le pide” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 367).

SU PEDIDO ES CONCEDIDO

7. Al ver su gran fe, ¿qué hizo Jesús por ella? Mateo 15:28; Marcos 7:29, 30; Lucas 18:1.

Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama. También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.

Reflexión: ¿Qué debemos aprender de esta maravillosa experiencia? “El Salvador está satisfecho. Ha probado su fe en Él. Por su  trato con ella, ha demostrado que aquella que Israel había considerado como patria, no es ya extranjera sino hija en la familia de Dios. Y como hija, es su privilegio participar de los dones del Padre. Cristo le concede ahora lo que le pedía, y concluye la lección para los discípulos. Volviéndose hacia ella con una mirada de compasión y amor, dice: ‘Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres.’ Desde aquella hora su hija quedó sana. El demonio no  la atormentó más. La mujer se fue, reconociendo a su Salvador y feliz por haber obtenido lo que pidiera.

“Este fue el único milagro que Jesús realizó durante este viaje. Para ejecutar este acto había ido a los confines de Tiro y Sidón. Deseaba socorrer a la mujer afligida y al mismo tiempo dar un ejemplo de su obra de misericordia hacia un miembro de un pueblo despreciado, para beneficio de sus discípulos cuando no estuviese más con ellos. Deseaba sacarlos de su exclusividad  judaica e  interesarlos en el  trabajo por los que no fuesen de su propio pueblo” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 367, 368).

MEDITACIÓN

“Fue Cristo mismo quien puso en el corazón de aquella madre la persistencia que no pudo ser rechazada. Fue Cristo el que concedió valor y determinación ante el juez a la viuda suplicante. Fue Cristo quien, siglos antes, en el conflicto misterioso desarrollado junto al Jaboc, había inspirado a Jacob la misma fe perseverante.  Y no dejó sin recompensar la confianza que Él mismo había implantado. “Aquel que vive en el santuario celestial juzga con justicia. Se complace más en sus hijos que luchan contra la tentación en un mundo de pecado que en las huestes de ángeles que rodean su trono” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 139).

ESTUDIO ADICIONAL: El Deseado de Todas las Gentes, págs. 366-371; Lucas 18:1-8; El Ministerio de Curación, pág. 26.