lunes, 13 de diciembre de 2010

Si uno se niega a escuchar

“El Señor desea que los que le siguen ejerzan gran cuidado en su trato mutuo. Han de elevar, restaurar y sanar. Pero no debe haber en la iglesia negligencia de la debida disciplina.

Los miembros han de considerarse como alumnos en una escuela, y aprender a  formar un carácter digno de su alta vocación. En la iglesia de esta tierra los hijos de Dios han de quedar preparados para la gran reunión de la iglesia del cielo. Los que vivan en armonía con Cristo pueden esperar una vida eterna en la familia redimida” (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 251).

SI UN HERMANO CAE

1. ¿Cuál es la responsabilidad de los creyentes en la iglesia si un hermano es vencido por el pecado? ¿Cómo debe ser tratado? Gálatas 6:1; Santiago 5:19, 20.

Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.

“Si Cristo es en nosotros ‘la esperanza de gloria’, no nos sentiremos inclinados a observar a los demás para revelar sus errores. En vez de procurar acusarlos y condenarlos, nuestro objeto será ayudarlos, beneficiarlos y salvarlos. Al tratar con los que están en error, observaremos el mandato: ‘Considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.’ Nos acordaremos de las muchas veces que erramos y de cuán difícil era hallar el camino recto después de haberlo abandonado. No empujaremos a nuestro hermano a una oscuridad más densa, sino que con el corazón lleno de compasión le mostraremos el peligro” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 109).

“Vi que muchos se han aprovechado de lo que Dios ha mostrado con respecto a los pecados y males de otros… Debieran tratar con mucha delicadeza los sentimientos de los demás. Ocuparse de los males de los demás debiera ser la obra más delicada e importante de todas. Un hermano debiera ocuparse de ello con la mayor humildad y considerando sus propias debilidades, para que él mismo no sea tentado” (Testimonios para la Iglesia, tomo 1, pág. 155).

2. ¿Cuál es la promesa para todos aquellos que se humillan, reconocen sus propias faltas por la gracia y justicia de Cristo? Proverbios 28:13.

El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. 

“Cuán equivocados están los que se imaginan que la confesión de los pecados menoscabará su dignidad y disminuirá  su influencia entre sus  prójimos. Aferrándose a esta errónea idea, aunque ven sus faltas, muchos dejan de confesarlas y más bien pasan por alto los errores que han cometido con otros, y así amargan su propia vida y proyectan sombras sobre las vidas de otros. El confesar vuestros pecados no dañará vuestra dignidad.

Abandonad esa falsa dignidad. Caed sobre la Roca y sed quebrantados, y Cristo os dará la verdadera dignidad celestial. Que el orgullo, la estima propia, o la justicia propia no impidan a nadie que confiese sus pecados a fin de que pueda hacer suya la promesa… No ocultéis nada de Dios ni descuidéis la confesión de vuestras faltas a vuestros hermanos.

‘Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados’ (Sant. 5:16). Más de un pecado es dejado sin confesar, y tendrá que hacerle frente el pecador en el día del ajuste final. Mucho mejor es hacer frente ahora a nuestros pecados, confesarlos y apartarnos de ellos, mientras intercede en nuestro favor el Sacrificio expiatorio.

No dejéis de saber la voluntad de Dios en cuanto a este asunto. La salud de vuestra alma y la salvación de otros dependen de la forma en que procedáis en este asunto. ‘Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros’ (1 Ped. 5:6, 7). El humilde y quebrantado de corazón puede apreciar algo del amor de Dios y de la cruz del Calvario. Será amplia la bendición experimentada por aquel que satisface la condición por la cual puede llegar a ser participante del favor de Dios” (Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 383, 384).

EN EL ESPÍRITU DE CRISTO

3. ¿Qué instrucciones específicas dio el Señor para hacer volver a Él a alguien que haya caído en el pecado? Mateo 18:15; Prov. 25:9, 10.

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Trata tu causa con tu compañero, Y no descubras el secreto a otro. No sea que te deshonre el que lo oyere, Y tu infamia no pueda repararse. 

“No habléis del mal a otro. Si este mal es contado a una persona,  luego a otra y aun a otra, el informe crece continuamente, y el daño aumenta hasta que toda la iglesia tiene que sufrir. Arréglese el asunto ‘entre ti y él solo’. Tal es el plan de Dios” (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 248).

“Usted ha defendido su actitud de hablar mal de su hermano o hermana o vecino delante de los demás antes de ir a hablar con ellos, y de dar los pasos que Dios ha señalado definidamente que se deben dar. Ha dicho: ‘¡Pero! ¡Si yo no hablé con nadie hasta que me sentía tan agobiada que no lo pude impedir!’ ¿Qué la agobiaba? ¿No era acaso del claro descuido de su propio deber, de un ‘Así dice Jehová’? Usted cometió un pecado porque no fue a hablar con el ofensor para ventilar su falta entre usted y él solos. Si no lo hizo, si desobedeció a Dios, ¿cómo no se habría de sentir abrumada, a menos que su corazón se hubiera endurecido, puesto que estaba pisoteando el mandamiento de Dios y en su corazón estaba aborreciendo a su hermano o vecino? ¿Y de qué modo trató de librarse de esa carga? ¡Dios la reprende por su pecado de omisión, al no hablar con su hermano acerca de su falta, y usted se disculpa y se consuela con un pecado de comisión, es a saber, hablar de las faltas de su hermano con otra persona! ¿Es ésta la forma adecuada de obtener tranquilidad, cometiendo un pecado?” (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, pág. 49).

4. ¿Qué consejo dio el Salvador en caso que el hermano se niegue a escuchar y continúe en la transgresión? Mateo 18:16.

Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.

“‘Mas si no te oyere, toma aun contigo uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra’ (Mat. 18:16). Tomad con vosotros personas de ánimo espiritual, y hablad de su mal al que erró. Tal vez ceda a las súplicas unidas de sus hermanos. Al ver cómo ellos están de acuerdo con el asunto, tal vez su mente quede iluminada” (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 249).

“En un juicio por homicidio, no se podía condenar al acusado por la declaración de un solo testigo, aunque hubiera graves pruebas circunstanciales contra él. La orden del Señor fue: ‘Cualquiera que hiriere a alguno, por dicho de testigos, morirá el homicida: más un solo testigo no hará fe contra alguna persona que muera’ (Núm. 35: 30).  Fue Cristo quien le dio a Moisés estas instrucciones para  Israel; y mientras estaba personalmente con sus discípulos en la tierra, al enseñarles cómo debían tratar a los pecadores, el gran Maestro repitió la lección de que el testimonio de un solo hombre no basta para condenar ni absolver. Las cuestiones en disputa no han de decidirse por las opiniones de un solo hombre. En todos estos asuntos, dos o más han de reunirse y llevar juntos la responsabilidad, ‘para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra’” (Patriarcas y Profetas, pág. 552).

OTRA OPORTUNIDAD

5. Según Jesús, ¿quién debe ayudar a alguien que ha caído en pecado si se niega a aceptar consejos de sus hermanos más cercanos?  Mateo 18:17, primera parte.

Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia.

“El Señor está probando a su pueblo. Podéis ser tan severos y críticos con vuestro propio carácter deficiente como queráis, pero sed  bondadosos, compasivos y corteses hacia los demás. Averiguad cada día: ¿Estoy yo sano en mi corazón, o es éste falso? Rogad a Dios que os salve de todo engaño al respecto. Esto entraña intereses eternos. A diferencia de tantos que anhelan honores, y codician ganancias, buscad, amados hermanos míos, la seguridad del amor de Dios y clamad: ¿Quién me mostrará cómo asegurar mi vocación y elección?”(Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 91).

6. Sin embargo, ¿cuál será el resultado si alguien que ha abandonado el camino de la obediencia no escucha el consejo de la iglesia como cuerpo? Mateo 18:17, última parte; 1 Corintios 5:1, 9, 11.

Y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios. Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 

“‘Y si no oyere a ellos’, ¿qué debe hacerse? ¿Tendrán que asumir algunas personas de la junta directiva la responsabilidad de despedir de la  iglesia al que erró?  ‘Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia’ (Mat. 18:17). Tome la iglesia un acuerdo con respecto a sus miembros.

“‘Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por étnico y publicano’ (verso 17). Si él no quiere escuchar a la iglesia, si rechaza todos los esfuerzos hechos por salvarle, a la iglesia incumbe la responsabilidad de separarle de su comunión. Su nombre debe entonces borrarse de los libros.

“Ningún dirigente de la iglesia debe aconsejar, ninguna junta directiva recomendar, ni ninguna iglesia votar que el nombre de una persona que obra mal sea excluido de los libros de la  iglesia, hasta que se hayan seguido fielmente las instrucciones dadas por Cristo.

Cuando estas instrucciones se hayan cumplido, la iglesia queda  justificada delante de Dios. El mal debe, pues, presentarse tal cual es, y debe ser suprimido, a in de que no se propague. La salud y la pureza de la iglesia deben ser preservadas, para que ella aparezca delante de Dios sin mancha, revestida del manto de la justicia de Cristo” (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 250).

BUSCAR RECONCILIACIÓN

7. Aunque el que ha caído en pecado pueda haber sido excluido del cuerpo de creyentes, ¿qué es todavía necesario?  2 Tesalonicenses 3:13-15.

Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien. Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Más no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.

“Si el que erró se arrepiente y se somete a la disciplina de Cristo, se le ha de dar otra oportunidad. Y aun cuando no se arrepienta, aun cuando quede fuera de la iglesia, los siervos de Dios tienen todavía una obra que hacer en su favor. Han de procurar fervientemente que se arrepienta. Y por graves que hayan sido sus ofensas, si él cede a las súplicas del Espíritu Santo y, confesando y abandonando su pecado, da indicios de arrepentimiento, se le debe perdonar y darle de nuevo la bienvenida al redil. Sus hermanos deben animarle en el buen camino, tratándole como quisieran ser tratados si estuviesen en su lugar, considerándose a sí mismos, no sea que ellos  también sean  tentados”  (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 250).

MEDITACIÓN

“Todos sus esfuerzos por salvar a los que están equivocados pueden resultar infructuosos. Pueden pagarle mal por bien. Tal vez se enojen en vez de convencerse. ¿Qué pasará si escuchan sin resultados, y prosiguen la mala conducta que comenzaron? Esto va a suceder con frecuencia. A veces la reprensión más suave y tierna no produce buenos resultados. En ese caso la bendición que usted deseaba que otro recibiera al comportarse justamente, al dejar de hacer el mal y al aprender a hacer el bien, volverá a su propio pecho.

“Si el que está en error persiste en el pecado, trátelo bondadosamente, y déjelo con su Padre celestial. Ha librado su alma; el pecado de ellos ya no descansa sobre usted; ya no participa más del pecado de ellos. Si perecen, su sangre caerá sobre sus propias cabezas” (Testimonios para la Iglesia, tomo 2, págs. 49, 50).

ESTUDIO ADICIONAL

1 Juan 1:8-10; 2:1, 2; 1 Corintios 5:1-11; 1 Tesalonicenses 5:14; 1 Timoteo 5:19; Testimonios para la Iglesia, tomo 2, págs. 46-48; Testimonios para la Iglesia, tomo 7, págs. 244-247; Obreros Evangélicos, págs. 522-529; Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 197, 198.