lunes, 13 de diciembre de 2010

Alimento para las multitudes

“El acto de Cristo al suplir las necesidades temporales de una muchedumbre hambrienta, entraña una profunda lección espiritual para todos los que trabajan para Él. Cristo recibía del Padre; Él impartía a los discípulos; ellos impartían a la multitud; y las personas unas a otras. Así, todos los que están unidos a Cristo, recibirán de Él el pan de vida, el alimento celestial, y lo impartirán a otros” (D.T.G., pág. 337).

SANANDO Y ENSEÑANDO A LA GENTE

1. ¿Cómo  se sintió Jesús cuando vio a  tanta gente necesitada? ¿Qué  los motivó a que le siguieran?  Mateo 14:14; Lucas 9:11; Juan 6:2.

Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Y cuando la gente lo supo, le siguió; y él les recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. 

“Veía que una necesidad mayor requería su atención, mientras contemplaba a la gente que acudía y seguía acudiendo. ‘Y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor.’ Abandonando su retiro, halló un lugar conveniente donde pudiese atender a la gente. Ella no recibía ayuda de los sacerdotes y príncipes; pero las sanadoras aguas de vida fluían de Cristo mientras enseñaba a la multitud el camino de la salvación.

“La gente escuchaba las palabras misericordiosas que brotaban tan libremente de los labios del Hijo de Dios. Oían las palabras de gracia, tan sencillas y claras que les parecían bálsamo de Galaad para sus almas. El poder sanador de su mano divina impartía alegría y vida a los moribundos, comodidad y salud a los que sufrían enfermedades. El día les parecía como el cielo en la tierra, y no se daban la menor cuenta de cuánto  tiempo hacía que no habían comido” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 332, 333).

2. A medida que caía la noche, después que Jesús había pasado un largo día pronunciando palabras de consuelo a muchas personas,  ¿qué le instaron sus discípulos a hacer? Mateo 14:15; Marcos 6:36.

Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Despídelos para que vayan a los campos y aldeas de alrededor, y compren pan, pues no tienen qué comer. 

“Por fin había transcurrido ya el día, el sol se estaba hundiendo en el occidente, y la gente seguía demorándose. Jesús había trabajado todo el día, sin comer ni descansar. Estaba pálido por el cansancio y el hambre, y los discípulos le rogaron que dejase de trabajar. Pero Él no podía apartarse de la muchedumbre que le oprimía de todas partes” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 333).

DADLES DE COMER

3. ¿Cómo respondió el Salvador a la sugerencia? Mateo 14:16; Marcos 6:37, primera parte. ¿Cuál sería la respuesta humana típica a tal declaración?

Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Respondiendo él, les dijo: Dadles vosotros de comer. La respuesta típica nuestra sería, sí que se vayan a comer y así nosotros también comamos y descansemos tranquilos.

“Eligió un lugar agradable en el cual acomodar a la gente y les ordenó que se sentaran.  Luego tomó los cinco panes y los dos pececillos. Sin duda hubo muchas conjeturas acerca de la imposibilidad de satisfacer a cinco mil hombres hambrientos…” (Testimonios para la Iglesia, tomo 6, págs. 265, 266).

4. ¿Cuál fue el propósito de Jesús al preguntarle a Felipe dónde podían comprar pan para la multitud? Juan 6:5-7.

Para probar la fe de Felipe. Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios  de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. 

“Felipe echó una mirada sobre el mar de cabezas, y pensó cuán imposible sería alimentar a tanta gente. Respondió que doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno comiese un poco” (El Ministerio de Curación, pág. 29).

“Los discípulos se acercaron finalmente a Él, insistiendo en que para el mismo beneficio de la gente había que despedirla. Muchos habían  venido de lejos, y no habían comido desde la mañana. En las aldeas y pueblos de los alrededores podían conseguir alimentos. Pero Jesús dijo: ‘Dadles vosotros de comer,’ y luego, volviéndose a Felipe, preguntó: ‘¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?’ Esto lo dijo para probar la fe del discípulo. Felipe miró el mar de cabezas, y pensó que sería imposible proveer alimentos para satisfacer las necesidades de una muchedumbre tan grande. Contestó que doscientos denarios de pan no alcanzarían para que cada uno tuviese un poco” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 333).

ALIMENTO PARA LA MULTITUD

5. ¿Cuántos hombres había además de mujeres y niños?  ¿Qué hizo Jesús con la poca cantidad de alimento disponible? Mateo 14:17, 18, 21; Lucas 9:14; Mateo 14:19.

Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. El les dijo: Traédmelos acá. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.

“Jesús ordenó que le trajesen estas cosas y luego pidió a los discípulos que hiciesen sentar a la gente sobre la hierba, en grupos de cincuenta y de cien personas, para conservar el orden, y a in de que todos pudiesen presenciar lo que iba a hacer.

Hecho esto, Jesús tomó los alimentos, y ‘alzando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a las gentes’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 333).

6. ¿Qué sucedió con los pocos panes después que el Señor los bendijo? ¿Cuánto recibió cada uno del almacén celestial?  Mateo 14:20, primera parte, 21.

Y comieron todos, y se saciaron. Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

“La escasa provisión aumentó bajo la mano de Cristo, y Él tenía constantemente una provisión fresca para sus siervos a fin de que distribuyeran a la multitud hambrienta, hasta que hubo suficiente para todos” (Testimonios para los Ministros, pág. 350).

“Sin duda hubo muchas conjeturas acerca de la imposibilidad de satisfacer a cinco mil hombres hambrientos, además de las mujeres y los niños, con tan escasas provisiones. Pero Jesús dio gracias y puso los alimentos en las manos de los discípulos, para que los distribuyesen. A medida que lo repartían, el alimento se multiplicaba en sus manos. Después que la multitud fue alimentada los discípulos mismos se sentaron y comieron con Cristo de la provisión impartida por el cielo. Esta es una lección preciosa para cada uno de los que siguen a Cristo” (Testimonios para la Iglesia, tomo 6, pág. 266).

“Al alimentar a los cinco mil, Jesús alzó el velo del mundo de la naturaleza y reveló el poder que se ejerce constantemente para nuestro bien. En la producción de las mieses terrenales, Dios obra un milagro cada día. Por medio de agentes naturales, se realiza la misma obra que fue hecha al alimentar a la multitud. Los hombres preparan el suelo y siembran la semilla, pero es la vida de Dios la que hace germinar la simiente… Es Dios quien alimenta cada día los millones con las mieses de esta tierra” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 335).

7. ¿Cuántos canastos de pan sobraron después que todos hubieron comido? Mateo 14:20, última parte; Juan 6:12 ¿Qué lecciones adicionales están contenidas en este milagro?

Y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. 

“Y cuando somos puestos en estrecheces, debemos depender de Dios. Hemos de ejercer sabiduría y juicio en toda acción de la vida,  a fin de no colocarnos en situación de prueba por procederes temerarios. No debemos sumirnos en dificultades descuidando los medios que Dios ha provisto y usando mal las facultades que nos ha dado. Los que trabajan para Cristo deben obedecer implícitamente sus instrucciones.

La obra es de Dios, y si queremos beneficiar a otros debemos seguir sus planes. No puede hacerse del yo un  centro;  el yo no puede  recibir honra. Si hacemos planes según nuestras propias  ideas, el Señor nos abandonará a nuestros propios errores.

Pero cuando, después de seguir sus indicaciones, somos puestos en estrecheces, nos librará. No hemos de renunciar a la lucha, desalentados, sino que en toda emergencia hemos de procurar la ayuda de Aquel que tiene recursos infinitos a su disposición.

Con frecuencia, estaremos rodeados de circunstancias penosas, y entonces, con la más plena confianza, debemos depender de Dios. Él guardará a toda alma puesta en perplejidad por  tratar de andar en el camino del Señor”  (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 336).

MEDITACIÓN

“Los discípulos eran el medio de comunicación entre Cristo y la gente. Esto debe ser de gran estímulo para sus discípulos de hoy. Cristo es el gran centro, la fuente de toda fuerza. Sus discípulos han de recibir de Él sus provisiones. Los más inteligentes, los mejor dispuestos espiritualmente, pueden otorgar a otros solamente lo que reciben.

De sí mismos, no pueden suplir en nada las necesidades del alma. Podemos impartir únicamente lo que recibimos de Cristo; y podemos recibir únicamente a medida que impartimos a otros. A medida que continuamos impartiendo, continuamos recibiendo; y cuanto más impartamos, tanto más recibiremos. Así podemos constantemente creer, confiar, recibir e impartir” (D.T.G., págs. 337, 338).

ESTUDIO ADICIONAL: Mateo 14:13-21; Marcos 6:32-44; Lucas 9:10-17; Juan 6:1-13; D.T.G., págs. 429-442; El Ministerio de Curación, págs. 34-38.