jueves, 20 de junio de 2013

19 El gran médico

“Dios es el único que puede sanar. Aquellos cuyas mentes y cuerpos están enfermos han de ver en Cristo al restaurador. ‘Porque yo vivo –dice, – y vosotros también viviréis’ (S. Juan 14:19). Esta es la vida que debemos ofrecer a los enfermos, diciéndoles que si creen en Cristo como el restaurador, si cooperan con Él, obedeciendo las leyes de la salud y procurando perfeccionar la santidad en el temor de Él, les impartirá su vida. Al presentarles así al Cristo, les comunicamos un poder, una fuerza valiosa, procedente de lo alto. Esta es la verdadera ciencia de curar el cuerpo y el alma” (El Ministerio de Curación, pág. 187).

ESPERANZA PARA EL ENFERMO

1. ¿En qué condición se encuentran hoy la mayoría de las personas? ¿Hay alguna esperanza de curación? Isaías 1:5, última parte, 6.

Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. 

“Este mundo es un vasto lazareto (hospital), pero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que aquellos que le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo no se negaba a sanarlos. Y cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El Evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados?” (DTG, pág. 763).

2.   ¿Por qué vino Jesús a la tierra? Mateo 9:12; 4:23.

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

“Cristo vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios para que el hombre pudiera dominar perfectamente las inclinaciones naturales que corrompen el alma. Él es el Médico del alma y del cuerpo y da la victoria sobre las pasiones guerreantes. Ha provisto todo medio para que el hombre pueda poseer un carácter perfecto… “Cristo es el mismo médico compasivo que cuando desempeñaba su ministerio terrenal. En Él hay bálsamo curativo para toda enfermedad, poder restaurador para toda dolencia” (El Ministerio de Curación, págs. 92, 172).

PODER SANADOR DE JESÚS

3.   ¿A través de que poder curaba Jesús? Salmo 107:19, 20; 2 Reyes 20:4, 5; Mateo 8:8.

Pero clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina. Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará.

“El mismo poder que Cristo ejerció cuando andaba entre los hombres se encuentra en su Palabra. Con ella curaba las enfermedades y echaba fuera demonios; con ella sosegaba el mar y resucitaba a los muertos; y el pueblo atestiguó que su palabra iba revestida de poder. El predicaba la Palabra de Dios, la misma que había dado a conocer a todos los profetas y maestros del Antiguo Testamento. La Biblia entera es una manifestación de Cristo…

“En sus milagros, el Salvador manifestaba el poder que actúa siempre en favor del hombre, para sostenerle y sanarle. Por medio de  los agentes naturales, Dios obra día tras día, hora tras hora y en todo momento, para conservarnos la vida, fortalecernos y restaurarnos. Cuando alguna parte del cuerpo sufre perjuicio, empieza el proceso de curación; los agentes naturales actúan para restablecer la salud. Pero lo que obra por medio de estos agentes es el poder de Dios. Todo poder capaz de dar vida procede de Él. Cuando alguien se repone de una enfermedad, es Dios quien lo sana” (El Ministerio de Curación, págs.84, 75, 76).

4.   ¿Cuál es la invitación aún hoy? Mateo 11:28-30.

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

“El amor que Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder vivificante. Da saluda cada una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y los nervios. Por su medio las energías más potentes de nuestro ser despiertan y entran en actividad. Libra al alma de culpa y tristeza, de la ansiedad y congoja que agotan las fuerzas de la vida. Con Él vienen la serenidad y la calma. Implanta en el alma un gozo que nada en la tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que da salud y vida. “Las palabras de nuestro Salvador: ‘Venid a mí,… que yo os haré descansar’ (S. Mateo 11:28), son una receta para curar las enfermedades físicas, mentales y espirituales. A pesar de que por su mal proceder los hombres han atraído el dolor sobre sí mismos, Cristo se compadece de ellos. En Él pueden encontrar ayuda. Hará cosas grandes en beneficio de quienes en Él confíen” (M. C, págs. 78, 79).

MÉDICO DEL ALMA

5. ¿Es Jesús sólo Médico del cuerpo? ¿Cuáles son sus palabras a los enfermos? Salmo 103:3, 4; Mateo 9:2.

Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias. Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados.

“Muchos de los que acudían a Cristo en busca de ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí, y sin embargo Él no rehusaba sanarlos. Y cuando estas almas recibían la virtud de Cristo, reconocían su pecado, y muchos se curaban de su enfermedad espiritual a la par que de sus males físicos” (El Ministerio de Curación, pág. 49).

“Hay remedio para el alma enferma de pecado. Ese remedio es Jesús. ¡Precioso Salvador! Su gracia es suficiente para el más débil; y el más fuerte también debe tener su gracia o perecerá” (La Maravillosa Gracia, pág. 87).

6. ¿Cuál es la prescripción del Médico divino para la salud del cuerpo, mente y alma? ¿Qué motivará a otros a buscar este Médico? Juan 6:51; Jeremías 15:16; Romanos 10:14.

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 

“A fin de tener salud y vitalidad en el alma, el Médico divino prescribe comunión con Él. Debemos sentamos a sus pies y aprender de Él cómo ser mansos y humildes de corazón. La salud espiritual depende del alimento que se da a la mente y del aire que se respira. “El alma necesita alimento, y a fin de conseguirlo, debe estudiarse la Palabra de Dios. Para curar la enfermedad es esencial inspirar aire puro. Y no es menos esencial que la atmósfera que respiramos en la vida espiritual sea pura. Esto es imprescindible para el crecimiento saludable en la gracia. Respiren la atmósfera pura que produce pensamientos puros y palabras nobles. Escojan asociarse con los cristianos. El cristiano no tendrá salud espiritual a menos que sea cuidadoso con respecto a sus compañías” (Alza tus Ojos, pág.172).

7.   ¿Qué instrucción impartía Jesús a aquellos que había sanado o perdonado? Juan 5:14; 8:11.

Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

“Al curar las enfermedades, Cristo decía muchas veces a los enfermos: ‘No peques más, porque no te venga alguna cosa peor’ (S. Juan 5:14). Así les enseñaba que habían atraído su dolencia sobre si al transgredir las leyes de Dios, y que la salud no puede conservarse sino por medio de la obediencia. “El médico debe enseñar a sus pacientes que han de cooperar con Dios en la obra de restauración. El médico echa cada vez más de ver que la enfermedad resulta del pecado. Sabe que las leyes de la naturaleza son tan ciertamente divinas como los preceptos del Decálogo, y que sólo por la obediencia a ellas pueden recuperarse o conservarse la salud. Él ve que muchos sufren los resultados de sus hábitos perjudiciales cuando podrían recobrarla salud si hiciesen lo que está a su alcance para su restablecimiento. Es necesario enseñarles que todo hábito que destruye las energías físicas, mentales o espirituales, es pecado, y que la salud se consigue por la obediencia a las leyes que Dios estableció para bien del género humano” (El Ministerio de Curación, págs. 76, 77).

MEDITACIÓN

“El único remedio para los pecados y dolores de los hombres es Cristo. Únicamente el Evangelio de su gracia puede curar los males que azotan a la sociedad… Solamente Él da un nuevo corazón de amor en lugar del corazón egoísta de pecado” (La Maravillosa Gracia, pág. 25).

“La curación física va enlazada con la misión de predicar el Evangelio. En la obra del Evangelio, jamás deben ir separadas la enseñanza y la curación… “La proclamación del Evangelio a todo el mundo es la obra que Dios ha encomendado a los que llevan su nombre. El Evangelio es el único antídoto para el pecado y la miseria dela tierra. El dar a conocer a toda la humanidad el mensaje de la gracia de Dios es la primera tarea de los que conocen su poder curativo” (El Ministerio de Curación, pág. 100).

ESTUDIO PERSONAL

“El Salvador asistía tanto al alma como al cuerpo. El Evangelio que enseñó fue un mensaje de vida espiritual y de restauración física. La salvación del pecado y la curación de la enfermedad iban enlazadas” (El Ministerio de Curación, pág. 75).

· Mateo 20:32

· Lucas 18:41

“Así sucede con la lepra del pecado, tan profundamente arraigada, tan mortífera, tan imposible de curar por el poder humano. ‘Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga’ (Isaías 1:5, 6.) Pero Jesús, al humanarse, no se contamina. Su presencia es virtud curativa para el pecador. Cualquiera que se postre a sus pies, diciéndole con fe: ‘Señor, si quisieras, puedes limpiarme,’ oirá esta respuesta: ‘Quiero: sé limpio’…

“El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos impone sacrificios. Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren en la obediencia a sus leyes encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu” (El Ministerio de Curación, págs. 45, 89).