jueves, 20 de junio de 2013

10 Intercesor y sustituto

“El Redentor del mundo poseía el poder de atraer a los hombres hacia Él, de aquietar sus temores, de disipar su lobreguez, de inspirarlos con esperanza y valor, de capacitarlos para creer en la buena voluntad de Dios de recibirlos mediante los méritos del Sustituto divino. Como objetos del amor de Dios, siempre debiéramos estar agradecidos porque tenemos un mediador, un abogado, un intercesor en las cortes celestiales, que suplica por nosotros ante el Padre” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 302).

MEDIADOR ENTRE EL SER HUMANO Y DIOS

1. ¿En qué momento se convirtió Jesús en el Mediador entre Dios y el ser humano? 1 Timoteo 2:5.

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

“Cristo fue designado como Mediador desde la creación de Dios, designado desde la eternidad para ser nuestro sustituto y garantía. Antes de que fuera hecho el mundo, se dispuso que la divinidad de Cristo estuviera revestida de humanidad” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 293).

“Desde que pecaron nuestros primeros padres, no ha habido comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santidad de la ley divina. Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo” (La Maravillosa Gracia, pág. 43).

NUESTRO INTERCESOR

2. ¿Qué hace posible que las oraciones sean contestadas? Juan 16:26, 27; 15:16.

En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 

“Orar en nombre de Jesús es más que una mera mención de su nombre al principio y al fin de la oración. Es orar con los sentimientos y el espíritu de Jesús, creyendo en sus promesas, confiando en su gracia y haciendo sus obras” (CC, pág. 100).

“Cristo es el vínculo de unión entre Dios y el hombre. Él prometió su intercesión personal. Coloca toda la virtud de su justicia de parte del suplicante. Intercede por el hombre, y el hombre, que necesita ayuda divina, intercede por sí mismo en presencia de Dios, usando  la  influencia de Aquel que dio su vida por la vida del mundo. Mientras reconocemos delante de Dios nuestro aprecio por los méritos de Cristo, nuestras intercesiones cobran fragancia. Mientras nos acercamos a Dios por la virtud de los méritos del Redentor, Cristo nos atrae cerca de sí, rodeándonos con su brazo humano, mientras que con su brazo divino traba del trono del Infinito. Pone sus méritos, como suave incienso, en el incensario que tenemos en la mano, a fin de alentar nuestras peticiones. Él promete oír y contestar nuestras súplicas” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 93, 94).

3. ¿Qué oración incluye una de las más hermosas intercesiones de Jesús a favor de sus seguidores? Juan 17:7-9, 17, 20, 24.

Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Más no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 

“Este capítulo contiene la oración intercesora que Cristo ofreció a su Padre poco antes de su enjuiciamiento y crucifixión. Esta oración es una lección acerca de la intercesión que el Salvador llevaría a cabo dentro del velo, cuando se hubiera completado su gran sacrificio a favor de los hombres: la ofrecida de sí mismo. Nuestro Mediador dio a sus discípulos esta instrucción de su ministerio en el santuario celestial en favor de todos los que vengan a Él con mansedumbre y humildad, despojados de todo egoísmo y creyendo en el poder de Cristo para salvar” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, pág. 1119).

4. Sabiendo que Él vive para interceder por nosotros y siempre está dispuesto a cumplir sus promesas, ¿cómo nos podemos apropiar de las bendiciones contenidas en la oración de Jesús por medio de la fe? Hebreos 7:25; Romanos 8:34.

Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

“… está en el cielo como nuestro abogado, para interceder por nosotros. Siempre hemos de cobrar consuelo y esperanza al pensar en esto. Él está pensando en los que están sujetos a las tentaciones de este mundo. Piensa en nosotros individualmente, y conoce cada una de nuestras necesidades. Cuando seáis tentados, decid: Él cuida de mí, Él hace intercesión en mi favor, Él me ama, Él ha muerto por mí. Miraré sin reservas a Él. Entristecemos el corazón de Cristo cuando vamos condoliéndonos de nosotros mismos como si fuéramos nuestro propio salvador. No; debemos encomendar la guarda de nuestras almas a Dios como  a  un Creador fiel. Él siempre vive para interceder por los probados y tentados” (TM, pág. 397).

SUSTITUTO Y SEGURIDAD

5. ¿Cómo, en beneficio del ser humano, Dios encara las exigencias de su santa ley? Romanos 8:3, 4.

Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 

“Dios no podía alterar una jota ni una tilde de su santa ley a fin de ir al encuentro del hombre en su condición caída; porque esto habría producido descrédito sobre la sabiduría de Dios al hacer una ley por la cual habían de gobernarse el cielo y la tierra. Pero Dios podía dar a su Hijo unigénito para que llegara a ser el Sustituto y Garante del hombre, para que sufriera la penalidad que merecía el transgresor y para que impartiera al alma penitente su perfecta justicia. Cristo vino a ser el sacrificio inmaculado en favor de una raza caída, convirtiendo a los hombres en prisioneros de esperanza, de manera que, mediante el arrepentimiento ante Dios por haber quebrantado su santa ley, y por medio de la fe en Cristo como su Sustituto, Garante y Justicia, pudieran ser traídos de vuelta a la lealtad a Dios y a la obediencia a su santa ley” (Fe y Obras, pág. 121).

6. ¿Qué fue necesario para Jesús a fin de convertirse en el perfecto Sustituto y Garantía del ser humano? ¿Cómo se pueden obtener los beneficios de su servicio intercesor? Juan 15:10; 6:38, 39; Hebreos 5:9.

Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.

“El sustituto y garantía del hombre debía tener la naturaleza del hombre, un entronque con la familia humana a quien había de representar, y, como embajador de Dios, debía participar de la naturaleza divina, debía tener una unión con el Infinito a fin de manifestar a Dios ante el mundo y ser un mediador entre Dios y el hombre” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 301).

“En la oración intercesora que Jesús elevó a su Padre, afirmó que había cumplido con las condiciones que el Padre había dispuesto como obligatorias, respecto al hombre caído, para que Cristo las cumpliera conforme al contrato hecho en el cielo. Él oró: ‘He acabado la obra que me diste que hiciese’. [Es decir, había forjado en la tierra un carácter justo como un ejemplo para que lo siguieran los hombres.] Ahora, pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, pág. 1119).

EL TIEMPO DE GRACIA TERMINARÁ

7. ¿Continuará indefinidamente la intercesión de Cristo? ¿Por qué es tan importante arrepentirse, abandonar nuestros pecados ahora y recibir el perdón y curación de Cristo? Hebreos 3:14, 15; 2 Corintios 6:2.

NO. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido.

“Pronto será vindicada la justicia de Dios delante del Universo. Su justicia requiere que el pecado sea castigado; pero su misericordia hace posible que éste sea perdonado mediante el arrepentimiento y la confesión. El perdón puede obtenerse solamente por medio de su Hijo unigénito; sólo Cristo puede expiar el pecado, y únicamente cuando el pecador se arrepiente y lo abandona. El hombre cortó su conexión con Dios y su alma quedó paralizada y débil por el veneno mortal del pecado. Pero hubo un tiempo cuando se proclamó en las cortes celestiales: ¡He encontrado la redención! Se dio una vida divina como rescate por el hombre; Uno igual al Padre llegó a ser el sustituto del ser humano” (Alza tus Ojos, pág. 47).

MEDITACIÓN

“Todo el que desee librarse de la esclavitud y del servicio de Satanás y quiera estar bajo la bandera ensangrentada del Príncipe Emanuel, será protegido por las intercesiones de Cristo. Cristo, como nuestro Mediador a la diestra del Padre, siempre nos tiene en cuenta, pues es tan necesario que nos guarde mediante su intercesión como que nos haya redimido con su sangre. Si Él deja de sostenernos por sólo un momento, Satanás está listo para destruirnos. A los que han sido comprados con su sangre los guarda ahora mediante su intercesión” (Comentario Bíblico, tomo 6, pág. 1078).

ESTUDIO PERSONAL

· Juan 17:1-3, 14-16

“En cuanto existió el pecado, hubo un Salvador. Cristo sabía que tendría que sufrir y, sin embargo, se ofreció como sustituto del hombre. En cuanto Adán pecó, el Hijo de Dios se ofreció como garantía de la raza humana, con tanto poder para evitar la sentencia pronunciada sobre el culpable, como cuando murió en la cruz del Calvario” (La Fe por la Cual Vivo, pág. 77).

“Al salir Jesús del lugar santísimo, oí el tintineo de las campanillas de su túnica. Una tenebrosa nube cubrió entonces a los habitantes de la tierra. Ya no había mediador entre el hombre culpable y un Dios ofendido. Mientras Jesús estuvo interpuesto entre Dios y el pecador, tuvo la gente un freno; pero cuando dejó de estar entre el hombre y el Padre, desapareció el freno y Satanás tuvo completo dominio sobre los finalmente impenitentes. Era imposible que fuesen derramadas las plagas mientras Jesús oficiase en el santuario; pero al terminar su obra allí y cesar su intercesión, nada detiene ya la ira de Dios que cae furiosamente sobre la desamparada cabeza del culpable pecador que descuidó la salvación y aborreció las reprensiones. En aquel terrible momento, después de cesar la mediación de Jesús, a los santos les toca vivir sin intercesor en presencia del Dios santo. Había sido decidido todo caso y numerada cada joya” (Primeros Escritos, pág. 280).