jueves, 20 de junio de 2013

09 Nuestro gran sumo sacerdote

“Nuestro gran Sumo Sacerdote completó la ofrenda expiatorio de sí mismo cuando sufrió fuera de la puerta. Entonces se hizo una perfecta expiación por los pecados de la gente. Jesús es nuestro Abogado, nuestro Sumo Sacerdote, nuestro Intercesor; por lo tanto, nuestra situación actual es como la de los israelitas que estaban en el atrio exterior, esperando y buscando esa bendita esperanza, el glorioso aparecimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo… El símbolo se encontró con la realidad simbolizada en la muerte de Cristo, el Cordero muerto por los pecados del mundo. El gran Sumo Sacerdote ha hecho el único sacrificio que es de valor” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, pág. 924).

DESIGNADO PARA EL SACERDOCIO

1. ¿Quién designó a Jesús como el gran Sumo Sacerdote? Hebreos 5:5, 6, 9, 10.

Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

“Cristo no se glorificó a sí mismo al ser hecho Sumo Sacerdote. Dios lo designó para el sacerdocio. Debía ser un ejemplo para toda la familia humana. Él se calificó para ser no sólo el representante de la raza humana, sino su Abogado, de modo que cada alma, si así lo desea, pudiera decir: Tengo un Amigo en el tribunal. Es un Sumo Sacerdote que puede conmoverse con el  sentimiento de nuestras flaquezas” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, pág. 942).

EL NUEVO PACTO

2. ¿Sobre qué base se estableció el nuevo pacto por medio del cual Jesús se convirtió en el mayor Sumo Sacerdote para el ser humano? Hebreos 8:5, 6; 7:21, 22.

Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. 

“Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios… “El nuevo pacto se estableció sobre ‘mejores promesas’, la promesa del perdón de los pecados, y de la gracia de Dios para renovar el corazón” (La Maravillosa Gracia, págs. 133, 136).

3. Aunque tentado como nosotros, ¿cómo resurgió nuestro Sumo Sacerdote de su conflicto con el pecado? Habiendo realizado  experiencias, ¿qué es capaz de hacer? Hebreos 4:15; 2:18; 7:26.

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.

“Jesús se interesa en cada uno como si no hubiese otra persona en toda la tierra. Como Dios, ejerce gran poder en nuestro favor, mientras que como Hermano mayor nuestro, siente todas nuestras desgracias. La Majestad del cielo no se mantuvo alejada de la humanidad degradada y pecaminosa. No tenemos un Sumo Sacerdote tan ensalzado y encumbrado, que no pueda fijarse en nosotros o simpatizar con nosotros, sino que fue tentado en todas las cosas como nosotros, aunque sin pecar” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 115, 116).

“Así también Cristo, el gran Sumo Sacerdote, al ofrecer su sangre ante el Padre en favor de los pecadores, lleva sobre el corazón el nombre de toda alma arrepentida y creyente. El salmista dice: ‘Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí’ (Sal. 40:17)” (Patriarcas y Profetas, pág 363).

EN EL SANTUARIO CELESTIAL

4. ¿Cuándo entró Jesús en el santuario celestial para desarrollar su cargo como Sumo Sacerdote? Marcos 16:19; Hebreos 8:1, 2.

Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. 

“Después de su ascensión, nuestro Salvador iba a principiar su obra como nuestro Sumo Sacerdote. El apóstol Pablo dice: ‘No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en  la presencia de Dios’ (Heb. 9:24)… Como Cristo, después de su ascensión, compareció ante la presencia de Dios para ofrecer su sangre en beneficio de los creyentes arrepentidos…

“Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no había de anular el pecado; éste queda registrado en el santuario hasta la expiación final;…

“En el gran día del juicio final…, en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales” (Patriarcas y Profetas, pág 372).

5. Después de su ascensión, nuestro gran Sumo Sacerdote inició su ministerio en el lugar santo y después se transfirió al lugar santísimo en 1844. Además de presentar los méritos de su sangre en favor de los pecadores arrepentidos, ¿qué otra labor inició pronta a finalizar? 2 Timoteo 4:1; 1 Pedro 4:17.

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? 

“Estamos en el gran día de la expiación, cuando mediante la confesión y el arrepentimiento nuestros pecados han de ir de antemano al juicio… “En 1844, nuestro gran Sumo Sacerdote entró en el lugar santísimo del santuario celestial para comenzar la obra del juicio investigador. Han estado siendo examinados delante de Dios los casos de los muertos justos. Cuando se complete esa obra, se pronunciará juicio sobre los vivientes. ¡Cuán preciosos, cuán importantes son estos solemnes momentos! Cada uno de nosotros tiene un caso pendiente en el tribunal celestial. Individualmente hemos de ser juzgados de acuerdo con lo que hicimos en el cuerpo” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 145).

EL MINISTERIO DE NUESTRO GRAN SUMO SACERDOTE

6. ¿Por qué es tan importante que Jesús sea nuestro gran Sumo Sacerdote? Apocalipsis 8:3, 4.

Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 

“Los servicios religiosos, las oraciones, la alabanza, la confesión arrepentida del pecado ascienden desde los verdaderos creyentes como incienso ante el santuario celestial, pero al pasar por los canales corruptos de la humanidad, se contaminan de tal manera que, a menos que sean purificados por sangre, nunca pueden ser de valor ante Dios. No ascienden en pureza inmaculada, y a menos que el Intercesor, que está a la diestra de Dios, presente y purifique todo por su justicia, no son aceptables ante Dios. Todo el incienso de los tabernáculos terrenales debe ser humedecido con las purificadoras gotas de la sangre de Cristo. Él sostiene delante del Padre el incensario de sus propios méritos, en los cuales no hay mancha de corrupción terrenal. Recoge en ese incensario las oraciones, la alabanza y las confesiones de su pueblo, y a ellas les añade su propia justicia inmaculada. Luego, perfumado con los méritos de la propiciación de Cristo, asciende el incienso delante de Dios plena y enteramente aceptable. Así se obtienen respuestas benignas” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 404).

7. ¿Durante cuánto tiempo intercederá Jesús en el santuario a favor de los pecadores? ¿Qué sucederá cuando cese de interceder por su pueblo? Apocalipsis 16:7; 22:11; 6:17.

También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. Porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

“Cuando termine el mensaje del tercer ángel la misericordia divina no intercederá más por los habitantes culpables de la tierra… Entonces Jesús dejará de interceder en el santuario celestial. Levantará sus manos y con gran voz dirá ‘Hecho es,’… Cristo ha hecho propiciación por su pueblo y borrado sus pecados…

“Ahora, mientras que nuestro gran Sumo Sacerdote está haciendo propiciación por nosotros, debemos tratar de llegar a la perfección en Cristo…  Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca (Apocalipsis 14:9, 10)” (CS, págs. 671, 680, 685).

MEDITACIÓN

“Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie en la presencia del Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia de Dios y sus propios y diligentes esfuerzos deberán ser vencedores en la lucha con el mal. Mientras se prosigue el juicio investigador en el cielo, mientras que los pecados de los creyentes arrepentidos son quitados del santuario, debe llevarse a cabo una obra especial de purificación, de liberación del pecado, entre el pueblo de Dios en la tierra” (CS, pág. 478).

ESTUDIO PERSONAL

· Hebreos 5:9

· Efesios 1:20

“Así  como  el sumo sacerdote ponía a un lado sus magníficas ropas pontificias, y oficiaba en la ropa blanca de lino del sacerdote común, así  también Cristo tomó forma de siervo, y ofreció sacrificio, siendo Él mismo a la vez el sacerdote y la víctima” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 16).

“Los sacrificios y  las ofrendas del ritual mosaico señalaban siempre hacia adelante, hacia un servicio mejor, el celestial. El santuario terrenal ‘era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios’ (Heb. 9:9) y sus dos lugares santos eran ‘figuras de las cosas celestiales’ (Heb. 9:23) pues Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es hoy ‘ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre’ (Heb. 8:2)” (Profetas y Reyes, pág. 505).

“Todos pueden acercarse a Dios ahora por medio de los méritos de Cristo. Debido a que el velo ha sido rasgado, los hombres pueden acercarse a Dios. No necesitan depender ni de sacerdote ni de sacrificio ceremonial. Se da libertad a todos para ir directamente a Dios por medio de un Salvador personal” (La Maravillosa Gracia, pág. 155).

“Ojalá comprendieran todos que toda obediencia, todo arrepentimiento, toda alabanza y todo agradecimiento deben ser colocados sobre el fuego ardiente de la justicia de Cristo. La fragancia de esa justicia asciende como una nube en torno del propiciatorio” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 404). “Cristo es la fragancia, el incienso santo que hace aceptables nuestras peticiones ante el Padre” (Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 390).