domingo, 27 de diciembre de 2009

09 Firmeza frente al peligro

“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te desampararé” Josué 1:5.

PLANES PARA ISRAEL

1. ¿Cómo fue ordenado el nuevo dirigente de Israel en su elevada misión? ¿Qué deseaba Dios de su pueblo para su bien y prosperidad espiritual? Números 27:17-20, Deuteronomio 10:12, 13, 16.

Que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor. Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él; y lo pondrás delante del sacerdote Eleazar, y delante de toda la congregación; y le darás el cargo en presencia de ellos. Y pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca. Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz.

“Después de la muerte de Moisés, Josué había de ser el dirigente de Israel que tendría que conducirlos a la tierra prometida. Había sido su primer ministro durante la mayor parte del tiempo que los israelitas dedicaron a peregrinar por el desierto. Había visto las maravillosas obras realizadas por Dios por medio de Moisés, y comprendía bien la disposición del pueblo. Era uno de los doce espías que fueron enviados a explorar la tierra prometida, y uno de los dos que dio un fiel informe de su riqueza y que los animó a poseer la tierra con el poder de Dios. Estaba bien calificado para llevar a cabo esa importante tarea. El Señor prometió a Josué que estaría con él como había estado con Moisés, y que obraría para que Canaán le resultara fácil de conquistar, con la condición de que fuera fiel y guardara todos sus mandamientos” (Historia de la Redención, pág. 179).

2. Además de otras, ¿qué consistente promesa recibió Israel? ¿Se ha prometido algo similar al Israel moderno? Deuteronomio 9:5, 6; Apocalipsis 21:7.

No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

“Seremos salvados eternamente cuando entremos por las puertas de la ciudad. Entonces podremos regocijarnos de que somos salvados, eternamente salvados. Pero hasta entonces necesitamos prestar oídos a la admonición del apóstol: ‘Temamos, pues, no sea que permaneciendo aun la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado’  (Heb. 4:1). Tener un conocimiento de Canaán, cantar los himnos de Canaán, regocijarse en la perspectiva de entrar en Canaán, no llevó a los hijos de Israel hasta las viñas y olivares de la tierra prometida. Tan solo podían hacerla suya en verdad ocupándola, cumpliendo con las condiciones, ejerciendo fe viviente en Dios,  aferrándose de sus promesas” (A Fin de Conocerle, pág. 164).

OTRO CRUCE MEMORABLE

3. ¿Qué mensaje animador recibió Josué exactamente antes de cruzar el Jordán? ¿Cómo describe el Espíritu de Profecía al dirigente de Israel? Josué 3:7, 10, 11.

Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. Y añadió Josué: En esto conoceréis que el Dios viviente está en medio de vosotros, y que él echará de delante de vosotros al cananeo, al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo. He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la tierra pasará delante de vosotros en medio del Jordán.

“Josué era ahora el jefe reconocido de Israel. Se había distinguido principalmente como guerrero, y sus dones y virtudes resultaban de un valor especial en esta etapa de la historia de su pueblo. Valeroso, resuelto y perseverante, pronto para actuar, incorruptible, despreocupado de los intereses egoístas en su solicitud por aquellos encomendados a su protección y, sobre todo, inspirado por una viva fe en Dios, tal era el carácter del hombre escogido divinamente para dirigir los ejércitos de Israel en su entrada triunfal en la tierra prometida. Durante la estada en el desierto, había actuado como primer ministro de Moisés, y por su fidelidad serena y humilde, su perseverancia cuando otros flaqueaban, su firmeza para sostener la verdad en medio del peligro, había dado evidencias de su capacidad para suceder a Moisés aun antes de ser llamado a ese puesto por la voz de Dios” (Patriarcas y Profetas, págs. 514, 515).

4. ¿Qué levantaron los hijos de Israel en recuerdo del milagroso cruce del Jordán? Josué 4:5-9.

Y les dijo Josué: Pasad delante del arca de Jehová vuestro Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras? les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre. Y los hijos de Israel lo hicieron así como Josué les mandó: tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como Jehová lo había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, y las pasaron al lugar donde acamparon, y las levantaron allí. Josué también levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto; y han estado allí hasta hoy. 

“Las generaciones venideras no debían carecer de testimonio con referencia a este gran milagro. Mientras los sacerdotes que llevaban el arca estaban aún en medio del Jordán, doce hombres escogidos con anticipación, uno de cada tribu, se encargaron de tomar cada uno una piedra del cauce del río donde estaban los sacerdotes, y las llevaron a la orilla occidental. Estas piedras habían de acomodarse en forma de monumento en el primer sitio donde acampara Israel después de cruzar el río. El pueblo recibió la orden de repetir a sus hijos y a los hijos de sus hijos la historia del libramiento que Dios había obrado en su favor, como dijo Josué: ‘Para que todos los pueblos de la tierra conozcan la mano de Jehová, que es fuerte; para que temáis a Jehová vuestro Dios todos los días’” (Patriarcas y Profetas, pág. 518).

SUPERANDO OTROS OBSTÁCULOS

5. Después de cuarenta años de haber recibido el pan del cielo, ¿qué frutos pudieron disfrutar ahora?  Josué 5:11, 12.

Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año. 

“Esta vez, el Señor había manifestado claramente su poder y su favor permitiendo que su pueblo cruzara el Jordán a pie seco y sus enemigos ya no podrían continuar con sus burlas. El maná, que había caído hasta entonces, dejó de caer; porque los israelitas estaban a punto de tomar posesión de Canaán y comer de los frutos de esa tierra fértil. Ya no era necesario” (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 75). “Sus enemigos triunfaron cuando ellos permanecieron peregrinando tanto tiempo en el desierto, y se envalentonaron y ensoberbecieron delante del Señor al declarar que no era capaz de llevarlos a la tierra de Canaán.  Pero ahora habían cruzado en seco el Jordán y ya sus enemigos no podían echarles nada más en cara.

“El maná había seguido cayendo hasta ese momento; pero ahora que los israelitas estaban a punto de poseer Canaán y comer del fruto de la tierra ya no lo necesitaban más, y dejó de caer” (Historia de la Redención, pág. 182).

6. ¿Qué otros impresionantes resultados del poder divino experimentó Israel? Josué 6:20; 10:12-14.

Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron. Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel. 

“Los israelitas no habían ganado la victoria por sus propias fuerzas; la victoria había sido totalmente del Señor; y como primicias de la tierra, la ciudad, con todo lo que ella contenía, debía dedicarse como sacrificio a Dios. Debía recalcarse en la mente de los israelitas que en la conquista de Canaán ellos no habían de pelear por sí mismos, sino como simples instrumentos para ejecutar la voluntad de Dios; no habían de procurar riquezas o exaltación personal, sino la gloria de Jehová su Rey. Antes de la toma de Jericó se les había dado la orden: ‘La ciudad será anatema a Jehová, ella con todas las cosas que están en ella’. ‘Guardaos vosotros del anatema, que ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, porque no hagáis anatema el campo de Israel, y lo turbéis’” (Patriarcas y Profetas, pág. 524).

“El Espíritu de Dios inspiró la oración de Josué, para que se manifestara otra vez el poder del Dios de Israel. Por consiguiente, la petición no evidenciaba presunción por parte del gran caudillo. Aunque Josué había recibido la promesa de que Dios derrocaría ciertamente a los enemigos de Israel, realizó un esfuerzo tan ardoroso como si el éxito de la empresa dependiera solamente de los ejércitos de Israel. Hizo todo lo que era posible para la energía humana, y luego pidió con fe la ayuda divina” (Patriarcas y Profetas, pág. 543).

7. Concluyendo su misión, ¿cuáles fueron las últimas palabras de Josué? Josué 24:14, 15.

Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. 

“El carácter santo de Josué no ostentaba mancha alguna. Era un sabio dirigente. Su vida estaba totalmente dedicada a Dios. Antes de morir reunió a las huestes hebreas y siguiendo el ejemplo de Moisés recapituló sus peregrinaciones por el desierto y también la obra misericordiosa llevada a cabo por el Señor en favor de ellos… Les contó que el rey de Moab estaba en guerra con ellos y había llamado a Balaam para que los maldijera; pero Dios no quiso ‘escuchar a Balaam, por lo cual os bendijo repetidamente’. Después les dijo: ‘Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová’” (Historia de la Redención, págs. 185, 186).

MEDITACIÓN

“El secreto del éxito estriba en la unión del líder divino con el esfuerzo humano. Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo todopoderoso. El hombre que exclamó ‘Sol, detente en Gabaón; y tú, Luna, en el valle de Ajalón es el mismo que durante muchas horas permanecía postrado en tierra, en ferviente oración, en el campamento de Gilgal. Los hombres que oran son los hombres fuertes’” (Patriarcas y Profetas, págs. 543, 544).