miércoles, 29 de enero de 2014

La caída de las primeras plagas

El mundo pronto ha de ser abandonado por el ángel de la misericordia, y las últimas siete plagas han de ser derramadas… la paciencia y la misericordia divinas no esperarán para siempre… Los rayos de la ira de Dios pronto han de caer, y cuando Él comience a castigar a los transgresores, no habrá tregua hasta el fin” –Testimonios para los Ministros, pág. 182.

CUANDO LOS VIENTOS SEAN DESATADOS

1. ¿Qué vendrá sobre la tierra cuando termine el tiempo de gracia?

Apocalipsis 15:8 “Y fue el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia; y ninguno podía entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles”.

Apocalipsis 16:1 “Y oí una gran voz del templo, que decía a los siete ángeles: Id, y derramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra”.

“Entonces vi que Jesús no dejaría el lugar santísimo antes que estuviesen decididos todos los casos, ya para salvación, ya para destrucción, y que la ira de Dios no podía manifestarse mientras Jesús no hubiese concluido su obra en el lugar santísimo y dejado sus vestiduras sacerdotales, para revestirse de ropaje de venganza. Entonces Jesús saldrá de entre el Padre y los hombres, y Dios ya no callará, sino que derramará su ira sobre los que rechazaron su verdad. Vi que la cólera de las naciones, la ira de Dios y el tiempo de juzgar a los muertos, eran cosas separadas y distintas, que se seguían, una a otra. También vi que Miguel no se había levantado aún, y que el tiempo de angustia, cual no lo hubo nunca, no había comenzado todavía. Las naciones se están airando ahora, pero cuando nuestro Sumo Sacerdote termine su obra en el santuario, se levantará, se pondrá las vestiduras de venganza, y entonces se derramarán las siete postreras plagas” –Primeros Escritos, pág. 36.

2. ¿Qué soltarán, entonces, los cuatro ángeles que están en los cuatro cabos de la tierra?

Apocalipsis 7:1-3 “Y después de estas cosas vi a cuatro ángeles que estaban sobre los cuatro ángulos de la tierra, deteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Y vi otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a los cuales era dado hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que señalemos a los siervos de nuestro Dios en sus frentes”.

“Los ángeles están ahora sujetando los vientos de la lucha para que no soplen hasta que el mundo sea advertido de su cercana condenación; pero se está preparando una tormenta, lista para estallar sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría describirla” –El Ministerio de Bondad, pág. 140.

“… sumirá entonces [Satanás] a los habitantes de la tierra en una gran tribulación final. Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente sobre Jerusalén” –El Conflicto de los Siglos, pág. 672.

LAS DOS PRIMERAS PLAGAS

3. En la primera plaga, ¿qué mal afectará a los hombres que tienen la marca de la bestia y adoran su imagen?

Apocalipsis 16:2 “Y fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra; y vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen”.

¿Cómo se contaminará el mar durante la segunda plaga?

Apocalipsis 16:3 “Y el segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar”.

“Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la ira de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y reciben su marca (Apocalipsis 14:9, 10). Las plagas que cayeron sobre Egipto cuando Dios estaba por libertar a Israel fueron de índole análoga a los juicios más terribles y extensos que caerán sobre el mundo inmediatamente antes de la liberación final del pueblo de Dios. En Apocalipsis se lee lo siguiente con referencia a esas mismas plagas tan temibles: ‘Vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen’. El mar ‘se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar’ ” –El Conflicto de los Siglos, págs. 685, 686.

LA TERCERA PLAGA

4. ¿Dónde será derramada la tercera plaga?

Apocalipsis 16:4 “Y el tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre”.

Faltando agua pura, ¿qué beberán en su sed los impíos? ¿Cuál es el principal motivo?

Apocalipsis 16:5-7 “Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. Porque ellos derramaron la sangre de los santos y los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. Y oí a otro del altar, que decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”.

“También ‘los ríos, y... las fuentes de las aguas,... se convirtieron en sangre’. Por terribles que sean estos castigos, la justicia de Dios está plenamente vindicada. El ángel de Dios declara: ‘Justo eres tú, oh Señor… porque has juzgado estas cosas: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen’ (Apocalipsis 16:2-6). Al condenar a muerte al pueblo de Dios, los que lo hicieron son tan culpables de su sangre como si la hubiesen derramado con sus propias manos. Del mismo modo Cristo declaró que los judíos de su tiempo eran culpables de toda la sangre de los santos varones que había sido derramada desde los días de Abel, pues estaban animados del mismo espíritu y estaban tratando de hacer lo mismo que los asesinos de los profetas” –El Conflicto de los Siglos, pág. 686.

LA CUARTA PLAGA

5. ¿Cómo sufrirán los hombres por las consecuencias de la cuarta plaga?

Apocalipsis 16:8, 9 “Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y le fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el Nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria”.

¿Cómo se afectará la naturaleza, también?

Joel 1:10-12, 17-20 “El campo fue destruido, enlutóse la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, perdióse el aceite. Confundíos, labradores; aullad, viñeros, por el trigo y la cebada; porque se perdió la mies del campo. Secóse la vid, y pereció la higuera, el granado también, la palma y el manzano; secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres… El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. ¡Cuánto gimieron las bestias! ¡Cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebaños de las ovejas. A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo.  Las bestias del campo bramarán también a ti; porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderías del desierto”.

“En la plaga que sigue, se le da poder al sol para ‘quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor’ (Apocalipsis 16:8, 9). Los profetas describen como sigue el estado de la tierra en tan terrible tiempo: ‘El campo fue destruido, enlutóse la tierra;... porque se perdió la mies del campo’. ‘Secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres’. ‘El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados’... ‘¡Cuánto gimieron las bestias! ¡Cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos!... Se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del desierto’ (Joel 1:10-12, 17, 18, 20). ‘Y los cantores del templo aullarán en aquel día, dice el Señor Jehová; muchos serán los cuerpos muertos; en todo lugar echados serán en silencio’ (Amós 8:3).

“Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la tierra serían enteramente destruidos. Sin embargo serán los azotes más terribles que hayan sufrido jamás los hombres” –El Conflicto de los Siglos, págs. 686, 687.

LA QUINTA PLAGA

6. ¿Sobre quién específicamente cae la quinta plaga maligna?

Apocalipsis 16:10, 11 “Y el quinto ángel derramó su copa sobre la silla de la bestia; y su reino se hizo tenebroso, y se mordían sus lenguas de dolor. Y blasfemaron al Dios del cielo por sus dolores y sus plagas, y no se arrepintieron de sus obras”.

“Ese testimonio establece un hecho importante. Las plagas no destruyen inmediatamente todas sus víctimas, porque algunos de los que al principio fueron aquejados por las llagas, viven todavía cuando se vacía la quinta copa, y se roen la lengua de dolor. En Éxodo 10:21-23 se hallará una ilustración de esta copa. Es derramada sobre la silla de la bestia, el papado. La silla de la bestia se halla dondequiera que esté la sede papal, que ha estado hasta ahora, y sin duda continuará, en la ciudad de Roma. ‘Su reino’ abarca probablemente todos aquellos que son súbditos eclesiásticos del papa, dondequiera estén” –Urías Smith, Las Profecías de Daniel y el Apocalipsis, tomo II, Apocalipsis, págs. 315, 316.

EL PROFUNDO AMOR Y DESEO DE DIOS

7. Al estudiar lo que le espera posteriormente a los pecadores impenitentes, ¿qué desea Dios en su amor y cuál es su sentir?

Romanos 1:16, 17 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego. Porque en Él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe”.

1 Juan 4:9 “En esto se mostró el amor de Dios hacia nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él”.

2 Corintios 6:1, 2 “Y así nosotros, como ayudadores juntamente con él, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios, porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salud te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud”.

“Para nuestro Dios misericordioso, el acto del castigo es un acto extraño. ‘Vivo yo, dice el Señor Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva’ (Ezequiel 33:11)… No obstante, ‘de ningún modo justificará al malvado’ (Éxodo 34:6, 7). Aunque no se deleita en la venganza, ejecutará su juicio contra los transgresores de su ley. Se ve forzado a ello, para salvar a los habitantes de la tierra de la depravación y la ruina total. Para salvar a algunos, debe eliminar a los que se han empedernido en el pecado. ‘Jehová es tardo para la ira, y grande en poder, y no tendrá al culpado por inocente’ (Nahúm 1:3). Mediante terribles actos de justicia vindicará la autoridad de su ley pisoteada. El mismo hecho de que le repugna ejecutar la justicia, atestigua la enormidad de los pecados que exigen sus juicios, y la severidad de la retribución que espera al transgresor” –Patriarcas y Profetas, pág. 680.

PARA MEDITAR

Ezequiel 3:16-21; 33:11-14; Lucas 23:28-31.

“Todos los juicios que cayeron sobre los hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se derramará sin mezcla de misericordia…

“Los cristianos profesos que llegarán sin preparación al último y terrible conflicto, confesarán sus pecados con palabras de angustia consumidora, mientras los impíos se reirán de esa angustia. Esas confesiones son del mismo carácter que las de Esaú o de Judas. Los que las hacen lamentan los resultados de la transgresión, pero no su culpa misma. No sienten verdadera contrición ni horror al mal. Reconocen sus pecados por temor al castigo; pero, lo mismo que Faraón, volverían a maldecir al cielo si se suspendiesen los juicios de Dios” –El Conflicto de los Siglos, págs. 687, 678.