miércoles, 29 de enero de 2014

De la lucha la triunfo

“El pueblo de Dios –algunos en las celdas de las cárceles, otros escondidos en ignorados escondrijos de bosques y montañas– invoca aún la protección divina, mientras que por todas partes compañías de hombres armados, instigados por legiones de ángeles malos, se disponen a emprender la obra de muerte. Entonces, en la hora de supremo apuro, es cuando el Dios de Israel intervendrá para librar a sus escogidos. El Señor dice: ‘Vosotros tendréis canción, como en noche en que se celebra pascua; y alegría de corazón, como el que va… al monte de Jehová, al Fuerte de Israel. Y Jehová hará oír su voz potente, y hará ver el descender de su brazo, con furor de rostro, y llama de fuego consumidor; con dispersión, con avenida, y piedra de granizo’ (Isaías 30:29, 30)” –El Conflicto de los Siglos, pág. 693.

RESURRECCIÓN PARCIAL

1. Además de traer liberación a sus hijos probados, ¿qué generará la voz de Dios que se escucha durante la séptima plaga?

Daniel 12:1, 2 “Y en aquel tiempo se levantará Miguel, el gran Príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue después que hubo gente hasta entonces; mas en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.

Isaías 49:24, 25 “¿Será quitada la presa al valiente? ¿Libertaráse la cautividad legítima? Así empero dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé, y yo salvaré a tus hijos”.

“En rápida sucesión se produjeron señales y prodigios. Todo parecía haberse desquiciado. Cesaron de fluir los ríos. Aparecieron densas y tenebrosas nubes que entrechocaban unas con otras. Pero había un claro de persistente esplendor de donde salía la voz de Dios como el sonido de muchas aguas estremeciendo los cielos y la tierra. Sobrevino un tremendo terremoto. Abriéronse los sepulcros y los que habían muerto teniendo fe en el mensaje del tercer ángel y guardando el sábado se levantaron, glorificados, de sus polvorientos lechos para escuchar el pacto de paz que Dios iba a hacer con quienes habían observado su ley” –Primeros Escritos, pág. 285.

2. ¿Qué declarará Dios Padre a su pueblo y cuándo?

Marcos 13:32 “Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”.

“El firmamento se abría y cerraba en violenta conmoción. Las montañas se agitaban como cañas batidas por el viento, arrojando peñascos por todo el derredor. El mar hervía como una caldera y lanzaba piedras a la tierra. Al declarar Dios el día y la hora de la venida de Jesús y conferir el sempiterno pacto a su pueblo, pronunciaba una frase y se detenía mientras las palabras de la frase retumbaban por toda la tierra. El Israel de Dios permanecía con la mirada fija en lo alto, escuchando las palabras según iban saliendo de labios de Jehová y retumbaban por toda la tierra con el estruendo de horrísonos truenos. Era un espectáculo pavorosamente solemne. Al final de cada frase los santos exclamaban: ‘¡Gloria! ¡Aleluya!’. Estaban sus semblantes iluminados por la gloria de Dios, y refulgían como el rostro de Moisés, al bajar del Sinaí. Los malvados no podían mirarlos porque los ofuscaba el resplandor. Y cuando Dios derramó la sempiterna bendición sobre quienes le habían honrado santificando el sábado, resonó un potente grito de victoria sobre la bestia y su imagen” –Primeros Escritos, págs. 285, 286. [La cursiva es nuestra].

EL REGRESO DEL SEÑOR

3. ¿Cuál será el acontecimiento más grande de todos los tiempos que entonces tendrá su maravilloso cumplimiento?

Apocalipsis 19:11-16 “Y vi el cielo abierto: y he aquí un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y pelea. Y sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno entendía sino Él mismo. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las gentes. Y Él los regirá con vara de hierro; y pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”.

Lucas 21:27 “Y entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con potestad y majestad grande”.

“Pronto apareció la gran nube blanca sobre la que venía sentado el Hijo del hombre. Al vislumbrarse a la distancia, parecía muy pequeña. El ángel dijo que era la señal del Hijo del hombre. Cuando se acercó a la tierra, pudimos contemplar la excelsa gloria y majestad de Jesús al avanzar como vencedor. Una comitiva de santos ángeles ceñidos de brillantes coronas le escoltaban en su camino. No hay lenguaje capaz de describir la magnificencia esplendorosa del espectáculo. Se iba acercando la viviente nube de insuperable gloria y majestad, y pudimos contemplar claramente la hermosa persona de Jesús. No llevaba corona de espinas, sino que ceñía su frente santa una corona de gloria. Sobre sus vestidos y muslo aparecía escrito el título de Rey de reyes y Señor de señores. Su aspecto era tan brillante como el sol de mediodía; sus ojos como llama de fuego; y sus pies parecían de fino bronce. Resonaba su voz como un concierto armónico de instrumentos músicos. La tierra temblaba delante de Él; los cielos se apartaron como arrollado pergamino, y las montañas e islas se descuajaron de su asiento” –Primeros Escritos, pág. 286.

4. ¿Quiénes recibirán al Hijo de Dios en su segunda venida?

Apocalipsis 14:1 “Y miré, y he aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el Nombre de su Padre escrito en sus frentes”.

Isaías 25:9 “Y se dirá en aquel día: He aquí este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud”.

“‘He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará;… nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación’ (Isaías 25:9).

“¡Jesús viene! Pero no para escuchar los ayes de la humanidad ni para oír la confesión de los pecados del pecador culpable, ni para dirigirle palabras de perdón; porque el caso de cada uno ya habrá sido decidido para vida o para muerte. Los que hayan vivido en pecado continuarán siendo pecadores para siempre. Los que hayan confesado sus pecados a Jesús en el santuario, que lo hayan hecho su amigo y hayan amado su venida, tendrán el perdón escrito por todos sus pecados, y después de haber purificado sus almas ‘mediante la obediencia a la verdad’, permanecerán puros y santos para siempre” –Exaltad a Jesús, pág. 373.

EL CASTIGO DE LOS IMPÍOS

5. ¿Qué pasa con los impíos a la venida de nuestro Salvador y Señor Jesucristo?

Apocalipsis 6:15-17 “Y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes. Y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero. Porque el gran día de su ira es venido, ¿y quién podrá estar firme?”.

2 Tesalonicenses 1:8, 9 “En llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; Los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia”.

“Los que poco antes hubieran exterminado de la tierra a los fieles hijos de Dios, presenciaban ahora la gloria de Dios que sobre éstos reposaba. Y en medio de su terror, los impíos oían las voces de los santos que en gozosas estrofas decían: ‘He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará” –Primeros Escritos, pág. 287.

“El Rey de reyes desciende en la nube, envuelto en llamas de fuego. El cielo se recoge como un libro que se enrolla, la tierra tiembla ante su presencia, y todo monte y toda isla se mueven de sus lugares. ‘Vendrá nuestro Dios, y no callará: fuego consumirá delante de él, y en derredor suyo habrá tempestad grande. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo’ (Salmo 50:3, 4)” –El Conflicto de los Siglos, pág. 699.

LA RESURRECCIÓN GENERAL DE LOS JUSTOS

6. ¿Qué otro extraordinario acontecimiento se lleva a cabo? ¿Qué rumbo emprenderán ahora los salvados junto a su Redentor?

1 Tesalonicenses 4:16, 17 “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Juan 17:24 “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; por cuanto me has amado desde antes de la constitución del mundo”.

“Entre las oscilaciones de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos. Dirige una mirada a las tumbas de los justos, y levantando luego las manos al cielo, exclama: ‘¡Despertaos, despertaos, despertaos, los que dormís en el polvo, y levantaos!’. Por toda la superficie de la tierra, los muertos oirán esa voz; y los que la oigan vivirán. Y toda la tierra repercutirá bajo las pisadas de la multitud extraordinaria de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos. De la prisión de la muerte sale revestida de gloria inmortal gritando: ‘¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?’ (1 Corintios 15:55). Y los justos vivos unen sus voces a las de los santos resucitados en prolongada y alegre aclamación de victoria” –El Conflicto de los Siglos, pág. 702.

EL CANTICO DE MOISÉS Y DEL CORDERO

7. Una vez redimidos, ¿cuál es el privilegio de los 144.000?

Apocalipsis 15:2, 3. “Y vi así como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia, y su imagen, y su señal, y el número de su nombre, estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”.

¿Qué deseas hacer para que otros también anhelen formar parte de ese grupo?

“Delante del trono, sobre el mar de cristal, –ese mar de vidrio que parece revuelto con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios– hállase reunida la compañía de los que salieron victoriosos ‘de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre’. Con el Cordero en el monte de Sión, ‘teniendo las arpas de Dios’, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, ‘una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas’. Cantan ‘un cántico nuevo’ delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un canto de liberación. Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia, –una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás–. Son ‘éstos, los que siguen al Cordero por donde quiera que fuere’. Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por ‘primicias para Dios y para el Cordero’ (Apocalipsis 15:2, 3; 14:1-5)” –El Conflicto de los Siglos, págs. 706, 707.

LA GRAN MULTITUD GOZOSA Y TRIUNFANTE

8. Además de los 144.000, ¿qué sabemos acerca de los otros redimidos que gozarán de la vida y de la gloria de Dios?

Apocalipsis 7:9 “Después de estas cosas miré, y he aquí una gran compañía, la cual ninguno podía contar, de todas las gentes y linajes y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y palmas en sus manos”.

“Inmediatos al trono se encuentran los que fueron alguna vez celosos en la causa de Satanás, pero que, cual tizones arrancados del fuego, siguieron luego a su Salvador con profunda e intensa devoción. Vienen después los que perfeccionaron su carácter cristiano en medio de la mentira y de la incredulidad, los que honraron la ley de Dios cuando el mundo cristiano la declaró abolida, y los millones de todas las edades que fueron martirizados por su fe. Y más allá está la ‘grande muchedumbre, que nadie podía contar, de entre todas las naciones, y las tribus, y los pueblos, y las lenguas... de pie ante el trono y delante del Cordero, revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus manos’ (Apocalipsis 7:9, V.M.). Su lucha terminó; ganaron la victoria. Disputaron el premio de la carrera y lo alcanzaron. La palma que llevan en la mano es símbolo de su triunfo, la vestidura blanca, emblema de la justicia perfecta de Cristo que es ahora de ellos” –El Conflicto de los Siglos, pág. 723.

PARA MEDITAR

1 Corintios 1:18, 24; Tito 3:5-7; 1 Pedro 2:9, 10; Apocalipsis 1:5, 6.

“Se echará de ver que Aquel cuya sabiduría es infinita no hubiera podido idear otro plan para salvarnos que el del sacrificio de su Hijo. La compensación de este sacrificio es la dicha de poblar la tierra con seres rescatados, santos, felices e inmortales. El resultado de la lucha del Salvador contra las potestades de las tinieblas es la dicha de los redimidos, la cual contribuirá a la gloria de Dios por toda la eternidad. Y tal es el valor del alma, que el Padre está satisfecho con el precio pagado; y Cristo mismo, al considerar los resultados de su gran sacrificio, no lo está menos” –El Conflicto de los Siglos, pág. 710.

“Por la fe miremos el arco iris que rodea el trono,… es una seguridad que se da a cada alma humilde, contrita y creyente, de que su vida es una con Cristo,… La ira de Dios no caerá sobre una sola alma que busca refugio en Él. Dios mismo ha declarado: ‘Y veré la sangre, y pasaré de vosotros’ (Éxodo 12:13)” –Testimonios para los Ministros, pág. 157.