sábado, 19 de mayo de 2012

LA FE DEL CENTURIÓN

“Así es como cada pecador puede venir a Cristo. ‘No por obras de jus­ticia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia nos salvó’. Cuando Satanás nos dice que somos pecadores y que no podemos esperar recibir la bendición de Dios, digámosle que Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores. No tenemos nada que nos recomiende a Dios; pero la súplica que podemos presentar ahora y siempre es la que se basa en nuestra falta absoluta de fuerza, la cual hace de su poder redentor una necesidad. Renunciando a toda dependencia de nosotros mismos, podemos mirar la cruz del Calvario y decir: ‘Ningún otro asilo hay, indefenso acudo a ti’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 283, 284).

EMERGENCIA EN EL HOGAR DE UN PAGANO

1. ¿En qué condición crítica se encontraba el siervo de un centurión romano que vivía en Capernaún? Lucas 7:1, 2.

“El siervo del centurión había sido herido de parálisis, y estaba a punto de morir. Entre los romanos los siervos eran esclavos que se compraban y vendían en los mercados, y eran tratados con ultrajes y crueldad. Pero el centurión amaba tiernamente a su siervo, y deseaba grandemente que se restableciese” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 282).

2. ¿Estaba el hombre pagano convencido que Jesús podía sanar a su siervo? Lucas 7:3-5.

“Creía que Jesús podría sanarle. No había visto al Salvador, pero los informes que había oído le habían inspirado fe. A pesar del formalismo de los judíos, este oficial romano estaba convencido de que tenían una religión superior a la suya. Ya había derribado las vallas del prejuicio y odio nacionales que separaban a los conquistadores de los conquistados. Había manifestado respeto por el servicio de Dios, y demostrado bondad a los judíos, adoradores de Dios. En la enseñanza de Cristo, según le había sido explicada, hallaba lo que satisfacía la necesidad del alma. Todo lo que había de espiritual en él respondía a las palabras del Salvador. Pero se sentía indigno de presentarse ante Jesús, y rogó a los ancianos judíos que le pidiesen que sanase a su siervo. Pensaba que ellos conocían al gran Maestro, y sabrían acercarse a Él para obtener su favor” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 282).

CONFESANDO EL PODER DIVINO DE JESÚS

3. ¿Qué gran respeto y confianza se pueden constatar en el mensaje que el centurión envió a Jesús? Lucas 7:6, 7.

“Jesús se puso inmediatamente en camino hacia la casa del oficial; pero, asediado por la multitud, avanzaba lentamente. Las nuevas de su llegada le precedieron, y el centurión, desconfiando de sí mismo, le envió este mensaje: ‘Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado’.

“Los ancianos judíos que recomendaron el centurión a Cristo habían demostrado cuánto distaban de poseer el espíritu del Evangelio. No reconocían que nuestra gran necesidad es lo único que nos da derecho a la misericordia de Dios. En su propia justicia, alababan al centurión por los favores que había manifestado a ‘nuestra nación’. Pero el centurión dijo de sí mismo: ‘No soy digno’. Su corazón había sido conmovido por la gracia de Cristo. Veía su propia indignidad; pero no temió pedir ayuda. No confiaba en su propia bondad; su argumento era su gran necesidad. Su fe echó mano de Cristo en su verdadero carácter. No creyó en Él mera­mente como en un taumaturgo, sino como en el Amigo y Salvador de la humanidad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 283).

4. Sabiendo que sus propios mandatos eran obedecidos inme­diatamente, ¿qué autoridad reconoció también en Jesús? Lucas 7:8.

“Como represento el poder de Roma y mis soldados reconocen mi autoridad como suprema, así tú representas el poder del Dios infinito y todas las cosas creadas obedecen tu palabra. Puedes ordenar a la enfermedad que se aleje, y te obedecerá. Puedes llamar a tus mensajeros celestiales, y ellos impartirán virtud sanadora. Pronuncia tan sólo la palabra, y mi siervo sanará” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 283).

ENCOMIO DE JESÚS

5. ¿Había muchas otras personas que tenían tanta fe en el poder de Jesús como este hombre pagano? Lucas 7:9.

“Desde la niñez, los judíos habían recibido instrucciones acerca de la obra del Mesías. Habían tenido las inspiradas declaraciones de patriarcas y pro­fetas, y la enseñanza simbólica de los sacrificios ceremoniales; pero habían despreciado la luz, y ahora no veían en Jesús nada que fuese deseable. Pero el centurión, nacido en el paganismo y educado en la idolatría de la Roma impe­rial, adiestrado como soldado, aparentemente separado de la vida espiritual por su educación y ambiente, y aun más por el fanatismo de los judíos y el desprecio de sus propios compatriotas para con el pueblo de Israel, percibió la verdad a la cual los hijos de Abrahán eran ciegos. No aguardó para ver si los judíos mismos recibirían a Aquel que declaraba ser su Mesías. Al resplan­decer sobre él ‘la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo,’ aunque se hallaba lejos, había discernido la gloria del Hijo de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 284).

6. Al reconocer la fe del centurión, ¿qué respuesta le dio Jesús? Lucas 7:10; Mateo 8:13.

“‘Si puedes creer, al que cree todo es posible’ (S. Marcos 9:23). La fe nos une con el cielo y nos da fuerza para contender con las potestades de las tinie­blas. Dios ha provisto en Cristo los medios para contrarrestar toda malicia y resistir toda tentación, por fuerte que sea. Pero muchos sienten que les falta la fe, y por eso permanecen apartados de Cristo. Arrójense estas almas, conscientes de su desesperada indignidad, en los brazos misericordiosos de su compasivo Salvador. No miren a sí mismas, sino a Cristo. El que sanó a los enfermos y echó fuera los demonios cuando andaba con los hombres, sigue siendo el mismo poderoso Redentor. Echad mano, pues, de sus promesas como de las hojas del árbol de la vida: ‘Al que a mí viene, no le echo fuera’ (S. Juan 6:37). Al acudir a Él, creed que os acepta, pues así lo prometió. Nunca pereceréis si así lo hacéis, nunca.

“‘Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecado­res, Cristo murió por nosotros’ (Romanos 5:8)” (El Ministerio de Curación pág. 43).

LA COSECHA DE NACIONES EXTRANJERAS

7. ¿Fue este un caso aislado o habrá muchos que responderán con una fe similar al llamado de Jesús y recibirán sus bendi­ciones? Mateo 8:11, 12.

“Para Jesús, ello era una prenda de la obra que el Evangelio iba a cumplir entre los gentiles. Con gozo miró anticipadamente a la congregación de almas de todas las naciones en su reino. Con profunda tristeza, describió a los judíos lo que les acarrearía el rechazar la gracia: ‘Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos: Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes’. Oh, cuántos hay que se están preparando la misma fatal desilusión! Mientras las almas que estaban en las tinieblas del paganismo aceptan su gracia, ¡cuántos hay en los países cristia­nos sobre los cuales la luz resplandece solamente para ser rechazada!” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 284).

LOS PAGANOS COHEREDEROS CON LOS JUDÍOS

“Jesús anhelaba revelar los profundos misterios de la verdad que habían quedado ocultos durante siglos, a fin de que los gentiles fuesen coherederos con los judíos y ‘consortes de su promesa en Cristo por el evangelio’. Los dis­cípulos tardaron mucho en aprender esta verdad, y el Maestro divino les dio lección tras lección. Al recompensar la fe del centurión en Capernaúm y al predicar el Evangelio a los habitantes de Sicar, había demostrado ya que no compartía la intolerancia de los judíos. Pero los samaritanos tenían cierto conocimiento de Dios; y el centurión había manifestado bondad hacia Israel. Ahora Jesús relacionó a los discípulos con una pagana a quien ellos consideraban tan desprovista como cualquiera de su pueblo de motivos para esperar favores de Él. Quiso dar un ejemplo de cómo debía tratarse a una persona tal. Los discípulos habían pensado que Él dispensaba demasiado libremente los dones de su gracia. Quería mostrarles que su amor no había de limitarse a raza o nación alguna” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 368).

CONSAGRADO PARA PREDICAR

“Es manifiesto que el poder que obra por la debilidad de la humanidad es el poder de Dios; y así se nos anima a creer que el poder que puede ayudar a otros tan débiles como nosotros, puede ayudarnos a nosotros también. Y los que están sujetos a flaquezas deben poder compadecerse ‘de los ignorantes y extraviados’. Habiendo estado en peligro ellos mismos, conocen los riesgos y dificultades del camino, y por esta razón son llama­dos a buscar a los demás que están en igual peligro. Hay almas afligidas por la duda, cargadas de flaquezas, débiles en la fe e incapacitadas para comprender al Invisible; pero un amigo a quien pueden creer, que viene a ellos en lugar de Cristo, puede ser el vínculo que corrobore su temblorosa fe en Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 264).

LA GRAN NECESIDAD DE OBREROS

1. Al mirar a la multitud que necesitaba oír el evangelio, ¿qué dijo Jesús a sus discípulos? Mateo 9:36-38.

“Hemos de colaborar con los ángeles celestiales para presentar a Jesús al mundo. Con avidez casi impaciente, los ángeles aguardan nuestra cooperación; porque el hombre debe ser el medio de comunicación con el hombre. Y cuando nos entregamos a Cristo en una consagración de todo el corazón, los ángeles se regocijan de poder hablar por nuestras voces para revelar el amor de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 264).

2. ¿Hasta qué hora del día buscó el hombre obreros para tra­bajar en su viña? Mateo 20:6.

“En su vida terrenal el Salvador nos da ejemplo de la vida santifi­cada que podemos poseer si dedicamos nuestros días a hacer el bien a las almas que necesitan nuestra ayuda. Es nuestro privilegio brindar alegría a los sufrientes, luz a los que están en tinieblas, y vida a los que perecen. El mensaje del Señor nos llega con estas palabras: ‘¿Por qué permanecéis todo el día ociosos? Trabajad mientras es de día; porque la noche viene cuando nadie puede obrar’. Cada palabra que hablemos, cada acto que realicemos, que propenda a la felicidad de los demás, propenderá a la nuestra también, y hará que nuestra vida sea semejante a la de Cristo” (Hijos e Hijas de Dios, pág. 44).

“Muchos no logran alcanzar el nivel que requiere el evangelio; consideran egoístamente sus propios intereses y descuidan lo que podrían hacer para ser una bendición para sus semejantes. Cristo no quiere ocio­sos en su viña. Requiere que todos trabajen para la eternidad” (Testimo­nios para la Iglesia, tomo 4, pág. 518).

ELECCIÓN Y CONSAGRACIÓN

3. ¿Cómo pasó la noche el Maestro antes de consagrar a sus discípulos? Lucas 6:12.

“El Salvador conocía el carácter de los hombres a quienes había elegido; todas sus debilidades y errores estaban abiertos delante de Él; conocía los peligros que tendrían que arrostrar, la responsabilidad que recaería sobre ellos; y su corazón amaba tiernamente a estos elegidos. A solas sobre una montaña, cerca del mar de Galilea, pasó toda la noche en oración por ellos, mientras ellos dormían al pie de la montaña. Al amanecer, los llamó a sí porque tenía algo importante que comunicarles” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 258).

4. Debido a la gran necesidad de obreros, ¿para qué ministe­rio llamó Jesús a sus discípulos? Marcos 3:13.

“Debajo de los protectores árboles de la ladera de la montaña, pero a corta distancia del mar de Galilea, fueron llamados los doce al apostolado y fue pronunciado el sermón del monte” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 257).

“Estaba por darse el primer paso en la organización de la iglesia, que después de la partida de Cristo había de ser su representante en la tierra...

“Jesús había llamado a sus discípulos para enviarlos como testigos suyos, para que declararan al mundo lo que habían visto y oído de Él. Su cargo era el más importante al cual hubiesen sido llamados alguna vez los seres humanos, y únicamente el de Cristo lo superaba. Habían de ser colaboradores con Dios para la salvación del mundo. Como en el Anti­guo Testamento los doce patriarcas se destacan como representantes de Israel, así los doce apóstoles habían de destacarse como representantes de la iglesia evangélica” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 258).

5. ¿Cuál era la misión específica para los que había elegido? Marcos 3:14.

“Cuando Jesús hubo dado su instrucción a los discípulos congregó al pequeño grupo en derredor suyo, y arrodillándose en medio de ellos y poniendo sus manos sobre sus cabezas, ofreció una oración para dedicar­los a su obra sagrada. Así fueron ordenados al ministerio evangélico los discípulos del Señor” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 263).

“Al ordenar a los doce, se dio el primer paso en la organización de la iglesia que después de la partida de Cristo habría de continuar su obra en la tierra. Respecto a esta ordenación, el relato dice: ‘Y subió al monte, y llamó a sí a los que Él quiso; y vinieron a Él. Y estableció doce, para que estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar’ (Mar. 3: 13, 14).

“Contemplemos la impresionante escena. Miremos a la Majestad del cielo rodeada por los doce que había escogido. Está por apartarlos para su trabajo. Por estos débiles agentes, mediante su Palabra y Espíritu, se propone poner la salvación al alcance de todos” (Los Hechos de los Após­toles, pág. 16).

MISIÓN Y PODER ESPECIAL

6. De acuerdo al nombre que recibieron, ¿cuál sería su misión de aqui en adelante? Lucas 6:13.

“Como representantes suyos entre los hombres, Cristo no elige ángeles que nunca cayeron, sino a seres humanos, hombres de pasiones iguales a las de aquellos a quienes tratan de salvar. Cristo mismo se revistió de la humanidad, para poder alcanzar a la humanidad. La divinidad necesitaba de la humanidad; porque se requería tanto lo divino como lo humano para traer la salvación al mundo. La divinidad necesitaba de la humanidad, para que ésta pudiese proporcionarle un medio de comunicación entre Dios y el hombre. Así sucede con los siervos y mensajeros de Cristo. El hombre necesita un poder exterior a sí mismo para restaurarle a la seme­janza de Dios y habilitarle para hacer la obra de Dios; pero esto no hace que no sea esencial el agente humano. La humanidad hace suyo el poder divino, Cristo obra en el corazón por la fe; y mediante la cooperación con lo divino el poder del hombre se hace eficiente para el bien” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 263, 264).

7. ¿Qué poder especial recibieron para cumplir su misión? Marcos 3:15; Mateo 10:5-8.

“A la luz que se me dio hace tanto, se me mostró que nuestro propio pueblo, los que pretendían creer en la verdad presente, debían hacer esta obra. ¿Cómo debían llevarla a cabo? De acuerdo con las instrucciones que Cristo dio a sus doce discípulos cuando los reunió y los envió a predicar el Evangelio.

‘Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfer­medad y toda dolencia’ (El Conflicto de los Siglos, pág. 531).

EL MISMO PODER HA SIDO PROMETIDO A NOSOTROS HOY

“El que llamó a los pescadores de Galilea está llamando todavía a los hombres a su servicio. Y está tan dispuesto a manifestar su poder por medio de nosotros como por los primeros discípulos. Por imperfectos y pecaminosos que seamos, el Señor nos ofrece asociarnos consigo, para que seamos aprendices de Cristo. Nos invita a ponernos bajo la instrucción divina para que unidos con Cristo podamos realizar las obras de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 264).

EL SÁBADO COMO UNA BENDICIÓN

“Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plena­mente como el sábado a distinguirlos de las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos. Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el verdadero Dios. Pero a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos. Por la fe, deben llegar a ser partícipes de la justicia de Cristo. Cuando fue dado a Israel el mandato: ‘Acordarte has del día del reposo, para santificarlo’, el Señor también les dijo: ‘Habéis de serme varones santos’. Únicamente en esa forma podía el sábado distin­guir a los israelitas como adoradores de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 250).

JESÚS, EL SÁBADO Y LOS FARISEOS

1. ¿Desde cuándo ha sido santificado el sábado como día de reposo y adoración? ¿Qué informe tenemos con respecto a Jesús y su observancia del sábado desde su juventud? Génesis 2:2, 3; Lucas 4:16.

“El sábado fue santificado en ocasión de la creación. Tal cual fue orde­nado para el hombre, tuvo su origen cuando ‘las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios’. La paz reinaba sobre el mundo entero, porque la tierra estaba en armonía con el cielo. ‘Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera;’ y reposó en el gozo de su obra terminada” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 248).

2. ¿Por qué campos pasaba Jesús con sus discípulos el sábado? ¿Qué hicieron los discípulos, que los fariseos consideraron como violación del sábado? Mateo 12:1, 2; Lucas 6:1.

“Cierto sábado, mientras el Salvador y sus discípulos volvían del lugar de culto, pasaron por un sembrado que estaba madurando. Jesús había continuado su obra hasta hora avanzada, y mientras pasaba por los campos, los discípulos empezaron a juntar espigas y a comer los granos, después de restregarlos en las manos. En cualquier otro día, este acto no habría provocado comentario, porque el que pasaba por un sembrado, un huerto, o una viña, tenía plena libertad para recoger lo que deseara comer. Pero el hacer esto en sábado era tenido por un acto de profanación. No sólo al juntar el grano se lo segaba, sino que al restregarlo en las manos se lo trillaba, y así, en opinión de los rabinos había en ello un doble delito” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 251).

EL CASO DE DAVID Y LOS SACERDOTES

3. ¿Los discípulos recogían espigas como un trabajo común o por necesidad? ¿Qué comprendemos sobre el ejemplo que dio Jesús de David? Mateo 12:3, 4; Marcos 2:25.

“Ahora que se atacaba a sus discípulos, Él citó a sus acusadores ejem­plos del Antiguo Testamento, actos verificados en sábado por quienes estaban en el servicio de Dios.

“Si estaba bien que David satisficiese su hambre comiendo el pan que había sido apartado para un uso santo, entonces estaba bien que los dis­cípulos supliesen su necesidad recogiendo granos en las horas sagradas del sábado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 251).

4. ¿Qué otro caso mencionó Jesús para distinguir entre trabajo común y servicio aceptable en día sábado? Mateo 12:5, 6.

“Además, los sacerdotes del templo realizaban el sábado una labor más intensa que en otros días. En asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra de los sacerdotes se hacía en el servicio de Dios. Ellos cumplían los ritos que señalaban el poder redentor de Cristo, y su labor estaba en armonía con el objeto del sábado. Pero ahora, Cristo mismo había venido. Los discípulos, al hacer la obra de Cristo, estaban sirviendo a Dios y era correcto hacer en sábado lo que era necesario para el cumplimiento de esta obra” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 252).

5. ¿Se refiere este ejemplo de trabajo en sábado solamente al servicio en el templo o también a trabajo en caso de nece­sidad? Mateo 12:6.

“Cristo quería enseñar a sus discípulos y a sus enemigos que el servi­cio de Dios está antes que cualquier otra cosa. El objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención del hombre; por lo tanto, lo que es necesa­rio hacer en sábado en cumplimiento de esta obra, está de acuerdo con la ley del sábado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 252).

EL ESPÍRITU DE LA LEY

6. ¿Qué se entiende por el espíritu de la ley y cómo se prac­tica? Mateo 12:7.

“Jesús no dejó pasar el asunto con la administración de una repren-sión a sus enemigos. Declaró que su ceguera había interpretado mal el objeto del sábado. Dijo: ‘Si supieseis qué es: Misericordia quiero y no sa-crificio, no condenaríais a los inocentes’. Sus muchos ritos formalistas no podían suplir la falta de aquella integridad veraz y amor tierno que siempre caracterizarán al verdadero adorador de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 252).

7. ¿Con qué fin instituyó el Señor el sábado? ¿Cómo se debe observar? Marcos 2:27.

“El sábado no era para Israel solamente, sino para el mundo entero. Había sido dado a conocer al hombre en el Edén, y como los demás preceptos del Decálogo, es de obligación imperecedera. Acerca de aquella ley de la cual el cuarto mandamiento forma parte, Cristo declara: ‘Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley’. Así que mientras duren los cielos y la tierra, el sábado continuará siendo una señal del poder del Creador. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, el santo día de reposo de Dios será honrado por todos los que moren debajo del sol. ‘De sábado en sábado’, los habitantes de la tierra renovada y glorificada, subirán ‘a adorar delante de mí, dijo Jehová’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 249, 250).

“‘El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado’, dijo Jesús. Las instituciones que Dios estableció son para beneficio de la humanidad. ‘Todas las cosas son por vuestra causa’.... La ley de los diez mandamientos, de la cual el sábado forma parte, fue dada por Dios a su pueblo como una bendición. ‘Mandónos Jehová –dijo Moisés– que ejecu­tásemos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, porque nos vaya bien todos los días, y para que nos dé vida, como hoy’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 254, 255).

LA AUTORIDAD PRESENTA SU VERDADERO SIGNIFICADO

8. ¿Quién tiene autoridad para establecer cómo se debe obser­var el día santo de descanso: la tradición y las leyes humanas o el Hijo de Dios? Marcos 2:28.

“Jesús coronó luego su argumento declarándose ‘Señor del sábado’, es decir un Ser por encima de toda duda y de toda ley. Este Juez infinito absuelve a los discípulos de culpa, apelando a los mismos estatutos que se les acusaba de estar violando” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 252).

“‘El Hijo del hombre es Señor aun del sábado’. Estas palabras rebosan instrucción y consuelo. Por haber sido hecho el sábado para el hombre, es el día del Señor. Pertenece a Cristo. Porque ‘todas las cosas por Él fueron hechas; y sin Él nada de lo que es hecho, fue hecho’ y como lo hizo todo, creó también el sábado. Por Él fue apartado como un monumento recordativo de la obra de la creación. Nos presenta a Cristo como Santificador tanto como Creador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 255).

SERVICIO DE SANIDAD Y OBSERVACIÓN DEL SÁBADO

“A los que están relacionados con nuestros sanatorios se les debe ense­ñar a considerar el asunto del sábado como una gran prueba para nuestro tiempo. Dios desea que su pueblo una la obra médico-misionera a la obra del mensaje del tercer ángel” (Medical Ministry, pág. 160).

“Todos los que amen a Dios demostrarán que llevan su sello obser­vando sus mandamientos. Son los restauradores de la senda en que se ha de andar. El Señor dice: ‘Si retrajeras del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y al sábado llamares delicia... entonces te deleitarás en Jehová’... De este modo, la verdadera obra misionera médica está inseparablemente vinculada con la observancia de los mandamientos de Dios, entre los cuales se menciona especialmente el sábado, puesto que es el gran monumento recordativo de la obra creadora de Dios. Su obser­vancia se vincula con la obra de restaurar la imagen moral de Dios en el hombre... Este ministerio, debidamente cumplido, impartirá ricas bendi­ciones a la iglesia” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 503, 504).

“Con frecuencia los médicos y los enfermeros son llamados en sábado a atender a los enfermos y a veces les resulta imposible tener tiempo para descansar y asistir a los cultos devocionales. Nunca se han de descuidar las necesidades de la humanidad doliente. Por su ejemplo el Salvador nos ha mostrado que es correcto aliviar los sufrimientos en sábado. Pero el trabajo innecesario, como los tratamientos y las operaciones comunes que pueden postergarse, debe ser diferido. Hágase comprender a los pacientes que los médicos y auxiliares deben tener un día de descanso. El Señor dice: ‘En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones’ Éxodo 31:13” (El Conflicto de los Siglos, pág. 234).

MATEO ES LLAMADO A SEGUIR A JESÚS

“El hombre debe despojarse de sí mismo antes que pueda ser, en el sentido más pleno, creyente en Jesús. Entonces el Señor puede hacer del hombre una nueva criatura. Los nuevos odres pueden contener el nuevo vino. El amor de Cristo animará al creyente con nueva vida. En aquel que mira al Autor y Consumador de nuestra fe, se manifestará el carácter de Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 247).
LA ELECCIÓN DE UN PUBLICANO
1. ¿Cómo consideraban los judíos a los publicanos? ¿Con qué les comparaban? Lucas 15:1; 7:34; Mateo 21:31.
“Entre los funcionarios romanos que había en Palestina, los más odia­dos eran los publicanos. El hecho de que las contribuciones eran impues­tas por una potencia extraña era motivo de continua irritación para los judíos, pues les recordaba que su independencia había desaparecido. Y los cobradores de impuestos no eran simplemente instrumentos de la opre­sión romana; cometiendo extorsiones por su propia cuenta, se enriquecían a expensas del pueblo. Un judío que aceptaba este cargo de mano de los romanos era considerado como traidor a la honra de su nación. Se le des­preciaba como apóstata, se le clasificaba con los más viles de la sociedad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 238).
2. ¿A qué persona de esta clase llamó Jesús para ser su discí­pulo? Lucas 5:27.
“A esta clase pertenecía Leví Mateo, quien, después de los cuatro dis­cípulos de Genesaret, fue el siguiente en ser llamado al servicio de Cristo. Los fariseos habían juzgado a Mateo según su empleo, pero Jesús vio en este hombre un corazón dispuesto a recibir la verdad. Mateo había escuchado la enseñanza del Salvador. En la medida en que el convincente Espíritu de Dios le revelaba su pecaminosidad, anhelaba pedir ayuda a Cristo.... Grande fue su asombro al oírle decir: ‘Sígueme’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 238).
UNA FIESTA ENTRE LOS PUBLICANOS
3. ¿Estaba Mateo vinculado a su profesión ventajosa o dis­puesto a abandonarla y aceptar el llamado de Jesús? ¿Cómo reaccionaríamos nosotros si se nos hiciera esta invitación hoy? Lucas 5:28.
Mateo, ‘dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió’. No vaciló ni dudó, ni recordó el negocio lucrativo que iba a cambiar por la pobreza y las penurias. Le bastaba estar con Jesús, poder escuchar sus palabras y unirse con Él en su obra.
“Así había sido con los discípulos antes llamados. Cuando Jesús invitó a Pedro y sus compañeros a seguirle, dejaron inmediatamente sus barcos y sus redes. Algunos de esos discípulos tenían deudos que dependían de ellos para su sostén, pero cuando recibieron la invitación del Salvador, no vacilaron ni preguntaron: ¿Cómo viviré y sostendré mi familia? Fueron obedientes al llamamiento, y cuando más tarde Jesús les preguntó: ‘Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?’ pudieron responder: ‘Nada’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 238, 239).
4. ¿Qué organizó el nuevo discípulo en su casa y por qué razón? Lucas 5:29.
“En el gozo de su nuevo discipulado, Mateo anhelaba llevar a Jesús sus antiguos asociados. Por consiguiente, dio un banquete en su casa, y convocó a sus parientes y amigos. No sólo fueron incluidos los publicanos, sino también muchos otros de reputación dudosa, proscritos por sus veci­nos más escrupulosos.
“El agasajo fue dado en honor de Jesús, y Él no vaciló en aceptar la cortesía. Bien sabía que ésta ofendería al partido farisaico y le comprometería a los ojos del pueblo. Pero ninguna cuestión de política podía influir en sus acciones. Para Él no tenían peso las distinciones externas. Lo que atraía su corazón era un alma sedienta del agua de vida” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 239, 240).
LA NECESIDAD DE UN MÉDICO
5. ¿Estaban todos contentos con el llamado a Mateo y la fiesta con los publicanos? Lucas 5:30.
“El llamamiento de Mateo al discipulado excitó gran indignación. Que un maestro religioso eligiese a un publicano como uno de sus acom­pañantes inmediatos, era una ofensa contra las costumbres religiosas, sociales y nacionales. Apelando a los prejuicios de la gente, los fariseos esperaban volver contra Jesús la corriente del sentimiento popular
“Cuando los rabinos supieron de la presencia de Jesús en la fiesta de Mateo, aprovecharon la oportunidad para acusarle. Pero decidieron obrar por medio de los discípulos. Despertando sus prejuicios, esperaban enajenarlos de su Maestro. Su recurso consistió en acusar a Cristo ante los discípulos, y a los discípulos ante Cristo, dirigiendo sus flechas adonde había más probabilidad de producir heridas” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 239, 240).
6. ¿Qué respuesta dio Jesús a los fariseos? ¿Aprobó tal abuso en su presencia? ¿Qué lección espiritual podemos obtener? Lucas 5:31, 32.
“Jesús no esperó que sus discípulos contestasen... Los fariseos pre­tendían ser espiritualmente sanos, y por lo tanto no tener necesidad de médico.... ¿No consistía, pues, su obra como médico en ir a la clase que necesitaba su ayuda?
“Pero aunque los fariseos tenían tan alto concepto de sí mismos, esta­ban realmente en peor condición que aquellos a quienes despreciaban”
“Los fariseos no querían considerar que Jesús comía con los publica­nos y los pecadores para llevar la luz del cielo a aquellos que moraban en tinieblas. No querían ver que cada palabra pronunciada por el divino Maestro era una simiente viva que iba a germinar y llevar fruto para gloria de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 240, 241).
“VIEJO” Y “NUEVO”
7. ¿Disfrutaron los discípulos de la compañía de Jesús? ¿Fue una fiesta espiritual para ellos? ¿Cómo se presentó Jesús? Lucas 5:33-35.
“El Príncipe del cielo estaba entre su pueblo. El mayor don de Dios había sido dado al mundo. Había gozo para los pobres; porque Cristo había venido a hacerlos herederos de su reino. Había gozo para los ricos; porque les iba a enseñar a obtener las riquezas eternas. Había gozo para los ignorantes; porque los iba a hacer sabios para la salvación. Había gozo para los sabios; pues Él les iba a abrir misterios más profundos que los que jamás hubieran sondeado; verdades que habían estado ocultas desde la fundación del mundo iban a ser reveladas a los hombres por la misión del Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 242).
8. ¿Cómo interpretamos su enseñanza sobre lo “viejo” y lo “nuevo”? ¿Representan los “vestidos nuevos” u “odres nuevos” la religión fundada en la ley y los profetas? Lucas 5:36-39; Romanos 3:31; Efesios 2:20.
“Continuando su respuesta a los discípulos de Juan, Jesús pronunció una parábola diciendo: ‘Nadie mete remiendo de paño nuevo en vestido viejo...’ El mensaje de Juan el Bautista no había de entretejerse con la tradición y la superstición. Una tentativa de fusionar la hipocresía de los fariseos con la devoción de Juan no lograría sino hacer más evidente el abismo que había entre ellos” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 242).
“Ni tampoco podían unirse los principios de la enseñanza de Cristo con las formas del farisaísmo...’Nadie echa vino nuevo en cueros viejos...’ La fe que obra por amor y purifica el alma, no hallaba donde unirse con la religión de los fariseos, compuesta de ceremonias y de órdenes humanas. El esfuerzo de aunar las enseñanzas de Jesús con la religión establecida sería vano. La verdad vital de Dios, como el vino en fermentación, reven­taría los viejos y decadentes odres de la tradición farisaica” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 244, 245).
EL VERDADERO DISCIPULADO
“Hay quienes profesan santidad, quienes declaran que están comple­tamente con el Señor, quienes pretenden tener derecho a las promesas de Dios, mientras rehúsan prestar obediencia a sus mandamientos. Dichos transgresores de la ley quieren recibir todas las cosas que fueron pro­metidas a los hijos de Dios; pero eso es presunción de su parte, por cuanto Juan nos dice que el verdadero amor a Dios será revelado mediante la obediencia a todos sus mandamientos” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 449).

PUEDES SANARME

“La religión de la Biblia no es deterimental para la salud del cuerpo ni de la mente. La influencia del Espíritu de Dios es la mejor medicina para la enfermedad. Todo en el cielo es salud; y mientras más profundamente se experimenten las influencias celestiales, más segura será la recuperación del inválido creyente.

“Cristo siente los males de todo doliente. Cuando los malos espíritus des­garran un cuerpo humano, Cristo siente la maldición. Cuando la fiebre con­sume la corriente vital, Él siente la agonía. Y está tan dispuesto a sanar a los enfermos ahora como cuando estaba personalmente en la tierra. Los siervos de Cristo son sus representantes, los conductos por los cuales ha de obrar. Él desea ejercer por ellos su poder curativo” (El Conflicto de los Siglos, págs. 27, 28, 30).

UNO DE LOS CASOS MÁS DIFÍCILES

1. ¿Qué pobre hombre aparece ahora ante Jesús para pedirle sanidad? Mateo 8:1, 2.

“La lepra era la más temida de todas las enfermedades conocidas en el Oriente. Su carácter incurable y contagioso y sus efectos horribles sobre sus víctimas llenaban a los más valientes de temor. Entre los judíos, era considerada como castigo por el pecado, y por lo tanto se la llamaba el ‘azote’, ‘el dedo de Dios.’ Profundamente arraigada, imposible de borrar, mortífera, era considerada como un símbolo del pecado. La ley ritual declaraba inmundo al leproso. Como si estuviese ya muerto, era despedido de las habitaciones de los hombres. Cualquier cosa que tocase quedaba inmunda y su aliento con­taminaba el aire. El sospechoso de tener la enfermedad debía presentarse a los sacerdotes, quienes habían de examinarle y decidir su caso. Si le declara­ban leproso, era aislado de su familia, separado de la congregación de Israel, y condenado a asociarse únicamente con aquellos que tenían una aflicción similar. La ley era inflexible en sus requerimientos. Ni aun los reyes y gober­nantes estaban exentos. Un monarca atacado por esa terrible enfermedad debía entregar el cetro y huir de la sociedad” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 227).

2. ¿Podemos imaginarnos su condición considerando la etapa avanzada de su enfermedad? ¿Se encuentra el ser humano afectado por el pecado en una condición mejor que este leproso? Lucas 5:1, 2.

“Presentaba un espectáculo repugnante. La enfermedad había hecho terribles estragos; su cuerpo decadente ofrecía un aspecto horrible. Al verle, la gente retrocedía con terror. Se agolpaban unos sobre otros, en su ansiedad de escapar de todo contacto con él. Algunos trataban de evitar que se acercara a Jesús, pero en vano. Él ni los veía ni los oía. No percibía tampoco sus expresiones de horror” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 228).

“El hombre que se presentó a Jesús estaba ‘lleno de lepra’. El mortífero veneno impregnaba todo su cuerpo. Los discípulos trataron de impedir que su Maestro le tocase; porque el que tocaba un leproso se volvía inmundo.... Así sucede con la lepra del pecado, que es arraigada, mortífera e impo­sible de ser eliminada por el poder humano. ‘Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 231).

TRATANDO LA HORRIBLE LEPRA

3. ¿Llevó mucho tiempo a Jesús responder al pedido de esta pobre criatura? Marcos 1:41.

“En algunos casos de curación, Jesús no concedió inmediatamente la bendición pedida. Pero en el caso del leproso, apenas hecha la súplica fue concedida. Cuando pedimos bendiciones terrenales, tal vez la respuesta a nuestra oración sea dilatada, o Dios nos dé algo diferente de lo que pedi­mos, pero no sucede así cuando pedimos liberación del pecado. Él quiere limpiarnos del pecado, hacernos hijos suyos y habilitarnos para vivir una vida santa. Cristo ‘se dio a sí mismo por nuestros pecados para librar­nos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro’. Y ‘ésta es la confianza que tenemos en Él, que si demandáremos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos demandado’. ‘Si confesamos nuestros peca­dos, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 231, 232).

4. ¿Temía Jesús contagiarse al tocar el enfermo? ¿Qué sucedió con la terrible lepra en cuanto Jesús expresó su deseo de sanarle y le tocó? Lucas 5:13.

“Inmediatamente se realizó una transformación en el leproso. Su carne se volvió sana, los nervios recuperaron la sensibilidad, los músculos, la firmeza. La superficie tosca y escamosa, propia de la lepra, desapareció, y la reemplazó un suave color rosa como el que se nota en la piel de un niño sano” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 228, 229).

“Pero al poner su mano sobre el leproso, Jesús no recibió ninguna con­taminación. Su toque impartía un poder vivificador. La lepra fue quitada. Así sucede con la lepra del pecado, que es arraigada, mortífera e impo­sible de ser eliminada por el poder humano. ‘Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga’. Pero Jesús, al venir a morar en la humanidad, no se contamina. Su presencia tiene poder para sanar al pecador. Quien quiera caer a sus pies, diciendo con fe: ‘Señor, si quieres, puedes limpiarme,’ oirá la respuesta: ‘Quiero: sé limpio’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 231).

DAR TESTIMONIO

5. ¿Qué orden incondicional dio Jesús al leproso inmediata­mente después del milagro? Mateo 8:4; Marcos 1:43, 44.

“Las palabras de la Escritura demuestran con qué urgencia Cristo recomendó a este hombre la necesidad de callar y obrar prontamente. ‘Entonces le apercibió, y despidióle luego. Y le dice: Mira, no digas a nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos’. Si los sacerdotes hubiesen cono­cido los hechos relacionados con la curación del leproso, su odio hacia Cristo podría haberlos inducido a dar un fallo falto de honradez. Jesús deseaba que el hombre se presentase en el templo antes de que les llegase rumor alguno concerniente al milagro. Así se podría obtener una decisión imparcial, y el leproso sanado tendría permiso para volver a reunirse con su familia y sus amigos” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 229).

6. ¿Obedeció el hombre la orden de Jesús siendo que estaba tan gozoso y lleno de gratitud? Marcos 1:45.

“El examen se hizo. Los sacerdotes que habían condenado al leproso al destierro certificaron su curación. El hombre sanado fue devuelto a su familia y a la sociedad. Tenía por preciosísimo el don de la salud. Se alegraba en el vigor de la virilidad, y por haber sido restituido a los suyos. A pesar del encargo que le hiciera Jesús, no pudo callar su curación y, lleno de gozo, divulgó el poder de Aquel que le había sanado” (El Ministe­rio de Curación, pág. 46).

7. ¿Qué resultado inesperado tuvo Jesús después de este maravilloso testimonio? ¿Qué lección importante es para nosotros? Lucas 5:15.

“No debéis esperar mejores oportunidades o habilidades extraordi­narias para empezar a trabajar por Dios. No necesitáis preocuparos en lo más mínimo de lo que el mundo dirá de vosotros. Si vuestra vida diaria es un testimonio de la pureza y sinceridad de vuestra fe y los demás están convencidos de vuestros deseos de hacerles bien, vuestros esfuerzos no serán enteramente perdidos” (El Camino a Cristo, pág. 82).

“De hora en hora, en nuestra vida variada, se nos presentan opor­tunidades de alcanzar y salvar almas. Las oportunidades llegan y se van continuamente. Dios desea que las aprovechemos hasta lo sumo. Pasan los días, las semanas y los meses y tenemos un día, una semana, un mes menos en que hacer nuestra obra. Algunos años más, cuando mucho, y la voz a la cual no podemos negarnos a contestar, será oída diciendo: ‘Da cuenta de tu mayordomía’” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 307).

PODER SANADOR

“El pecado causa enfermedad física y espiritual, al igual que debi­lidad. Cristo ha hecho posible que nos liberemos de esta maldición. El Señor promete renovar el alma por medio de la verdad. A todos los que deseen ser educados, el Espíritu Santo los hará capaces de comunicar la verdad con poder. Renovará cada órgano del cuerpo para que los siervos de Dios trabajen de manera aceptable y exitosa. La vitalidad aumentará bajo la influencia de la acción del Espíritu. Por lo tanto, dejemos que este poder nos eleve a una atmósfera superior y más santa, para que podamos cumplir satisfactoriamente con la obra que nos ha sido encomendada” (The Review and Herald, 14 de enero de 1902).

HABLANDO CON PODER

“El medio por el cual se puede vencer al maligno, es aquel por el cual Cristo venció: el poder de la Palabra. Dios no domina nuestra mente sin nuestro consentimiento; pero si deseamos conocer y hacer su voluntad, se nos dirige su promesa: ‘Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’. ‘Si alguno quisiere hacer su voluntad, conocerá de mi enseñanza’. Apoyándose en estas promesas, cada uno puede quedar libre de las trampas del error y del dominio del pecado” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 223, 224).

ACTIVO DURANTE EL SÁBADO

1. ¿Qué hacía Jesús los sábados mientras iba de un pueblo a otro? Lucas 4:31.

2. ¿Predicaba como los escribas y ancianos? ¿Notaba el pueblo la diferencia? Lucas 4:32; Mateo 7:28, 29.

“La enseñanza de los escribas y ancianos era fría y formalista, como una lección aprendida de memoria. Para ellos, la Palabra de Dios no tenía poder vital. Habían substituido sus enseñanzas por sus propias ideas y tradiciones. En la rutina de las ceremonias profesaban explicar la ley, pero ninguna inspi­ración de Dios conmovía su corazón ni el de sus oyentes”

“Jesús se encontraba con la gente en su propio terreno, como quien está familiarizado con sus perplejidades. Hacía hermosa la verdad presentándola de la manera más directa y sencilla. Su lenguaje era puro, refinado y claro como un arroyo cristalino. Su hablar era como música para los que habían escuchado las voces monótonas de los rabinos. Pero aunque su enseñanza era sencilla, hablaba como persona investida de autoridad. Esta característica ponía su enseñanza en contraste con la de todos los demás. Los rabinos habla­ban con duda y vacilación, como si se pudiese entender que las Escrituras tenían un significado u otro exactamente opuesto. Los oyentes estaban dia­riamente envueltos en mayor incertidumbre. Pero al enseñar, Jesús presen­taba las Escrituras como autoridad indudable. Cualquiera que fuese su tema, lo exponía con poder, con palabras incontrovertibles” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 218).

INTERRUPCIÓN Y OPOSICIÓN

3. ¿Quién estaba presente entre el público de la sinagoga dis­puesto a interrumpir? Lucas 4:33.

“Mientras estaba Jesús en la sinagoga, hablando del reino que había venido a establecer y de su misión de libertar a los cautivos de Satanás, fue interrumpido por un grito de terror. Un loco se lanzó hacia adelante de entre la gente, clamando... Todo quedó entonces en confusión y alarma. La atención se desvió de Cristo, y la gente ya no oyó sus palabras. Tal era el propósito de Satanás al conducir a su víctima a la sinagoga” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 220).

4. ¿Qué gritó el hombre poseído por el demonio contra Jesús y su mensaje? Lucas 4:34.

“La mente de este pobre doliente había sido obscurecida por Satanás, pero en presencia del Salvador un rayo de luz había atravesado las tinieblas. Se sintió incitado a desear estar libre del dominio de Satanás; pero el demonio resistió al poder de Cristo. Cuando el hombre trató de pedir auxilio a Jesús, el mal espíritu puso en su boca las palabras, y el endemoniado clamó con la agonía del temor. Comprendía parcialmente que se hallaba en presencia de Uno que podía librarle; pero cuando trató de ponerse al alcance de esa mano poderosa, otra voluntad le retuvo; las palabras de otro fueron pronunciadas por su medio. Era terrible el conflicto entre el poder de Satanás y su propio deseo de libertad”

“Así sucederá en el gran conflicto final de la lucha entre la justicia y el pecado. Mientras bajan de lo alto nueva vida, luz y poder sobre los discípu­los de Cristo, una nueva vida surge de abajo y da energía a los agentes de Satanás. Cierta intensidad se está apoderando de todos los elementos terrenos. Con una sutileza adquirida durante siglos de conflicto, el príncipe del mal obra disfrazado. Viene como ángel de luz, y las multitudes escuchan ‘a espíritus de error y a doctrinas de demonios’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 220, 221).

CONFRONTACIÓN Y VICTORIA

5. ¿Sabía Jesús con quién debía confrontarse en este conflicto? ¿Cómo ganó la victoria? Lucas 4:35.

“Aquel que había vencido a Satanás en el desierto de la tentación, se volvía a encontrar frente a frente con su enemigo. El diablo ejercía todo su poder para conservar el dominio sobre su víctima. Perder terreno, sería dar una victoria a Jesús. Parecía que el torturado iba a fallecer en la lucha con el enemigo que había arruinado su virilidad. Pero el Salvador habló con auto­ridad, y libertó al cautivo. El hombre que había sido poseído permanecía de-lante de la gente admirada, feliz en la libertad de su dominio propio. Aun el demonio había testificado del poder divino del Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 221).

“El período del ministerio personal de Cristo entre los hombres fue el tiempo de mayor actividad para las fuerzas del reino de las tinieblas. Durante siglos, Satanás y sus malos ángeles habían procurado dominar los cuerpos y las almas de los hombres, imponiéndoles el pecado y el sufrimiento; y acusando luego a Dios de causar toda esa miseria. Jesús estaba revelando a los hombres el carácter de Dios. Estaba quebrantando el poder de Satanás y libertando sus cautivos. Una nueva vida y el amor y poder del cielo estaban obrando en los corazones de los hombres y el príncipe del mal se había levan­tado para contender por la supremacía de su reino. Satanás había reunido todas sus fuerzas y a cada paso se oponía a la obra de Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 222).

6. ¿Qué reconocieron todos los que estaban presentes en esta confrontación y victoria? Lucas 4:36.

“Las Escrituras encierran otros ejemplos semejantes. La hija de la mujer siro-fenicia estaba atormentada de un demonio al que Jesús echó fuera por su palabra. (S. Marcos 7:26-30.) ‘Un endemoniado, ciego y mudo’ (S. Mateo 12: 22), un joven que tenía un espíritu mudo, que a menudo le arrojaba ‘en el fuego y en aguas, para matarle’ (S. Marcos 9: 17-27), el maníaco que, atormen­tado por el ‘espíritu de un demonio inmundo’ (S. Lucas 4:33-36), perturbaba la tranquilidad del sábado en la sinagoga de Capernaúm; todos ellos fueron curados por el compasivo Salvador. En casi todos los casos Cristo se dirigía al demonio como a un ser inteligente, ordenándole salir de su víctima y no ator­mentarla más. Al ver su gran poder, los adoradores reunidos en Capernaúm se asombraron, ‘y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta que con autoridad y potencia manda a los espíritus inmundos, y salen?’ (S. Lucas 4: 36)” (El Conflicto de los Siglos, págs. 569, 570).

7. ¿Crees que una victoria tal fue olvidada rápidamente o que su conocimiento fue limitado a pocas personas? ¿Qué tipo de testimonio fue éste para Jesús? Lucas 4: 37.

“Las noticias de la obra de Cristo cundieron rápidamente por todo Capernaúm. Por temor a los rabinos, el pueblo no se atrevía a buscar curación durante el sábado; pero apenas hubo desaparecido el sol en el horizonte, se produjo una gran conmoción. De las casas, los talleres y las plazas, los habi­tantes de la ciudad se dirigieron hacia la humilde morada que albergaba a Jesús. Los enfermos eran traídos en sus camas; venían apoyándose en bas­tones o sostenidos por amigos; y se acercaban tambaleantes y débiles a la presencia del Salvador.

“Durante horas y horas, llegaban y se iban; porque nadie sabía si al día siguiente encontrarían al Médico todavía entre ellos. Nunca antes había presenciado Capernaúm un día como ése. Llenaban el aire las voces de triunfo y de liberación. El Salvador se regocijaba por la alegría que había despertado. Mientras presenciaba los sufrimientos de aquellos que habían acudido a Él, su corazón se conmovía de simpatía y se regocijaba en su poder de devolverles la salud y la felicidad” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 224, 225).

UNA PROMESA DE LIBERACIÓN PARA NOSOTROS

“Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él... Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no serán abando­nados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invi­tados por el Salvador: ‘Echen mano... de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!’ Los espíritus de las tinieblas contenderán por el alma que una vez estuvo bajo su dominio. Pero los ángeles de Dios lucharán por esa alma con una potencia que prevalecerá. El Señor dice: ‘¿Será quitada la presa al valiente? o ¿se libertará la cautividad legítima? Así empero dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé, y yo salvaré a tus hijos’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 224).

SÍGUEME

“El que más ame a Cristo hará la mayor suma de bien. No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, deja obrar al Espíritu Santo en su corazón, y vive una vida completamente consagrada a Dios. Con tal que los hombres estén dispuestos a soportar la disciplina necesaria, sin quejarse ni desmayar por el camino, Dios les enseñará hora por hora, día tras día. El anhela revelar su gracia. Con tal que los suyos quieran quitar los obstáculos, Él derramará las aguas de salvación en raudales abundantes mediante los conductos humanos. Si los hombres de vida humilde fuesen estimulados a hacer todo el bien que podrían hacer, y ninguna mano refrenadora reprimiese su celo, habría cien personas trabajando para Cristo donde hay actualmente una sola” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 216).

EXPERIENCIAS ANTES DEL LLAMADO

1. ¿Qué se sabe de los hombres a quienes Jesús llamó, esta­ban ociosos o activos? Mateo 4:18; Lucas 5:1, 2.

“Amanecía sobre el mar de Galilea. Los discípulos, cansados por una noche infructuosa, estaban todavía en sus barcos pesqueros bogando sobre el lago. Jesús volvía de pasar una hora tranquila a orillas del agua. Había esperado hallarse, durante unos cortos momentos de la madru­gada, aliviado de la multitud que le seguía día tras día. Pero pronto la gente empezó a reunirse alrededor de Él” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 211).

2. Después que el Señor usó el bote de Simón para predi­car, ¿qué le pidió que hiciera? ¿Fueron ellos los únicos a quienes el Señor dijo que dejaran sus redes? Lucas 5:3, 4.

“Hay quienes piensan que su deber consiste en predicar la verdad, pero no se atreven a aventurarse lejos de la playa, y por lo tanto no pescan ningún pez. Prefieren ir entre las iglesias y recorrer una y otra vez el mismo terreno. Informan que pasaron momentos agradables y que realizaron una visita placentera, pero buscamos en vano las almas que han sido convertidas a la verdad por medio de sus esfuerzos. Estos ministros navegan demasiado cerca de la costa. Deben ir a las aguas profundas y arrojar sus redes en el lugar donde se encuentran los peces. No hay falta de trabajo. Podrían haber cientos de obreros empleados en la viña del Señor donde ahora hay un solo (The True Missionary, 1 de Febrero, 1874)” (El Evangelismo, pág. 48).

EL RESULTADO DE LA CONFIANZA Y LA OBEDIENCIA

3. A pesar que durante la noche terminaron su trabajo sin tener éxito, ¿estaba Simón dispuesto a seguir la sugerencia de Jesús? ¿Qué haríamos nosotros después de una experiencia similar? Lucas 5:5.

“Terminado el discurso, Jesús se volvió a Pedro y le ordenó que se diri­giese mar adentro y echase la red. Pero Pedro estaba descorazonado. En toda la noche no había pescado nada... Aun su propia ocupación le había fallado; y mientras miraba sus redes vacías, el futuro le parecía obscuro. Dijo: ‘Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado, mas en tu palabra echaré la red’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 211).

4. ¿Cuál fue el resultado inesperado de esta confianza y obediencia? Lucas 5:6-8.

“La noche era el único tiempo favorable para pescar con redes en las claras aguas del lago. Después de trabajar toda la noche sin éxito, parecía una empresa desesperada echar la red de día. Pero Jesús había dado la orden, y el amor a su Maestro indujo a los discípulos a obedecerle. Juntos, Simón y su hermano, dejaron caer la red. Al intentar sacarla, era tan grande la cantidad de peces que encerraba que empezó a romperse. Se vieron obligados a llamar a Santiago y Juan en su ayuda. Cuando hubieron asegurado la pesca, ambos barcos estaban tan cargados que corrían peligro de hundirse.

“Pero Pedro ya no pensaba en los barcos ni en su carga. Este milagro, más que cualquier otro que hubiese presenciado era para él una mani­festación del poder divino. En Jesús vio a Aquel que tenía sujeta toda la naturaleza bajo su dominio. La presencia de la divinidad revelaba su propia falta de santidad. Le vencieron el amor a su Maestro, la vergüenza por su propia incredulidad, la gratitud por la condescendencia de Cristo, y sobre todo el sentimiento de su impureza frente a la pureza infinita. Mientras sus compañeros estaban guardando el contenido de la red, Pedro cayó a los pies del Salvador, exclamando: ‘Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 212, 213).

LLAMADOS A SER PESCADORES DE HOMBRES

5. ¿Qué llamado sagrado siguió a esta experiencia? ¿Qué promesa les hizo ahora el Señor? Mateo 4:18; Marcos 1:16, 17.

“El Salvador contestó: ‘No temas: desde ahora pescarás hombres’. Fue después que Isaías hubo contemplado la santidad de Dios y su propia indignidad, cuando le fue confiado el mensaje divino. Después que Pedro fuera inducido a negarse a sí mismo y a confiar en el poder divino fue cuando se le llamó a trabajar para Cristo.

“Hasta entonces, ninguno de los discípulos se había unido completa­mente a Jesús como colaborador suyo. Habían presenciado muchos de sus milagros, y habían escuchado su enseñanza; pero no habían abandonado totalmente su empleo anterior. El encarcelamiento de Juan el Bautista había sido para todos ellos una amarga desilusión. Si tal había de ser el resultado de la misión de Juan, no podían tener mucha esperanza respecto a su Maestro, contra el cual estaban combinados todos los dirigentes reli­giosos. En esas circunstancias, les había sido un alivio volver por un corto tiempo a su pesca. Pero ahora Jesús los llamaba a abandonar su vida anterior, y a unir sus intereses con los suyos. Pedro había aceptado el llamamiento. Llegando a la orilla, Jesús invitó a los otros tres discípulos diciéndoles: ‘Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 213, 214).

6. ¿Titubearon ante la invitación o le siguieron inmediata­mente? Mateo 4:20.

“Otro tanto había sucedido con los discípulos llamados anteriormente. Cuando Jesús invitó a Pedro y a sus compañeros a que le siguieran, en el acto dejaron todos ellos sus barcos y sus redes. Algunos de estos discípu­los tenían deudos a quienes mantener; pero cuando oyeron la invitación del Salvador, sin vacilación ni reparo acerca de la vida material propia y de sus familias, obedecieron al llamamiento. Cuando, en una ocasión ulterior, Jesús les preguntó: ‘Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo?’ contestaron: ‘Nada’ (S. Lucas 22:35).

“El Salvador nos llama hoy a su obra, como llamó a Mateo, a Juan y a Pedro. Si su amor mueve nuestro corazón, el asunto de la compensación no será el que predomine en nuestro ánimo. Nos gozaremos en ser colaboradores con Cristo, y sin temor nos confiaremos a su cuidado. Si hacemos de Dios nuestra fuerza, tendremos claras percepciones de nuestro deber y aspiraciones altruistas; el móvil de nuestra vida será un propósito noble que nos elevará por encima de toda preocupación sórdida” (El Ministerio de Curación, pág. 381).

7. ¿Quién más abandonó todo voluntariamente y siguió a Jesús sin objeción alguna? ¿Haríamos nosotros lo mismo? Mateo 4: 21, 22.

LLAMADOS A GANAR ALMAS

“Cualquiera sea la vocación de uno en la vida, su primer interés debe ser ganar almas para Cristo. Tal vez no pueda hablar a las congregaciones, pero puede trabajar para los individuos. Puede comunicarles la instruc­ción recibida de su Señor. El ministerio no consiste sólo en la predicación. Ministran aquellos que alivian a los enfermos y dolientes, que ayudan a los menesterosos, que dirigen palabras de consuelo a los abatidos y a los de poca fe” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 761, 762).

EL REINO DE DIOS

“Así como el mensaje del primer advenimiento de Cristo anunciaba el reino de su gracia, el mensaje de su segundo advenimiento anuncia el reino de su gloria...

“Hemos llegado al período predicho en estos pasajes. El tiempo del fin ha llegado, las visiones de los profetas están deselladas, y sus solemnes amonestaciones nos indican que la venida de nuestro Señor en gloria está cercana” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 202).

EL GOZOSO MENSAJE DE JESÚS

1. ¿Qué predijeron los profetas con respecto a la misión de Jesús? Lucas 4:18, 19, 21.

“Pero cuando Jesús anunció: ‘Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos’, se sintieron inducidos repentinamente a pensar en sí mismos y en los asertos de quien les dirigía la palabra. Ellos, israelitas, hijos de Abrahán, habían sido representados como estando en servidum­bre. Se les hablaba como a presos que debían ser librados del poder del mal; como si habitasen en tinieblas, necesitados de la luz de la verdad. Su orgullo se ofendió, y sus recelos se despertaron. Las palabras de Jesús indicaban que la obra que iba a hacer en su favor era completamente diferente de lo que ellos deseaban” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 204).

2. ¿Qué mensaje lleno de alegría y esperanza predicó Jesús desde el comienzo de su ministerio? Mateo 4:17; Marcos 1:14, 15.

“Allí prosiguió su obra algunos meses antes de predicar el Sermón del Monte. El mensaje que había proclamado por toda esa región: ‘El reino de los cielos se ha acercado’, había llamado la atención de todas las clases y dado aún mayor pábulo a sus esperanzas ambiciosas. La fama del nuevo Maestro había superado los confines de Palestina y, a pesar de la actitud asumida por la jerarquía, se había difundido mucho el sentimiento de que tal vez fuera el Libertador que habían esperado. Grandes multitudes seguían los pasos de Jesús y el entusiasmo popular era grande” (El Dis­curso Maestro de Jesucristo, pág. 8).

EL REINO DE LA GRACIA

3. ¿Presentó Jesús claramente la naturaleza del reino de Dios? Lucas 17:20, 21; 11:20; Mateo 12:28.

“El reino de Dios viene sin manifestación exterior. El Evangelio de la gracia de Dios, con su espíritu de abnegación, no puede nunca estar en armonía con el espíritu del mundo. Los dos principios son antagónicos. ‘Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 470).

“Pero mientras Jesús explicaba que su misión en la tierra consistía en establecer un reino espiritual en vez de temporal, su oyente quedó pertur­bado. En vista de esto, Jesús añadió: ‘Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 145).

“Los judíos interpretaron erróneamente y aplicaron mal la palabra de Dios, y no reconocieron el tiempo de su visitación. Esos años del minis-terio de Cristo y sus apóstoles –los preciosos últimos años de gracia con­cedidos al pueblo escogido– los dedicaron a tramar la destrucción de los mensajeros del Señor. Las ambiciones terrenales los absorbieron, y el ofrecimiento del reino espiritual les fue hecho en vano. Así también hoy el reino de este mundo absorbe los pensamientos de los hombres, y no toman nota de las profecías que se cumplen rápidamente y de los indicios de que el reino de Dios llega presto” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 202).

4. ¿Comprendieron los discípulos la naturaleza espiritual del reino de Dios? Lucas 24:21; 19:11; Hechos 1:6, 7.

“Como los discípulos del Salvador, Juan el Bautista no comprendía la naturaleza del reino de Cristo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 186).

“Con corazón anhelante, había escuchado para oír alguna expresión de fe de parte de sus discípulos. Había oído solamente las tristes palabras: ‘Esperábamos que Él era el que había de redimir a Israel’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 698).

“Éstos, al renovarse repentinamente su antigua esperanza de que el Señor ocupara su lugar en el trono de David en Jerusalén, le pregun­taron: ‘¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo?’ (Hech. 1: 6). El Salvador infundió incertidumbre en sus mentes con respecto a ese tema al replicarles que no les correspondía ‘saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad’ (Hech. 1: 7)” (La Historia de la Reden­ción, pág. 251).

EL REINO DE LA GLORIA

5. Refiriéndose al futuro, ¿qué profecías habían sido dadas con respecto al reino de Jesús? Lucas 1:31-33; Daniel 7:14; Hebreos 1:8.

6. ¿Indico, Jesús, claramente que su reino de gloria se encon­traba aún en el futuro? Juan 18:36; Mateo 16:28.

“La promesa que hizo el Salvador a los discípulos quedó cumplida. Sobre el monte, el futuro reino de gloria fue representado en miniatura: Cristo el Rey, Moisés el representante de los santos resucitados, y Elías de los que serán trasladados” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 390).

NUESTRA ORACIÓN E INTERÉS

7. Según sus palabras, ¿cuál debería ser el primer y mayor interés de cada verdadero creyente? Mateo 6:33; 5:3.

“Cristo invita a los miembros de su iglesia a apreciar la esperanza verdadera y genuina del Evangelio. Señala hacia lo alto y les asegura definidamente que las riquezas perdurables están arriba y no abajo. Su esperanza está en el cielo y no en el mundo. ‘Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia’, nos dice; ‘y todas estas cosas’, todo lo que es esencial para nuestro bien, ‘os serán añadidas’ (Mat. 6: 33)” (Consejos de Mayordomia Cristiana, pág. 230).

8. Por lo tanto, ¿qué debemos pedir en nuestras oraciones a Dios? Mateo 6:9, 10.

“Los discípulos de Cristo esperaban el advenimiento inmediato del reino de su gloria; pero al darles esta oración Jesús les enseñó que el reino no había de establecerse entonces. Habían de orar por su venida como un suceso todavía futuro. Pero esta petición era también una promesa para ellos. Aunque no verían el advenimiento del reino en su tiempo, el hecho de que Jesús les dijera que oraran por él es prueba de que vendrá segura­mente cuando Dios quiera” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág. 92).

LA ENTRADA EN EL REINO DE DIOS

“El reino de la gracia de Dios se está estableciendo, a medida que ahora, día tras día, los corazones que estaban llenos de pecado y rebelión se someten a la soberanía de su amor. Pero el establecimiento completo del reino de su gloria no se producirá hasta la segunda venida de Cristo a este mundo. ‘El reino y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo’ serán dados ‘al pueblo de los santos del Altísimo’. Heredarán el reino preparado para ellos ‘desde la fundación del mundo’. Cristo asumirá entonces su gran poder y reinará” (El Discurso Maestro de Jesucristo, pág.

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BENDECIDOS LOS QUE NO DUDAN

“En esta época precisamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo, Dios necesita hombres que preparen un pueblo para que esté en pie en el gran día del Señor. En estos últimos días se debe efectuar una obra igual a la que hizo Juan. Mediante los agentes que el Señor ha elegido, Él está dando mensajes a su pueblo, y quiere que todos presten atención a las admoniciones y amonestaciones que envía.... En nuestra condición de pueblo que cree en la pronta aparición de Cristo, tenemos un mensaje definido para dar: ‘Prepárate para encontrarte con tu Dios’” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 4, págs. 1205, 1206).

EL HERALDO DEL MESÍAS

1. ¿Qué le sucedió a Juan el Bautista a causa de su fiel testi­monio contra el pecado? Marcos 6:17; Lucas 3:18-20.

“Juan el Bautista había sido el primero en proclamar el reino de Cristo, y fue también el primero en sufrir. Desde el aire libre del desierto y las vastas muchedumbres que habían estado suspensas de sus palabras, pasó a quedar encerrado entre las murallas de una mazmorra, encarce­lado en la fortaleza de Herodes Antipas. En el territorio que estaba al este del Jordán, que se hallaba bajo el dominio de Antipas, había transcurrido gran parte del ministerio de Juan. Herodes mismo había escuchado la predicación del Bautista. El rey disoluto había temblado al oír el llama­miento a arrepentirse. ‘Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo,... y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana’. Juan obró fielmente con él, denunciando su unión inicua con Herodías, la esposa de su hermano. Durante un tiempo, Herodes trató débilmente de romper la cadena de concupiscencia que le ligaba; pero Herodías le sujetó más firmemente en sus redes y se vengó del Bautista, induciendo a Herodes a echarlo en la cárcel” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 185).

2. ¿Comprendió Juan totalmente la misión del Mesías? Isaías 40:3, 4; Mateo 3:10, 12.

“Como los discípulos del Salvador, Juan el Bautista no comprendía la naturaleza del reino de Cristo. Esperaba que Jesús ocupase el trono de David; y como pasaba el tiempo y el Salvador no asumía la autoridad real, Juan quedaba perplejo y perturbado. Había declarado a la gente que a fin de que el camino estuviese preparado delante del Señor, la profecía de Isaías debía cumplirse; las montañas y colinas debían ser allanadas, lo torcido enderezado y los lugares escabrosos alisados. Había esperado que las alturas del orgullo y el poder humano fuesen derribadas. Había señalado al Mesías como Aquel cuyo aventador estaba en su mano, y que limpiaría cabalmente su era, que recogería el trigo en su alfolí y quemaría el tamo con fuego inextinguible. Como el profeta Elías, en cuyo espíritu y poder había venido a Israel, esperaba que el Señor se revelase como Dios que contesta por fuego” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 185).

PERPLEJIDAD Y RESPUESTA ALENTADORA

3. ¿Qué perplejidad ocupaba la mente de Juan al ver que las cosas no ocurrían como esperaba? Mateo 11:2, 3.

“La vida de Juan había sido de labor activa, y la lobreguez e inactivi­dad de la cárcel le abrumaban enormemente. Mientras pasaba semana tras semana sin traer cambio alguno, el abatimiento y la duda fueron apoderándose de él. Sus discípulos no le abandonaron. Se les permitía tener acceso a la cárcel, y le traían noticias de las obras de Jesús y de cómo la gente acudía a Él. Pero preguntaban por qué, si ese nuevo maestro era el Mesías, no hacía algo para conseguir la liberación de Juan. ¿Cómo podía permitir que su fiel heraldo perdiese la libertad y tal vez la vida?

“Estas preguntas no quedaron sin efecto. Sugirieron a Juan dudas que de otra manera nunca se le habrían presentado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 185).

4. ¿Qué podemos aprender de la respuesta tranquilizante que Jesús envió a su precursor? Mateo 11:4, 5.

“El Salvador no respondió inmediatamente a la pregunta de los discípu­los. Mientras ellos estaban allí de pie, extrañados por su silencio, los enfermos y afligidos acudían a Él para ser sanados. Los ciegos se abrían paso a tientas a través de la muchedumbre; los aquejados de todas clases de enfermedades, algunos abriéndose paso por su cuenta, otros llevados por sus amigos, se agol­paban ávidamente en la presencia de Jesús. La voz del poderoso Médico pene-traba en los oídos de los sordos. Una palabra, un toque de su mano, abría los ojos ciegos para que contemplasen la luz del día, las escenas de la naturaleza, los rostros de sus amigos y la faz del Libertador. Jesús reprendía a la enfer­medad y desterraba la fiebre. Su voz alcanzaba los oídos de los moribundos, quienes se levantaban llenos de salud y vigor. Los endemoniados paralíti­cos obedecían su palabra, su locura los abandonaba, y le adoraban. Mientras sanaba sus enfermedades, enseñaba a la gente. Los pobres campesinos y tra­bajadores, a quienes rehuían los rabinos como inmundos, se reunían cerca de Él, y Él les hablaba palabras de vida eterna” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 187, 188).

BENDECIDO EL QUE GANA LA VICTORIA SOBRE LA DUDA

5. ¿Qué se les promete a aquellos que no dudan de Él o de su obra? Mateo 11:6; Juan 6:61, 62.

“Así iba transcurriendo el día, viéndolo y oyéndolo todo los discípulos de Juan. Por fin, Jesús los llamó a sí y los invitó a ir y contar a Juan lo que habían presenciado, añadiendo: ‘Bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí’. La evidencia de su divinidad se veía en su adaptación a las necesidades de la humanidad doliente. Su gloria se revelaba en su condescendencia con nuestro bajo estado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 188).

MÁS QUE PROFETA

6. ¿Qué testimonio altamente positivo dio Jesús acerca de Juan el Bautista? ¿Comprendemos en qué consistía su grandeza? Mateo 11:7-11; Lucas 1:15.

“Como heraldo del Mesías, Juan fue ‘más que profeta’. Porque mientras que los profetas habían visto desde lejos el advenimiento de Cristo, le fue dado a Juan contemplarle, oír el testimonio del cielo en cuanto a su carácter de Mesías, y presentarle a Israel como el Enviado de Dios. Sin embargo, Jesús dijo: ‘El que es más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él’.

El profeta Juan era el eslabón que unía las dos dispensaciones. Como re-presentante de Dios, se dedicaba a mostrar la relación de la ley y los profetas con la dispensación cristiana. Era la luz menor, que había de ser seguida por otra mayor. La mente de Juan era iluminada por el Espíritu Santo, a fin de que pudiese derramar luz sobre su pueblo; pero ninguna luz brilló ni brillará jamás tan claramente sobre el hombre caído, como la que emanó de la ense­ñanza y el ejemplo de Jesús. Cristo y su misión habían sido tan sólo obscura­mente comprendidos bajo los símbolos y las figuras de los sacrificios. Ni Juan mismo había comprendido plenamente la vida futura e inmortal a la cual nos da acceso el Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 191).

7. ¿Es nuestra misión similar a la obra de Juan el Bautista? ¿Qué podemos aprender de él y su obra? Mateo 11:12-14; Malaquías 4:5.

“Juan vino con el espíritu y el poder de Elías a proclamar el primer advenimiento de Jesús. Se me señalaron los últimos días y vi que Juan representaba a aquellos que iban a salir con el espíritu y el poder de Elías para pregonar el día de ira y el segundo advenimiento de Jesús” (Primeros Escritos, págs. 154, 155).

HOY SE DEBE HACER LA MISMA OBRA

“En este tiempo de apostasía casi universal, Dios exige que sus mensaje­ros proclamen su ley con el espíritu y el poder de Elías. Así como Juan el Bautista, al preparar un pueblo para el primer advenimiento de Cristo, llamó su atención a los Diez Mandamientos, así debemos dar el mensaje nítida-mente: ‘Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado’. Debemos esforzarnos para preparar el camino para el segundo advenimiento de Cristo, con el mismo fervor que caracterizó a Elías el profeta y a Juan el Bautista (The Southern Watchman, 21 de Marzo, 1905)” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 4, pág. 1206).

SANANDO AL PARALÍTICO

“El hablar de religión de una manera casual, el orar sin hambre del alma ni fe viviente, no vale nada. Una fe nominal en Cristo, que le acepta simplemente como Salvador del mundo, no puede traer sanidad al alma.... No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en Él. La única fe que nos beneficiará es la que le acepta a Él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus méritos” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 132).

ENFERMO E INCAPACITADO

1. ¿Qué pobre gente yacía bajo los pórticos del estanque de Betesda? ¿Cuál era su gran esperanza? Juan 5:2-4.

“En ciertos momentos las aguas de aquel estanque eran agitadas, y se creía comúnmente que esto era resultado de un poder sobrenatural, y que el primero que se sumergiera en el estanque, después del movimiento de las aguas, sanaría de cualquier enfermedad que tuviera. Centenares de enfermos acudían a aquel lugar; pero eran tantos que cuando el agua era agitada se precipitaban unos sobre otros y pisoteaban a hombres, mujeres y niños más débiles que ellos... Algunos pernoctaban bajo los portales, apiñándose en la orilla del estanque día tras día, con la vana esperanza de obtener alivio” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 171).

2. ¿Quién se encontraba en medio de esa multitud sufriente de lisiados? Juan 5:5.

“Jesús estaba otra vez en Jerusalén. Andando solo, en aparente medi­tación y oración, llegó al estanque. Vio a los pobres dolientes esperando lo que suponían ser su única oportunidad de sanar. Anhelaba ejercer su poder curativo y devolver la salud a todos los que sufrían. Pero era sábado. Multitudes iban al templo para adorar, y Él sabía que un acto de curación como éste excitaría de tal manera el prejuicio de los judíos que abreviaría su obra” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 171).

PALABRAS DE SANIDAD

3. ¿Qué pregunta hizo Jesús a este hombre enfermo al saber cuánto tiempo hacía que estaba en esa condición? Juan 5:6, 7.

“Pero el Salvador vio un caso de miseria suprema. Era el de un hombre que había estado imposibilitado durante treinta y ocho años. Su enferme­dad era en gran parte resultado de su propio pecado y considerada como juicio de Dios. Solo y sin amigos, sintiéndose privado de la misericordia de Dios, el enfermo había sufrido largos años....

“El enfermo estaba acostado en su estera, y levantaba ocasionalmente la cabeza para mirar al estanque, cuando un rostro tierno y compasivo se inclinó sobre él, y atrajeron su atención las palabras: ‘¿Quieres ser sano?’ La esperanza renació en su corazón. Sintió que de algún modo iba a reci­bir ayuda” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 171, 172).

4. ¿Le hizo otras preguntas el Redentor? ¿Cuánto se demoró Jesús en otorgarle lo que deseaba? Juan 5:8.

“Jesús no pide a este enfermo que ejerza fe en Él. Dice simplemente: ‘Levántate, toma tu lecho, y anda’. Pero la fe del hombre se aferra a esa palabra. En cada nervio y músculo pulsa una nueva vida, y se transmite a sus miembros inválidos una actividad sana. Sin la menor duda, dedica su voluntad a obedecer a la orden de Cristo, y todos sus músculos le respon­den. De un salto se pone de pie, y encuentra que es un hombre activo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 172).

5. ¿Qué milagro sucedió apenas el Señor le dijo que se levan­tase y caminase? Juan 5:9.

“Jesús no le había dado seguridad alguna de ayuda divina. El hombre podría haberse detenido a dudar, y haber perdido su única oportunidad de sanar. Pero creyó la palabra de Cristo, y al obrar de acuerdo con ella recibió fuerza” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 172).

“Con nueva esperanza el enfermo mira a Jesús. La expresión de su rostro, el acento de su voz, no son como los de otro cualquiera. Su misma presencia parece respirar amor y poder. La fe del paralítico se aferra a la palabra de Cristo. Sin otra pregunta, se dispone a obedecer, y todo su cuerpo le responde.

“En cada nervio y músculo pulsa una nueva vida, y se transmite a sus miembros inválidos una actividad sana. De un salto se pone de pie, y emprende la marcha con paso firme y resuelto, alabando a Dios y regoci­jándose en sus fuerzas renovadas” (El Ministerio de Curación, pág. 55).

DESPUÉS DEL MILAGRO

6. ¿Cuál fue la reacción de los judíos al ver al hombre sano y caminando? ¿Alabaron a Dios por el gran milagro? Juan 5:10-13.

“El paralítico sanado se agachó para recoger su cama, que era tan sólo una estera y una manta, y al enderezarse de nuevo con una sensación de deleite, miró en derredor buscando a su libertador; pero Jesús se había perdido entre la muchedumbre. El hombre temía no conocerle en caso de volver a verlo. Mientras se iba apresuradamente con paso firme y libre, alabando a Dios y regocijándose en la fuerza que acababa de recobrar, se encontró con varios fariseos e inmediatamente les contó cómo había sido curado. Le sorprendió la frialdad con que escuchaban su historia.

“Con frentes ceñudas, le interrumpieron, preguntándole por qué lleva-ba su cama en sábado. Le recordaron severamente que no era lícito llevar cargas en el día del Señor.... Esos gobernantes sabían muy bien que sólo uno se había demostrado capaz de realizar este milagro; pero deseaban una prueba directa de que era Jesús, a fin de poder condenarle como vio­lador del sábado. En su opinión, no sólo había quebrantado la ley sanando al enfermo en sábado, sino que había cometido un sacrilegio al ordenarle que llevase su cama” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 173).

7. ¿Qué mensaje significativo dio Jesús al hombre que había sanado cuando le encontró en el templo? ¿Encierra esto una lección de la que podemos aprender algo? Juan 5:14, 15.

“Muchos... como el paralítico de entonces, necesitan primeramente el perdón de sus pecados para luego aprender a ir y no pecar más” (The Medical Ministry, pág. 27).

“El pecado nos ha separado de la vida de Dios. Nuestras almas están paralizadas....

“El sentimiento del pecado ha envenenado las fuentes de la vida; pero Cristo dice: ‘Yo llevaré vuestros pecados; yo os daré paz. Os compré con mi sangre. Sois míos. Mi gracia fortalecerá vuestra voluntad debilitada; os libraré del remordimiento de vuestro pecado’. Cuando os asalten las tentacio­nes, cuando os veáis envueltos en perplejidad y cuidados, cuando, deprimidos y desalentados, estéis a punto de ceder a la desesperación, mirad a Jesús y las tinieblas que os rodeen se desvanecerán ante el resplandor de su presencia. Cuando el pecado contiende por dominar vuestra alma y agobia vuestra con­ciencia, mirad al Salvador. Su gracia basta para vencer el pecado” (El Minis-terio de Curación, pág. 56).

8. ¿Qué nos debería recordar este maravilloso milagro? ¿Qué esperanza nos ha sido dada a todos? Salmos 91:15; 50:15.

“Por la misma fe podemos recibir curación espiritual. El pecado nos separó de la vida de Dios. Nuestra alma está paralizada.... El Salvador se inclina hacia el alma adquirida por su sangre, diciendo con inefable ternura y com­pasión: ‘¿Quieres ser sano?’ Él os invita a levantaros llenos de salud y paz. No esperéis hasta sentir que sois sanos. Creed en su palabra, y se cumplirá. Poned vuestra voluntad de parte de Cristo. Quered servirle, y al obrar de acuerdo con su palabra, recibiréis fuerza” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 172, 173).

CONFESIÓN Y SANIDAD

Orar por los enfermos es algo muy solemne y no debemos hacer esto des­cuidada y apresuradamente. “Debiéramos averiguar si los que serán bendecidos con salud se han dedicado a hablar mal de otros, si han tenido desave­nencias con los demás y si han participado en disensiones. ¿Han manifestado espíritu de discordia entre los hermanos y hermanas de la iglesia? Si han llevado a cabo estas cosas debieran confesarlas delante de Dios y la iglesia. Después de haber confesado lo que han hecho mal, estas personas que buscan oración pueden ser presentadas delante de Dios con fervor y fe, siguiendo la inspiración del Espíritu Santo” (El Conflicto de los Siglos, pág. 371).

TU HIJO VIVE

“Cuanto más fervorosa y constantemente oremos, tanto más íntima será nuestra unión espiritual con Cristo. Recibiremos bendiciones acre­centadas, porque tenemos una fe acrecentada.

“Nuestra parte consiste en orar y creer. Velad en oración. Velad, y cooperad con el Dios que oye la oración.... Hablad y obrad de acuerdo con vuestras oraciones. Significará para vosotros una infinita diferencia el que la prueba demuestre que vuestra fe es genuina, o revele que vuestras oraciones son sólo una forma” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 112).

“Nuestra fe en Cristo no debe estribar en que veamos o sintamos que Él nos oye. Debemos confiar en sus promesas. Cuando acudimos a Él con fe, toda petición alcanza al corazón de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 170).

UN HOMBRE CON UNA SOLICITUD URGENTE

1. Aún si la gente tiene evidencias que una persona tiene la bendición de ser un profeta, ¿qué puede suceder a veces? ¿Sucedió lo mismo con Jesús? ¿Por qué? Juan 4:44, 45; Mateo 13:57; Marcos 6:4.

“Los galileos que volvían de la Pascua trajeron nuevas de las obras admirables de Jesús.... Esperaban que ese hombre, que había ahuyen­tado a los gobernantes, fuese el Libertador que anhelaban. Ahora llega­ban noticias que parecían confirmar sus expectativas más halagüeñas. Se decía que el profeta se había declarado el Mesías.

“Pero el pueblo de Nazaret no creía en Él. Por esta razón, Jesús no visitó a Nazaret mientras iba a Caná. El Salvador declaró a sus discípu­los que un profeta no recibía honra en su país. Los hombres estiman el carácter por lo que ellos mismos son capaces de apreciar. Los de miras estrechas y mundanales juzgaban a Cristo por su nacimiento humilde, su indumentaria sencilla y su trabajo diario. No podían apreciar la pureza de aquel espíritu que no tenía mancha de pecado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 167).

2. Cuando Jesús se encontraba en el pueblo de Caná, ¿qué petición urgente recibió de parte de un oficial del rey? Juan 4:46, 47.

“En Capernaúm, la noticia atrajo la atención de un noble judío que era oficial del rey. Un hijo del oficial se hallaba aquejado de una enfermedad que parecía incurable. Los médicos lo habían desahuciado; pero cuando el padre oyó hablar de Jesús resolvió pedirle ayuda. El niño estaba muy grave y se temía que no viviese hasta el regreso del padre; pero el noble creyó que debía presentar su caso personalmente, con la esperanza de que las súplicas de un padre despertarían la simpatía del gran Médico” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 167).

EL VERDADERO FUNDAMENTO DE LA FE

3. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús a la petición del oficial? ¿Com­prendes por qué? 1 Corintios 1:22; Mateo12:38, 39.

“Al llegar a Caná, encontró que una muchedumbre rodeaba a Jesús. Con corazón ansioso, se abrió paso hasta la presencia del Salvador. Su fe vaciló cuando vio tan sólo a un hombre vestido sencillamente, cubierto de polvo y cansado del viaje. Dudó que esa persona pudiese hacer lo que había ido a pedirle, sin embargo, logró entrevistarse con Jesús, le explicó por qué venía y rogó al Salvador que le acompañase a su casa. Mas Jesús ya conocía su pesar. Antes de que el oficial saliese de su casa, el Salvador había visto su aflicción.

“Pero sabía también que el padre, en su fuero íntimo, se había impuesto ciertas condiciones para creer en Jesús. A menos que se le concediese lo que iba a pedirle, no le recibiría como el Mesías. Mientras el oficial esperaba ator­mentado por la incertidumbre, Jesús dijo: ‘Si no viereis señales y milagros no creeréis’” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 167, 168).

4. ¿Qué comprendemos acerca de la segunda petición de este padre? ¿Qué harías tú en una situación similar? Juan 4:49; Marcos 5:23, 35, 36.

“Sin embargo, el noble tenía cierto grado de fe; pues había venido a pedir lo que le parecía la más preciosa de todas las bendiciones. Jesús tenía un don mayor que otorgarle. Deseaba no sólo sanar al niño, sino hacer par­ticipar al oficial y su casa de las bendiciones de la salvación, y encender una luz en Capernaúm, que había de ser pronto campo de sus labores. Pero el noble debía comprender su necesidad antes de llegar a desear la gracia de Cristo. Este cortesano representaba a muchos de su nación. Se interesaban en Jesús por motivos egoístas. Esperaban recibir algún bene-ficio especial de su poder, y hacían depender su fe de la obtención de ese favor temporal; pero ignoraban su enfermedad espiritual y no veían su necesidad de gracia divina” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 168).

LA RESPUESTA DE DIOS A LAS NECESIDADES HUMANAS

5. ¿Esperaba él que Jesús atendiera su pedido con tanta pron­titud e hiciera un milagro a distancia? Juan 4:50.

“Y como Jacob, prevaleció. El Salvador no puede apartarse del alma que se aferra a Él invocando su gran necesidad.... El noble salió de la presencia de Jesús con una paz y un gozo que nunca había conocido antes. No sólo creía que su hijo sanaría, sino que con firme confianza creía en Cristo como su Redentor.

“A la misma hora, los que velaban al lado del niño moribundo en el hogar de Capernaúm presenciaron un cambio repentino y misterioso. La sombra de la muerte se apartó del rostro del enfermo.... La fiebre le dejó en el mismo calor del día. La familia se asombró, pero se regocijó mucho.... En el instante en que la fe del padre había aceptado el aserto: ‘Tu hijo vive’, el amor divino había tocado al niño moribundo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 169).

6. ¿Qué maravillosos resultados tuvo esta experiencia para este hombre y su familia? Juan 4:51-54.

“El padre corrió a saludar a su hijo. Le estrechó sobre su corazón como si le hubiese recuperado de la muerte, y agradeció repetidas veces a Dios por su curación maravillosa.

“El noble deseaba conocer más de Cristo, y al oír más tarde sus ense­ñanzas, él y toda su familia llegaron a ser discípulos suyos. Su aflicción fue santificada para la conversión de toda su familia. Las nuevas del milagro se difundieron; y en Capernaúm, donde Cristo realizara tantas obras maravillo-sas, quedó preparado el terreno para su ministerio personal” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 170).

7. ¿Por qué nuestras oraciones a veces no reciben una respuesta inmediata? ¿Debe depender nuestra confianza en Dios de su respuesta a todas nuestras oraciones? Santiago 4:3; 1:6.

“El que bendijo al noble en Capernaúm siente hoy tantos deseos de ben­decirnos a nosotros. Pero como el padre afligido, somos con frecuencia indu­cidos a buscar a Jesús por el deseo de algún beneficio terrenal; y hacemos depender nuestra confianza en su amor de que nos sea otorgado lo pedido. El Salvador anhela darnos una bendición mayor que la que solicitamos; y dilata la respuesta a nuestra petición a fin de poder mostrarnos el mal que hay en nuestro corazón y nuestra profunda necesidad de su gracia. Desea que renunciemos al egoísmo que nos induce a buscarle. Confesando nuestra impo­tencia y acerba necesidad, debemos confiarnos completamente a su amor” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 170).

PALABRAS DE VIDA

“El noble quería ver el cumplimiento de su oración antes de creer; pero tuvo que aceptar el aserto de Jesús de que su petición había sido oída, y el beneficio otorgado. También nosotros tenemos que aprender esta lección. Nuestra fe en Cristo no debe estribar en que veamos o sintamos que Él nos oye. Debemos confiar en sus promesas. Cuando acudimos a Él con fe, toda petición alcanza al corazón de Dios. Cuando hemos pedido su bendición, debe­mos creer que la recibimos y agradecerle por que la hemos recibido. Luego debemos atender nuestros deberes, seguros de que la bendición se realizará cuando más la necesitemos. Cuando hayamos aprendido a hacer esto, sabre­mos que nuestras oraciones son contestadas. Dios obrará por nosotros ‘mucho más abundantemente de lo que pedimos’ ‘conforme a las riquezas de su gloria’, y por la operación de la potencia de su fortaleza’” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 170).

ES EL TIEMPO DE LA COSECHA

“Vemos la gran necesidad de obra misionera para llevar la verdad no solamente a los países extranjeros, sino a las personas que viven cerca de nosotros. A nuestro alrededor hay ciudades y pueblos en los cuales no se hace ningún esfuerzo para salvar almas. ¿Por qué no se establecen en estas ciudades y pueblos algunas familias que conocen la verdad presente, para implantar allí el estandarte de Cristo, trabajando con humildad, no según sus propios métodos, sino según los métodos de Dios para llevar la luz a los que no la conocen?” (Servicio Cristiano Eficaz, pág. 225).

UN ALIMENTO ESPIRITUAL ESPECIAL PARA EL ALMA

1. ¿Cómo contestó Jesús a la amable invitación de los discípu­los? ¿Qué revela la respuesta que les dio? Juan 4:31, 32; Mateo 4:4.

“En la palabra de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia. Esta palabra imparte poder; engendra vida. Cada orden es una promesa; aceptada por la voluntad, recibida en el alma, trae consigo la vida del Ser infinito. Transforma la naturaleza y vuelve a crear el alma a imagen de Dios.

“De igual modo se sostiene la vida así impartida. El hombre vivirá de ‘toda palabra que sale de la boca de Dios’” (La Educación, pág. 126).

2. ¿Comprendieron los discípulos sus palabras? ¿Qué profundo significado espiritual descubrimos en este mensaje? Juan 4:33, 34; 5:36; 6:38.

“Cuando la iglesia tenga verdaderamente el espíritu del mensaje, estas familias aplicarán todas sus energías a la obra de salvar a las almas por las cuales Cristo murió. Entrarán en nuevos campos. Algunos que no han sido ordenados al ministerio trabajarán como colaboradores con Dios visitando las iglesias, tratando de fortalecer lo que todavía queda y que está a punto de fenecer. Habrá miembros laicos que se mudarán a pueblos y ciudades, y a lugares aparentemente apartados, para permitir que la luz que Dios les ha dado brille e ilumine a los demás” (Servicio Cris­tiano Eficaz, pág. 225).

“Hay ocasiones cuando le parece imposible al siervo de Dios hacer la obra que necesita hacerse... Algunos temen que con las facilidades pues­tas a su disposición no pueden hacer todo lo que sienten que es su deber hacer. Pero si avanzan por fe, se revelará la salvación de Dios, y la pros­peridad acompañará sus esfuerzos. El que ha ordenado a sus siervos ir por todas partes del mundo, sostendrá a todo obrero que en obediencia a su mandato procure proclamar su mensaje” (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 287, 288).

LISTOS PARA LA SIEGA

3. Al mirar los campos, ¿qué vio Jesús que estaba listo para la siega? Juan 4:35.

“Mientras Jesús estaba todavía sentado a orillas del pozo, miró los campos de la mies que se extendían delante de Él, y cuyo suave verdor parecía dorado por la luz del sol. Señalando la escena a sus discípulos, la usó como símbolo: ‘¿No decís vosotros: Aun hay cuatro meses hasta que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas para la siega’. Y mientras hablaba, miraba a los grupos que se acercaban al pozo. Faltaban cuatro meses para la siega, pero allí había una mies ya lista para la cosecha” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 162).

4. ¿Qué recompensa tiene el obrero que está activo en el campo del Señor? ¿Comprendemos la recompensa eterna que recibirá? Juan 4:36.

“‘El que siega –dijo,– recibe salario, y allega fruto para vida eterna; para que el que siembra también goce, y el que siega. Porque en esto es el dicho verdadero: que uno es el que siembra, y otro es el que siega’. En estas palabras, señala Cristo el servicio sagrado que deben a Dios los que reciben el Evangelio. Deben ser sus agentes vivos. El requiere su servicio individual. Y sea que sembremos o seguemos, estamos trabajando para Dios. El uno esparce la simiente; el otro junta la mies; pero tanto el sem­brador como el segador reciben galardón. Se regocijan juntos en la recom­pensa de su trabajo” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 162).

RECOLECCIÓN DE LA SIEMBRA ANTERIOR

5. Si el sembrador espiritual no llega a recoger el fruto de sus propios esfuerzos, ¿con qué esperanza continua traba­jando? Juan 4:37, 38.

“El Salvador estaba mirando hacia adelante, a la gran recolección del día de Pentecostés. Los discípulos no habían de considerarla como el resultado de sus propios esfuerzos. Estaban entrando en las labores de otros hombres. Desde la caída de Adán, Cristo había estado confiando la semilla de su palabra a sus siervos escogidos, para que la sembrasen en corazones humanos. Y un agente invisible, un poder omnipotente había obrado silenciosa pero eficazmente, para producir la mies. El rocío, la lluvia y el sol de la gracia de Dios habían sido dados para refrescar y nutrir la semilla de verdad. Cristo iba a regar la semilla con su propia sangre. Sus discípulos tenían el privilegio de colaborar con Dios. Eran colaboradores con Cristo y con los santos de la antigüedad. Por el derra­mamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, se iban a convertir millares en un día. Tal era el resultado de la siembra de Cristo, la mies de su obra” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 162, 163).

RECOLECCIÓN EN UN ÁREA INESPERADA

6. Al oír el mensaje de Jesús, ¿qué sucedió con muchos samaritanos que los judíos tanto despreciaban? Juan 4:39, 40.

“En las palabras dichas a la mujer al lado del pozo, una buena simiente había sido sembrada, y cuán pronto se había obtenido la mies. Los samaritanos vinieron y oyeron a Jesús y creyeron en Él. Rodeándole al lado del pozo, le acosaron a preguntas, y ávidamente recibieron sus expli­caciones de las muchas cosas que antes les habían sido obscuras. Mien­tras escuchaban, su perplejidad empezó a disiparse. Eran como gente que hallándose en grandes tinieblas siguen un repentino rayo de luz hasta encontrar el día. Pero no les bastaba esta corta conferencia. Ansiaban oír más, y que sus amigos también oyesen a este maravilloso Maestro. Le invitaron a su ciudad, y le rogaron que quedase con ellos. Permaneció, pues, dos días en Samaria, y muchos más creyeron en Él” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 163).

7. ¿Fue el prejuicio de la gente contra los judíos un obstáculo o le aceptaron con verdadera convicción como al Salvador? Juan 4:41, 42.

“Los samaritanos creían que el Mesías había de venir como Reden­tor, no sólo de los judíos, sino del mundo. El Espíritu Santo, por medio de Moisés, lo había anunciado como profeta enviado de Dios. Por medio de Jacob, se había declarado que todas las gentes se congregarían a su alrededor; y por medio de Abrahán, que todas las naciones de la tierra serían benditas en Él. En estos pasajes basaba su fe en el Mesías la gente de Samaria. El hecho de que los judíos habían interpretado erróneamente a los profetas ulteriores, atribuyendo al primer advenimiento la gloria de la segunda venida de Cristo, había inducido a los samaritanos a descar­tar todos los escritos sagrados excepto aquellos que habían sido dados por medio de Moisés. Pero como el Salvador desechaba estas falsas inter­pretaciones, muchos aceptaron las profecías ulteriores y las palabras de Cristo mismo acerca del reino de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 163, 164).

EL SALVADOR DE TODOS

“Jesús había empezado a derribar el muro de separación existente entre judíos y gentiles, y a predicar la salvación al mundo. Aunque era judío, trataba libremente con los samaritanos, y anulaba así las costum­bres farisaicas de su nación. Frente a sus prejuicios, aceptaba la hos­pitalidad de este pueblo despreciado. Dormía bajo sus techos, comía en sus mesas –participando de los alimentos preparados y servidos por sus manos,– enseñaba en sus calles, y los trataba con la mayor bondad y cor­tesía” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 163, 164).