sábado, 14 de abril de 2012

El Amanecer de una Nueva Era

Versículo de memoria

“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va aumentando en res-plandor hasta que es pleno día” Proverbios 4:18.

Mensajeros elegidos para Restaurar la Verdad

1. De acuerdo a la profecía, ¿qué pasaría con la verdad con el paso de los siglos? Daniel 8:12; 2 Tesalonicenses 2:3, 7. ¿Quién fue un precioso instru­mento usado por el Señor para restaurar la verdad en el siglo XIV?

“Había ya pasado la obscura medianoche para el mundo; fenecían las horas de tinie-blas, y en muchas partes aparecían señales del alba que estaba para rayar.

“En el siglo XIV salió en Inglaterra ‘el lucero de la Reforma,’ Juan Wiclef, que fue el heraldo de la Reforma no sólo para Inglaterra sino para toda la cristiandad. La gran protesta que contra Roma le fue dado lanzar, no iba a ser nunca acallada, porque inició la lucha que iba a dar por resultado la emancipación de los individuos, las iglesias y las naciones….

“Veía que Roma había abandonado la Palabra de Dios cambiándola por las tradiciones humanas; acusaba desembozadamente al clero de haber desterrado las Santas Escrituras y exigía que la Biblia fuese restituída al pueblo y que se estableciera de nuevo su autoridad dentro de la iglesia. Era maestro entendido y abnegado y predicador elocuente, cuya vida cotidiana era una demostración de las verdades que predicaba. Su conocimiento de las Sagradas Escrituras, la fuerza de sus argumentos, la pureza de su vida y su integridad y valor inquebrantables, le atrajeron la estimación y la confianza de todos. Muchos de entre el pueblo estaban descontentos con su antiguo credo al ver las iniquidades que preva-lecían en la iglesia de Roma, y con inmenso regocijo recibieron las verdades expuestas por Wiclef,...” (El Conflicto de los Siglos, págs. 85, 86).

2. ¿Qué verdad fue restaurada por la obra reformadora de Martín Lutero? Romanos 1:17; Juan 3:16, 17; Habacuc 2:4.

“Por decreto expedido poco antes prometía el papa indulgencia a todo aquel que subiese de rodillas la ‘escalera de Pilato’ que se decía ser la misma que había pisado nuestro Salvador al bajar del tribunal romano, y que, según aseguraban, había sido llevada de Jerusalén a Roma de un modo milagroso. Un día, mientras estaba Lutero subiendo devotamente aquellas gradas, recordó de pronto estas palabras que como trueno repercu­tieron en su corazón: ‘El justo vivirá por la fe.’ (Romanos 1: 17.) Púsose de pronto de pie y huyó de aquel lugar sintiendo vergüenza y horror. Ese pasaje bíblico no dejó nunca de ejercer poderosa influencia en su alma. Desde entonces vio con más claridad que nunca el engaño que significa para el hombre confiar en sus obras para su salvación y cuán necesa­rio es tener fe constante en los méritos de Cristo….

“Era muy precioso el mensaje que Lutero daba a las ansiosas muchedumbres que pendían de sus palabras. Nunca antes habían oído tan hermosas enseñanzas. Las buenas nuevas de un amante Salvador, la seguridad del perdón y de la paz por medio de su sangre expiatoria, regocijaban los corazones e inspiraban en todos una esperanza de vida inmor­tal. Encendióse así en Wittenberg una luz cuyos rayos iban a esparcirse por todas partes del mundo y que aumentaría en esplendor hasta el fin de los tiempos.

“Pero la luz y las tinieblas no pueden conciliarse. Entre el error y la verdad media un conflicto inevitable.” (El Conflicto de los Siglos, págs. 134, 135).

3. ¿Qué verdad fue especialmente enfatizada por los hermanos Wesley? Levítico 19:2; 1 Tesalonicenses 4:3.

“Wesley consagró su vida a predicar las grandes verdades que había recibido: la jus­tificación por medio de la fe en la sangre expiatoria de Cristo, y el poder regenerador del Espíritu Santo en el corazón, que lleva fruto en una vida conforme al ejemplo de Cristo....

“De modo que al predicar el Evangelio de la gracia de Dios, Wesley como su Maestro, procuraba ‘engrandecer’ la ley y hacerla ‘honorable’. Hizo fielmente la obra que Dios le encomendara, y gloriosos fueron los resultados que le fue dado contemplar” (El Conflicto de los Siglos, págs. 299, 307).

“Dios demanda de vosotros una completa conformidad con su ley. Esa ley es el eco de su voz que nos dice: Más santo, sí, más santo aún” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 453).

El Progreso de la Reforma

4. ¿Qué advertencia impartió Dios a la iglesia después de la Reforma protes­tante? Apocalipsis 3:1, 2 ¿A quién envío Dios como reformador?

“A Guillermo Miller y a sus colaboradores les fue encomendada la misión de predi­car la amonestación en los Estados Unidos de Norteamérica. Dicho país vino a ser el centro del gran movimiento adventista. Allí fue donde la profecía del mensaje del primer ángel tuvo su cumplimiento más directo. Los escritos de Miller y de sus compañeros se propagaron hasta en países lejanos. Adonde quiera que hubiesen penetrado misioneros allá también fueron llevadas las alegres nuevas de la pronta venida de Cristo. Por todas partes fue predicado el mensaje del Evangelio eterno: ‘¡Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de su juicio!’” (El Conflicto de los Siglos, pág. 418).

“Dios envió a su ángel para que moviese el corazón de un agricultor que antes no creía en la Biblia, y lo indujese a escudriñar las profecías. Los ángeles de Dios visitaron repetidamente a aquel varón escogido, y guiaron su entendimiento para que comprendiese las profecías que siempre habían estado veladas al pueblo de Dios” (Primeros Escritos, pág. 229).

5. ¿Qué tremenda experiencia hicieron aquellos que escucharon el mensaje predicado por Guillermo Miller? Apocalipsis 14:6, 7.

“Doquiera se publicaba el mensaje, se conmovia el ánimo de la gente. Los pecadores se arrepentían, lloraban e impetraban perdón; y quienes habían cometido algún hurto o desfalco, anhelaban restituir la substracción. Los padres sentían profundísima solicitud por sus hijos. Los que recibían el mensaje exhortaban a los parientes y amigos todavía no convertidos, y con el alma doblegada bajo el peso del solemne mensaje, los amonestaban e invitaban a prepararse para la venida del Hijo del hombre....

“Millares de personas abrazaban la verdad predicada por Guillermo Miller, y se levan­taban siervos de Dios con el espíritu y el poder de Elías para proclamar el mensaje.... Propendía su testimonio a influir poderosamente en las iglesias y manifestar su verdadero carácter” (Primeros Escritos, págs. 233, 234).

“Los pecadores preguntaban llorando: ‘¿Qué debo yo hacer para ser salvo?’ Aquellos cuyas vidas se habían hecho notar por su mala fe, deseaban hacer restituciones. Todos los que encontraban paz en Cristo ansiaban ver a otros participar de la misma bendición. Los corazones de los padres se volvían hacia sus hijos, y los corazones de los hijos hacia sus padres. Los obstáculos levantados por el orgullo y la reserva desaparecían. Se hacían senti­das confesiones y los miembros de la familia trabajaban por la salvación de los más cerca­nos y más queridos. A menudo se oían voces de ardiente intercesión. Por todas partes había almas que con angustia luchaban con Dios. Muchos pasaban toda la noche en oración para tener la seguridad de que sus propios pecados eran perdonados, o para obtener la conver­sión de sus parientes o vecinos” (El Conflicto de los Siglos, pág. 419).

Reforma en nuestros Días

6. Desde el gran día de expiación que se ha iniciado en el santuario celestial el 22 de Octubre de 1844, ¿qué gran obra de reforma necesita llevarse a cabo hoy en el pueblo de Dios? Joel 2:12, 13, 16; Malaquías 3:2, 3.

“Ante la perspectiva de aquel gran día, la Palabra de Dios exhorta a su pueblo del modo más solemne y expresivo a que despierte de su letargo espiritual, y a que busque su faz con arrepentimiento y humillación: ‘¡Tocad trompeta en Sión, y sonad alarma en mi santo monte! ¡tiemblen todos los moradores de la tierra! porque viene el día de Jehová, porque está ya cercano.’ ‘¡Proclamad riguroso ayuno! ¡convocad asamblea solemnísima! ¡Reunid al pueblo! ¡proclamad una convocación obligatoria! ¡congregad a los ancianos! ¡juntad a los muchachos!. . . ¡salga el novio de su recámara, y la novia de su tálamo! Entre el pórtico y el altar, lloren los sacerdotes, ministros de Jehová.’ ‘Volveos a mí de todo vuestro corazón; con ayuno también, y con llanto, y con lamentos; rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos, y volveos a Jehová vuestro Dios; porque Él es clemente y compasivo, lento en iras y grande en misericordia.’ (Joel 2: 1, 15-17, 12, 13, V.M.)

“Una gran obra de reforma debía realizarse para preparar a un pueblo que pudiese subsistir en el día de Dios. El Señor vio que muchos de los que profesaban pertenecer a su pueblo no edificaban para la eternidad, y en su misericordia iba a enviar una amonestación para despertarlos de su estupor e inducirlos a prepararse para la venida de su Señor” (El Conflicto de los Siglos, págs. 357, 358).

7. ¿Qué ocurría en el día típico de la expiación? Levítico 23:26-32; Números 29:7, 8. ¿Qué deberían hacer aquellos que viven durante el día literal de la expiación?

“El servicio típico enseña importantes verdades respecto a la expiación….

“Se requería de todos que afligiesen sus almas mientras se celebraba el servicio de expiación. Toda ocupación debía dejarse a un lado, y toda la congregación de Israel debía pasar el día en solemne humillación ante Dios, con oración, ayuno y examen profundo del corazón” (El Conflicto de los Siglos, pág. 473).

“Cristo está purificando el templo en el cielo de los pecados del pueblo, y tenemos que trabajar en armonía con Él en la tierra, purificando el templo del alma de su contaminación moral” (The Review and Herald, 11 de Febrero, 1890).

Repaso y Meditación

• ¿Qué mensajero eligió el Señor para restaurar la verdad?

• ¿Qué verdades restauraron los reformadores como Lutero y Wesley?

• ¿Cómo debe vivir el pueblo de Dios durante el día actual de la ex-piación al prepararse para la eternidad?

“El Señor os manda ascender aún más, y alcanzar una norma de mayor consagración. Debéis lograr una experiencia mucho más profunda que la que ni siquiera habéis pensado tener…. ‘Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto’ (Proverbios 4:18). Habiéndonos arrepentido de nuestros pecados, confesándolos y recibiendo el perdón, hemos de seguir aprendiendo de Cristo hasta que lleguemos al pleno mediodía de una fe evangélica perfecta” (Testimonios para la Iglesia, tomo 8, pág. 334).