sábado, 26 de febrero de 2011

Una Prueba de Fuego

“… Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres” Hechos 5:29.

La imagen babilónica del Rey y el decreto

1. ¿Qué hizo el rey Nabucodonosor en el apogeo de su poder? ¿Qué le motivó a dar esta orden? Daniel 3:1.

“Con el tiempo dejó de honrar a Dios, y resumió su adoración de los ídolos con mayor celo y fanatismo que antes….

“Los sabios de su reino, valiéndose de esto y de su regreso a la idolatría, le propusieron que hiciera una imagen similar a la que había visto en su sueño, y que la levantase donde todos pudiesen contemplar la cabeza de oro, que había sido interpretada como símbolo que representaba su reino….

“En vez de reproducir la imagen tal como la había visto, iba a superar el original. En su imagen no habría descenso de valores desde la cabeza hasta los pies, sino que se la haría por completo de oro, para que toda ella simbolizara a Babilonia como reino eterno, indestructible y todopoderoso que quebrantaría y desmenuzaría todos los demás reinos, y perduraría para siempre” (Profetas y Reyes, págs. 370, 371).

2. ¿Quiénes fueron convocados a la dedicación de la imagen? Cuando todos estaban reunidos, ¿qué orden proclamó el heraldo real? Daniel 3:2-6.

“No es sorprendente que en una tierra donde la adoración de los ídolos era universal, la hermosa e inestimable imagen levantada en la llanura de Dura para representar la gloria, la magnificencia y el poder de Babilonia, fuese consagrada como objeto de culto. Así se dispuso, y se decretó que en el día de la dedicación todos manifestasen su suprema lealtad al poder babilónico postrándose ante la imagen” (Profetas y Reyes, pág. 371).

Tres jóvenes permanecen ante Dios

3. ¿Qué hicieron, bajo esta increíble presión, los representantes de las naciones conquistadas? Pero, ¿quiénes no podían adorar esta imagen? Daniel 3:7-12.

“A Nabucodonosor, entusiasmado por su triunfo, se le comunicó que entre sus súb- ditos había algunos que se atrevían a desobedecer su mandato. Ciertos sabios, celosos de los honores que se habían concedido a los fieles compañeros de Daniel, informaron al rey acerca de la flagrante violación de sus deseos” (Profetas y Reyes, pág. 372).

“El día indicado llegó, y la vasta compañía estaba reunida, cuando le llegó el mensaje al rey que tres hebreos que había establecido sobre la provincia de Babilonia rechazaban adorar la imagen. Estos eran los tres compañeros de Daniel, que habían sido llamados por el rey Sadrach, Mesach y Abednego. Lleno de ira el rey los convocó ante él y señaló el horno ardiente diciendoles que ese sería su lugar si rechazaban obedecer su voluntad.” (The Review and Herald, 1 de Febrero, 1881).

4. ¿Qué otra oportunidad ofreció el rey a los jóvenes? Daniel 3:13-15, primera parte.

“Les daría otra oportunidad. Si tan sólo indicaban buena disposición a unirse con la multitud para adoren a la imagen, les iría bien;…” (Profetas y Reyes, pág. 373).

“La tolerancia del rey se nota en el hecho de que concedió a Sadrach, Mesach y Abed- nego otra oportunidad después de su primera negativa a cumplir sus requisitos. Indudable- mente, ellos comprendían cabalmente el asunto. No podían alegar ignorancia. Sabían lo que quería el rey, y si no le obedecían era porque intencional y deliberadamente rehusaban hacerlo. En el caso de la mayoría de los reyes, eso habría bastado para sellar su suerte. Pero Nabucodonosor dijo: No; pasaré por alto esta ofensa si en una segunda prueba cumplen la ley. Mas ellos informaron al rey que no necesitaba molestarse en repetir la prueba” (Uriah Smith, Las Profecías de Daniel y el Apocalipsis, pág. 55).

5. ¿Qué amenaza llevaría a cabo el rey si rechazaban su orden? Daniel 3:15, segunda parte.

“Si tan sólo indicaban buena disposición a unirse con la multitud para adorar la imagen, les iría bien; pero ‘si no la adorareis –añadió,– en la misma hora seréis echa- dos en medio de un horno de fuego ardiendo.’ Y con la mano extendida hacia arriba en son de desafío, preguntó: ‘¿Qué dios será aquel que os libre de mis manos?’” (Profetas y Reyes, pág. 373).

Adherencia santa a los principios

6. ¿En quién confiaban los tres jóvenes? Daniel 3:16, 17.

“Tenemos marcadas ilustraciones acerca del poder sostenedor de los principios reli- giosos firmes. Ni siquiera el temor de la muerte pudo hacer que el desfalleciente David bebiera del agua de Belén, para obtener la cual algunos hombres valientes habían arries- gado sus propias vidas. El insaciable foso de los leones no pudo impedir que Daniel con- tinuara con sus oraciones diarias, ni tampoco el horno de fuego fue capaz de inducir a Sadrac y a sus compañeros a postrarse delante del ídolo que Nabucodonosor había levan- tado. Antes que ser hallados infieles a Dios, los jóvenes de principios firmes desdeñarán el placer, soportarán el dolor y desafiarán el foso de los leones y el horno de fuego ardiente. Consideremos el carácter de José. La virtud fue probada severamente, pero su triunfo fue completo. En cada prueba manifestó el mismo principio elevado e inflexible. El Señor estaba con él y su palabra era ley.

“Una firmeza tal y un principio tan claro brillan mejor cuando se los contrasta con la debilidad y la ineficiencia de la juventud de esta época” (Exaltad a Jesús, pág. 331).

7. Sin embargo, ¿con qué posibilidad debían contar? ¿Qué decidida posición tomaron, a pesar de la terrible amenaza? Daniel 3:18.

“De la historia de sus padres habían aprendido que la desobediencia a Dios resulta en deshonor, desastre y muerte;…” (Profetas y Reyes, pág. 373).

“Su respuesta fue sincera y decisiva. ‘No cuidamos–dijeron–de responderte sobre este negocio.’ Es decir, no necesitas concedernos el favor de otra prueba; nuestra decisión está hecha. Podemos contestarte tan bien ahora como en cualquier momento futuro; y nuestra respuesta es: No serviremos tus dioses, ni adoraremos la imagen de oro que has levantado. Nuestro Dios puede librarnos si quiere; pero si no lo hace, no nos quejaremos. Cono- cemos su voluntad y le obedeceremos incondicionalmente” (Uriah Smith, Las Profecías de Daniel y el Apocalipsis, pág. 55).

Estudio personal

• Mensajes para los Jóvenes, págs. 25, 26.

“En la historia de José, Daniel y sus compañeros, vemos cómo la áurea cadena de la verdad puede ligar a la juventud al trono de Dios. No podían ser tentados a apartarse de su integridad. Valoraron el favor de Dios por encima del favor y la alabanza de los príncipes, y Dios los amó y los cobijó bajo su escudo.

“El Señor los honró señaladamente delante de los hombres por su fiel integridad, por su determinación a honrar a Dios por encima de todo poder humano. Fueron honrados por el Señor Jehová de los ejércitos, cuyo poder se extiende sobre todas las obras de sus manos, arriba en el cielo y abajo en la tierra. Estos jóvenes no se avergonzaban de desplegar su verdadero estandarte. Hasta en la corte del rey, en sus palabras, en sus hábitos, en sus prácticas, confesa- ron su fe en el Señor Dios del cielo. Rehusaron inclinarse ante cualquier mandato terrenal que detrajera el honor de Dios. Tenían fuerza del cielo para confesar su lealtad a Dios” (Mensajes para los Jóvenes, págs. 25, 26).