sábado, 26 de febrero de 2011

La Hora de su Juicio ha Llegado

“Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” Apocalipsis 14:7.

Servicios en el santuario terrenal

1. ¿Cómo estaba dividido el santuario terrenal? ¿Qué hacía el pecador arrepentido bajo el sistema de sacrificios? Hebreos 9:2-5; Levítico 4:27-29.

“El pecador arrepentido traía su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y colocando la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados; así, en un sentido figurado, los trasladaba de su propia persona a la víctima inocente. Con su propia mano mataba entonces el animal, y el sacerdote llevaba la sangre al lugar santo y la rociaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había violado. Con esta ceremonia y en un sentido simbólico, el pecado era trasladado al santuario por medio de la sangre” (Patriarcas y Profetas, pág. 41).

2. ¿Qué sucedía con el santuario cuando el pecado era transferido de esta manera? ¿Qué día ocurría la purificación anual del santuario? Levítico 23:26-32.

“Con el traslado de los pecados de Israel al santuario, los lugares santos quedaban manchados, y se hacia necesaria una obra especial para quitar de allí los pecados” (Patriarcas y Profetas, pág. 370).

“Una vez al año, en el gran día de la expiación, el sacerdote entraba en el lugar santísimo para limpiar el santuario. La obra que se llevaba a cabo allí completaba el ciclo anual de ceremonias….” (La Fe por la Cual Vivo, pág. 201).

El servicio de purificación

3. ¿Cómo se llevaba a cabo la purificación simbólica? ¿Qué hacía el sumo sacerdote después de haber terminado el servicio en el lugar santísimo? ¿Era realmente borrado el pecado por medio de la sangre de animales? Levítico 16:15, 16, 20-22; Hebreos 10:3, 4.

“El día de la expiación, el sumo sacerdote, llevando una ofrenda por la congregación, entraba en el lugar santísimo con la sangre, y la rociaba sobre el propiciatorio, encima de las tablas de la ley. En esa forma los requerimientos de la ley, que exigían la vida del pecador, quedaban satisfechos. Entonces, en su carácter de mediador, el sacerdote tomaba los pecados sobre sí mismo, y salía del santuario llevando sobre sí la carga de las culpas de Israel. A la puerta del tabernáculo ponía las manos sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel, y confesaba ‘sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío.’ Y cuando el macho cabrío que llevaba estos pecados era conducido al desierto, se consideraba que con él se alejaban para siempre del pueblo” (Patriarcas y Profetas, págs. 370, 371).

La purificación del santuario Celestial

4. ¿Quién dio a Moisés el plan para la construcción y servicios del santuario?

¿Según qué modelo era éste? ¿Quién es el Sumo Sacerdote en el santuario real? Éxodo 25:9, 40; Hebreos 8:5, 1, 2.

“¿Qué es la purificación del santuario? En el Antiguo Testamento se menciona un servicio de esa clase con referencia al santuario terrenal. Pero, ¿puede haber algo que purificar en el cielo? En el noveno capítulo de la epístola a los Hebreos se habla claramente de la purificación de ambos santuarios, el terrenal y el celestial….

“En ambos servicios, el simbólico y el real, la purificación debe efectuarse con sangre; en aquél con sangre de animales; en éste, con la sangre de Cristo….

“Pide [Cristo] para su pueblo no sólo el perdón y la justificación, plenos y completos, sino además participación en su gloria y un asiento en su trono” (Cristo en su Santuario, págs. 106, 132) .

5. ¿Quién era representado por el animal sacrificado bajo el antiguo pacto?¿Cuándo comenzaba la purificación del santuario celestial? Juan 1:29;

Daniel 8:14.

“Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la víctima ofrecida, y por la sangre de ésta se transferían figurativamente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferidos, de hecho, al santuario celestial. Y así como la purificación típica de lo terrenal se efectuaba quitando los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo…

“Así que los que andaban en la luz de la palabra profética vieron que en lugar de venir a la tierra al fin de los 2.300 días, en 1844, Cristo entró entonces en el lugar santísimo del santuario celestial para cumplir la obra final de la expiación preparatoria para su venida” (El Conflicto de los Siglos, págs. 475, 476).

El tiempo del juicio

6. ¿Cómo ilustró Daniel estos eventos? Daniel 7:9, 10, 13.

“La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a la tierra. Él viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días, en

1844. Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella” (El Conflicto de los Siglos, pág. 535).

7. ¿Qué mensaje especial envio el Señor a aquellos que vivirían desde ese tiempo en adelante? ¿Sobre quién serían finalmente colocados los pecados que fueron confesados y perdonados por medio de la sangre de Jesús? Apocalipsis 14:6, 7.

“Cuando el sumo sacerdote, en virtud de la sangre del holocausto, eliminaba los peca- dos del santuario, los ponía sobre la cabeza del macho cabrío destinado a Azazel. Cuando Cristo, en virtud de su propia sangre, elimine del santuario celestial los pecados de su pueblo al fin de su ministerio, los pondrá sobre Satanás, el cual en la consumación del juicio debe cargar con la pena final. Se llevaba lejos el macho cabrío, a un lugar desierto, para que no volviera jamás a la congregación de Israel. Así también Satanás será desterrado para siempre de la presencia de Dios y su pueblo, y será aniquilado en la destrucción final del pecado y los pecadores” (El Conflicto de los Siglos, pág. 475).

“Pero los temas como el santuario, en relación con los 2.300 días, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, son perfectamente adecuados para explicar el movimiento adven- tista pasado y cuál es nuestra posición actual,… He visto con frecuencia que estos eran los temas principales en los cuales deben espaciarse los mensajeros” (Primeros Escritos, pág. 64).

Estudio personal

• Levítico, capítulo 16.

• Hebreos, capítulos 7 y 9.

• El Conflicto de los Siglos, pág. 486.

“La purificación no era una eliminación de las impurezas físicas, ya que debía realizarse con sangre, y por ello tenía que ser una purificación del pecado.

“Pero, ¿cómo puede estar el pecado conectado con el santuario, sea en el cielo o en la tierra? (The Faith I Live By, pág. 206).

“Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos sobre el holocausto, y por la sangre de éste transferidos figurativamente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferidos, de hecho, al santuario celestial. Y así como la purificación simbólica de lo terrenal se efectuaba

quitando los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse quitando o borrando los pecados registrados en el cielo. Pero, antes de que esto pueda cumplirse deben examinarse los registros para determinar quiénes son los que, por medio del arrepentimiento del pecado y de la fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios de su expiación” (El Conflicto de los Siglos, pág. 473).

“Entonces [en el gran día de la recompensa final] por virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todo verdadero penitente serán borrados de los libros del cielo” (The Faith I Live By, pág. 206).